Capítulo 1: La noche que cambió todo
Es una noche lluviosa, los relámpagos no dejan de aparecer. Anne Moriel sale del bar donde trabaja, ella todas las noches baila pole dance, mientras que en el día es una profesora muy aplicada. Sus pasos son tensos, es bastante el estrés que adquiere allí, intentando quitarse de encima a todos los hombres que simplemente buscan una oportunidad para propasarse con ella.
Las gotas de agua están cayendo con mucha más intensidad sobre ella, es tanto el desespero con el que vive que la noche le hace dar mucha más frustración, deudas interminables que jamás termina por pagar y los problemas de salud de su madre.
Tres hombres se van acercando a ella, Anne de una vez aprieta su cartera, puesto que no está dispuesta a perder lo que tanto le costó conseguir bailando, ellos la están acorralando acomodándose uno a cada lado, la manera en que la observan le dejan claro que no buscan nada bueno, su corazón se está acelerando y cada palpitar parece ya tener más angustia, ella mira de reojo y se da cuenta que están armados, sabe que es lo que realmente están buscando, pero el miedo ya le está haciendo colocar vidriosos sus ojos.
—¡Déjenme! ¡largo! —ella exclama con miedo, la intimidación que aquellos hombres misteriosos le producen es muy grande, aunque sus manos tiemblan, decide esconderlas detrás de su espalda, todo para no ser tan obvia.
—No se haga señorita, usted cree que siempre se va salir con la suya, obviamente no. La paciencia de mi jefe ya se está terminando, por eso mismo nos envió por usted, dígame si no le suena el nombre Gastón Petit, el mismo hombre con el que usted adquirió una cantidad grande de dinero, esa misma que jamás canceló. —Uno de los hombres agarra a Anne de su brazo y lo aprieta, ella mira hacia alrededor y ni una sola alma pasa, simplemente siente el aire tan frío, que cada vez llega más a ella.
—Yo voy a cancelar todo, se los puedo jurar —Anne implora mediante su llanto, lo que le causa diversión a esos hombres tan fríos que la tienen aturdida.
—No somos siempre ilusos, señorita. —Entre dos de los hombres la intentan subir dentro de un auto, ella mueve sus pies golpeándolos y no deja de implorar una ayuda.
Nathan Dubois justamente está saliendo de visitar al amor de su vida, su adorada novia con la cual está celebrando su primer año de relación, ella lo tiene locamente enamorado, él camina mientras sigue recordando en su mente todo lo bello que pasó durante su día; solo planea comprar el anillo indicado para proponerle matrimonio, puesto que es lo que los dos más han estado soñando.
Nathan escucha unos clamores que llegan hacia él, con la voz de una mujer, le entra una corazonada que le dice que debe ayudarla, él corre como un loco hasta que nota donde están, él sin dudarlo se dirige hasta allí intentando ser el salvador para lo que él llama, una completa injusticia.
—Esta sinvergüenza consiguió ayuda, bueno ya tendremos una nueva sorpresa para el jefe —dice uno de los delincuentes, Anne únicamente observa a aquel hombre que apareció y con sus ojos le está implorando que se vaya, algo de lo que él no logra entenderle.
—¡Suéltenla! Acaso no escuchan ineptos que la están lastimando, ustedes pueden ser muy malandros, pero yo soy un hombre con bastante poder, deberían arrepentirse antes de salir perjudicados, esa es la oportunidad que yo les ofrezco, no me importa saber qué es lo que ella debe —Nathan defiende aquella mujer, debido a que con solo observar sus ojos deduce que es una buena persona.
—¡Súbanla es una orden! no tenemos más tiempo por perder. —Las lágrimas de Anne están corriendo por sus mejillas, ella no está cediendo aun cuando la amenazan con herirla.
Nathan la jala con su mano, los hombres están tan distraídos que ella termina tirada en el suelo, con su rostro completamente raspado, de inmediato se van los tres contra él, lo están golpeando de la manera más atroz posible, aun cuando él intenta defenderse no puede.
—¡Corra! —El grito desgarrador de Nathan solo hace que ella reaccione.
Para luego correr asustada pensando solo en su bienestar.
—Vamos a permitir que se largue porque una mujer como ella es sencillo encontrarla, en cuanto a usted deberíamos eliminarlo de una vez ya que es lo que merece, por servir de chismoso, sabe que en nuestro mundo las bocas no se pueden dejar abiertas, como sea tenemos que cerrar la suya. —Las ilusiones de Nathan están desapareciendo, todavía no se arrepiente de ayudar a una mujer que lo necesitaba.
—Eso sobra ni siquiera me puedo mover, yo les aseguro que guardaré silencio, pero no me hagan nada. —Nathan presiente que todo se le está comenzando a desplomar, luego de ser uno de los mejores momentos de su vida, luego de tantos intentos a sus 40 años se enamoró, pero todo esto lo transformó al peor instante de su vida.
—¿Qué nos ofrece para que le perdonemos la vida? —uno de los hombres coloca la planta de su pie sobre la pierna de Nathan, haciendo presión para causarle dolor.
—¡Dinero! Tengo bastante y esa es la necesidad que ustedes demuestran. —Jalan del brazo a Nathan hasta dejarlo de pie, le desocupan por completo sus bolsillos quitándole todo lo de valor que le encuentran y se suben en el auto, permaneciendo por más tiempo estacionados, él percibe tranquilidad pues su vida tal parece que acaba de ser perdonada.
Nathan camina cojeando con sus pies lastimados, el camino para llegar por su auto está bastante alejado, él se da cuenta que están conduciendo esos hombres, que ellos se marcharon es lo que él se está obligando a creer, esos hombres hacen sonar la bocina del auto y cuando Nathan voltea a verlos ya es muy tarde.
Un impacto cae precisamente sobre su espalda haciendo que descienda todo su cuerpo sobre el pavimento, levanta su cabeza y está solo, los delincuentes ya habían huido, sus manos están empapadas por el dolor que siente y utiliza las fuerzas que le quedan para gritar, pero nadie aparece, ni siquiera aquella mujer a la que le salvó la vida.
Pasa de casualidad uno de los trabajadores del padre de Nathan, cuando lo observa herido llama de inmediato a Olivier Dubois para que ayude a su hijo, ellos hablan por menos de un minuto cuando Olivier ya está allí, las cosas pasaron muy cerca del bar de los Dubois, las lágrimas no dejan de salirle al señor al notar como esta su hijo.
Sin pensarlo lo sube dentro del auto y arranca rumbo al hospital más cercano, conduciendo lo más rápido que puede, cuando llegan lo entra alzado entre sus brazos las piernas de Olivier tiemblan como nunca, ya que es su hijo y él se le podría estar yendo de sus manos.
—¿Papá tú crees que me voy a morir? ¿Y mi hijo? Ya viví bastante, pero Paul me necesita, es un niño inocente —pregunta Nathan antes de que lo descarguen sobre una camilla.
—No porque eres un hombre fuerte. —Olivier despide a su hijo Nathan apretando su mano, se llevan a Nathan los médicos directo hacia una sala de cirugía.
Nathan observa hacia el techo que está muy blanco, eso lo ve como una esperanza ya que sabe que siempre estará con la mujer que tanto ama, necesita una segunda oportunidad ya que hay bastantes cosas que le faltan por vivir con su pequeño hijo.