Capítulo 4: La joya de mi colección

1219 Words
★ Coleccionista. Las mariposas siempre me han fascinado, aunque no siempre fue así, realmente pasó cuando la conocí. Sus colores vibrantes, sus alas delicadas y tan frágiles que un simple toque podría destruirlas. No obstante, cuando están disecadas, son eternas. Un momento de perfección capturado para siempre. Es irónico que algo tan hermoso tenga una vida tan breve, tan efímera. Pero yo he aprendido a prolongar esa belleza, a hacerla mía. Mis dedos rozan el ala de una mariposa disecada, una Morpho azul. El resplandor de sus alas azules bajo la luz tenue me recuerda a los ojos de Daiana . Ella es como una mariposa, hermosa, frágil en su aparente fortaleza, pero no se da cuenta. No todavía. He seguido su carrera con devoción. La forma en que Daiana se mueve entre las multitudes, su elegancia innata, cómo desliza un mechón de cabello detrás de su oreja cuando está concentrada… Es una visión que quita el aliento. Cuando la veo, no puedo evitar sonreír. A veces, cierro los ojos y la imagino como una mariposa atrapada en un frasco, una criatura que lucha por su libertad sin darse cuenta de que está a punto de ser disecada, preservada en mi colección para siempre. Cada mariposa que le he enviado es un preludio, un regalo cargado de significado. Son un recordatorio de lo que está por venir. Sus mensajes están encriptados en el lenguaje de las alas, en las sombras que proyectan. Y aunque Daiana aún no lo comprende, sé que algún día lo hará. Se sumará a mi colección, pero no como las demás. Ella será especial, única. La más perfecta de todas. Recuerdo la segunda vez que la vi en persona. Fue en una conferencia de prensa. Estaba rodeada de otros reporteros, pero destacaba, como una mariposa entre insectos. Me acerqué lo suficiente para oler su perfume, un aroma suave, floral, que me hizo pensar en los campos de flores que visito para cazar mis mariposas. Me quedé allí, observándola, capturando cada detalle en mi mente. Su piel, tan clara y suave como la seda de las alas de una Papilio ulysses. Sus labios, curvados en una sonrisa profesional pero carente de verdadera emoción. Fue en ese momento que supe que sería mía.  Daiana no es como las otras mujeres que he conocido. Ellas eran como polillas, atraídas por la luz, tontas e insulsas. Daiana es diferente. Es fuerte, inteligente, pero también es vulnerable. Puedo ver más allá de su fachada profesional, más allá de la fortaleza que proyecta. Ella esconde sus miedos, sus inseguridades, y yo quiero descubrir cada uno de ellos. Quiero despojarla de sus defensas, igual que despojo a las mariposas de su vida para preservarlas. No será como con las demás. A ellas las he disecado, succionado la vida hasta que solo quede una carcasa vacía. Pero Daiana es distinta. Su belleza es tan inmaculada, tan pura, que no puedo simplemente exhibirla como a las demás. Ella merece algo especial. He estado planeando cada detalle, cada paso que me llevará a ella. La prepararé, la preservaré en un estado de eterna perfección. Ella será mía, y solo mía. Me la imagino disecada, con sus brazos cruzados delicadamente sobre su pecho, sus labios esbozando una sonrisa que será eterna. La veré cada día, al levantarme y antes de dormir. No estará expuesta como las otras. Ella será mi secreto, mi joya más preciada. Daiana con su belleza etérea y su mirada penetrante, me fascina como ninguna otra. No la expondré al mundo. No puedo permitir que otros la vean, que otros la toquen o la dañen. Ella es mía. La mantendré a salvo, fuera de la vista de los demás. Daiana será el corazón de mi colección, la mariposa más valiosa que jamás haya capturado. La emoción que siento al pensar en ello es indescriptible. Es un escalofrío que recorre mi espalda, un placer que solo encuentro en el momento exacto en que la vida abandona el cuerpo, en la transición de la lucha a la rendición. Pero con Daiana será diferente. No habrá lucha, solo una entrega suave y pacífica a mi voluntad. Ella será la culminación de mi obra, la pieza maestra de mi colección. He estado enviándole las mariposas como advertencias, como símbolos de lo que está por venir. Ella no entiende todavía, pero pronto lo hará. Cuando vea la conexión entre ellas, cuando comprenda que cada una ha sido elegida meticulosamente para reflejar un aspecto de su belleza, de su ser, sabrá lo que le espera. No habrá miedo, solo aceptación. Ella entenderá que pertenece a mi colección, que ha sido destinada a ser preservada y adorada por la eternidad. Cada mariposa que le envío es una promesa, una declaración de mi devoción. Las escojo con cuidado, cada especie tiene un significado, cada color un propósito. Las he estudiado durante años, he perfeccionado mi técnica hasta el punto de la obsesión. Y ahora, todas esas habilidades, toda esa paciencia, culminarán en ella. A veces me pregunto cómo reaccionará cuando finalmente entienda. ¿Sentirá miedo? ¿Resignación? ¿O quizás una especie de extraña gratitud al saber que será preservada en un estado de perfección? No importa. Sea cual sea su reacción, la disecaré como a las mariposas que le he enviado, con precisión, con amor. No habrá errores, no habrá imperfecciones. Su belleza será eterna. Me deleito en la anticipación, en el placer de saber que cada día me acerco más a ese momento. He imaginado cada detalle, cada paso que tomaré para asegurarme de que ella sea mía. No puedo permitirme ningún error, ninguna mancha en mi obra maestra. Pero Daiana no lo sabe. Para ella, soy solo una figura en la oscuridad, un admirador anónimo que le envía regalos. No sospecha nada, no puede siquiera imaginar lo que tengo planeado para ella. Y eso es lo que lo hace tan perfecto, tan emocionante. Ella no lo verá venir hasta que sea demasiado tarde. Pronto, muy pronto, la llamaré. Le diré que quiero verla, que tengo algo especial para ella. Vendrá, como lo hacen todas, atraída por la curiosidad, por la promesa de algo nuevo. Pero esta vez será diferente. Esta vez no habrá escape, no habrá marcha atrás. Ella será mía para siempre, preservada en su máxima belleza, en su momento de mayor esplendor. Cierro los ojos y me imagino el momento final, el instante en que ella se dará cuenta de lo que está sucediendo, cuando vea mi verdadero rostro y entienda que siempre ha sido su destino estar aquí, conmigo. Su lucha será breve, casi inexistente. No quiero que sufra, no quiero que su perfección se vea empañada por el dolor. Solo quiero preservar ese momento, hacer que dure para siempre. El teléfono en mi bolsillo vibra, sacándome de mis pensamientos. Lo saco y miro la pantalla. Sonrío mientras deslizo el dedo por la pantalla para responder. Al ver que es mi amada mariposa. —Hola Daiana. La conversación no se alarga mucho pero al final solo nos despedimos. —Te veré pronto, Daiana —digo con suavidad, casi en un susurro. Cuelgo y dejo que la oscuridad de mis pensamientos vuelva a envolverme, anticipando el momento en que se sumará a mi colección de mariposas, como la joya más preciada que jamás haya poseído.
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