Nathan bufa cuando su padre le dice que ella será la nueva profesora de su hijo, que estará allí para ayudarlo y que no puede protestar ni decidir lo contrario, ya que él solo está pensando en el bienestar de su nieto.
Una tempestad está latente en ese instante, Anne precisamente acaba de arreglar su nueva recámara, que justamente está al frente de la de Nathan, ella está mirando una foto de su madre puesto que ni tiempo suficiente tuvo para darle una explicación, todo lo está llevando con mucha prisa.
Nathan está observando a Anne desde lejos, es una suavidad en su cuerpo combinada con belleza, que percibe de maravilla su atención la cual está completamente despabilada, pero solamente hacia ese lugar, su concentración no le permite ni parpadear hasta sus labios se comienzan abrir involuntariamente, apenas siente que ella se percata se mueve de una vez, rodando su silla de ruedas para otro lado, ya que lo último que piensa hacer es doblegarse con la mujer que le dañó todos sus planes, ella sale y va hacia donde él está, con las prendas más diminutas puestas que traía en su equipaje, todo con la intención de seducirlo, la mirada de Nathan le deja claro a Anne que si funciona.
—¿No sabía que en la casa existía vigilancia? —las palabras de Anne hacen sonrojar a Nathan, bajando la presión.
—Le informo que para hablar conmigo, debe por lo menos solicitar un permiso. —Su rostro se baja únicamente observando el suelo y comenzando a ignorarla, aunque dejar de sonreírle no puede, cuando Nathan alza su mirada ella no está, él llega hasta la sala y nota que su hijo está con ella leyendo un cuento.
—¡Papá! —Los ojos de Nathan se iluminan, muy pocas veces el niño se entusiasma de verlo.
—¡Paul sepárate ya mismo de esa mujer! Ya que ella no es bienvenida en mi casa —cuando Nathan termina de reprochar, Paul simplemente se aferra a los brazos de Anne los cuales le brindan protección, así lo siente el niño.
—Siendo así me voy, debido a que no merezco más groserías. —Anne se coloca de pie, sacando una parte de dignidad la cual es una cachetada en la altivez de él, la mano de Paul la detiene terminando abrazándola, es una de las expresiones más sinceras.
—¡Déjala! —Paul le sube la voz a su padre, él se acomoda delante de ella para protegerla.
—Hablaste hijo solo para defenderla a ella, claramente para nada, porque esta sinvergüenza ya mismo se marcha. —Las cejas de Nathan lentamente se van doblando, le asusta que Paul le tomé cariño a Anne con esa fuerza que mantenía con su madre, ya que para él la única opción para llenar de amor a su hijo es Alizze su ex novia.
—Anne ¿Quieres ser mi mamá? —la pregunta del niño los deja a los dos fríos.
Anne se coloca de rodillas sobre el suelo y le sujeta la mano al niño, llevándola hacia su corazón.
—Sería lo más bonito que me han propuesto, ya que eres un angelito. —Ella lo levanta en sus brazos, aferrándose a ese sueño que se le está haciendo realidad y es ser mamá.
—Paul retírate —Nathan le expresa al niño y él se va, con una sonrisa de oreja a oreja, esa que hace mucho no aparecía.
—La estaré vigilando detalladamente Anne, sé muy bien que los errores llegarán así que no juegue con la inocencia de mi hijo. —Nathan le muestra más su antipatía.
—Teniendo más cercanía conmigo, se le puede hacer más sencillo. —Anne inclina su cuerpo hacia donde Nathan, respira en todo su rostro y el tiempo se frena al unir sus labios.
Ella saca una pasión desenfrenada que lo está llenando de curiosidad a él, dejándolo sin palabras, ella se retira de primeras y suspira, Nathan percibe un cosquilleo que ni su ex novia se lo producía, ella le ríe con ironía entiende que enamorarlo no será complicado debido a lo frágil que está, solo debe mantener su corazón seco para no enamorarse también.
Suena el timbre de la puerta, Nathan agarra eso como una excusa para retirarse, él se dirige hacia la puerta y sin esperar que vaya la empleada, cuando abre está allí un hombre muy misterioso y le entrega un sobre en sus manos, él sin dudarlo lo abre de inmediato está escrito a puño y letra, comienza a leerlo.
“Espero que ya me puedas dar parte del dinero, que tanto me niegas mi reina, sabes muy bien que una de las condiciones para dejar todo así es que seas mi mujer, sé que estás detrás de la fortuna de un riquillo” Nathan termina y por más de que observa cada rincón, es un mensaje anónimo que solo le despierta la desconfianza hacia Anne.
—Que tristeza que mi papá esté confiando en una estafadora, por eso fue esa muestra de supuesto gusto cuando lo único que le doy es lástima, busque a ese hombre que, si le funcionara para todas sus peticiones porque yo ni complacerla podré, no ve que estoy paralítico por algo estoy solo y terminaré así el resto de mi vida. —Nathan lanza lejos un florero dejando pedazos de cristal regados por toda la alfombra, Anne traga saliva y levantó su mentón.
—No lo soy —Anne grita con desesperación, aun cuando ella sabe que se está aprovechando de él y no es por su dinero.
—Entonces ¿por qué le enviaron insinuaciones de amor a mi casa? —Nathan despedaza la carta que acaba de leer, todo con la intención de que ella no la lea, eso le carcome todo su ser.
—Eso no es posible, debió haber sido una equivocación, tal vez si su amargura desapareciera le sería más sencillo entender. —Ella lo mira, Nathan está destruyendo todo lo que encuentra con impotencia, al creer que ya no es el mismo hombre que conquistaba con facilidad a una mujer.
—Me fastidia ya su falsedad Anne —Nathan grita agitado, se queda en silencio al notar que Paul llegó, sus ojos están vidriosos y solo quiere estar con ella, eso lo hace seguir creyendo que fracaso como padre con eso que acaba de hacer, su hijo pensará que es un monstruo.
—Si ella se va, yo también —dice el pequeño, insistiendo por una oportunidad para la mujer que escogió como su madre, le suelta la mano Paul a Anne y se va corriendo escondiéndose en el último rincón de la sala, mientras no deja de llorar.
—Yo mismo hablaré con mi hijo, no permitiré que una intrusa decida todo sobre nosotros. —Nathan se va hacia donde está Paul, Anne se queda respetando la decisión de él.
—¡Aquí estaré por si me necesita! —Anne está realmente muy preocupada por el pequeño Paul, en menos de un día se ganó todo su cariño y ya no lo desea perder.
—Hijo, escúchame —Nathan habla entre lágrimas, mientras tanto, el niño solamente cruza sus brazos para negarse a todo.
Nathan mira de reojo a Anne, pasa saliva y sabe que por su hijo debe sacrificarse.