CAPITULO X. De antro

1305 Words
FERNANDO Ya es hora de marcharnos del restaurante, Giselle, mis suegros y yo ya estamos exhaustos y sólo queremos llegar al hotel, no cabe duda que la edad cobra factura, a veces extraño tener 25 años y toda esa energía que emana la juventud, no es melancolía ni crisis existencial, solo que alcancé a escuchar a Luna decir que la noche es joven y los antros esperan por ella, de seguro está pensando en emborracharse, aunque ya tuvo su dosis de sexo en el tocador del restaurante, ¿será que no le fue suficiente? Realmente esa mujer es insaciable, ¿será esa la señal para indicarle a su acompañante que deben pasar la noche juntos teniendo sexo desenfrenado? Debo dejar de pensar de ésta manera o terminaré enloquecido. LUNA ¡Quiero salir a divertirme! ¡Quiero bailar! Quiero festejar que pude mandar al diablo a Adrián y eso se siente realmente bien, como si me hubiera liberado de algo, sólo espero que nunca vuelva a molestarme. Trataré de convencer a mi hermano de salir por allí. — ¿Joaquín, estás seguro de que no quieres conocer la ciudad? Es más linda de noche por todas las luces, hasta parece navidad, ¡tú amas la navidad! — Sí, pero hoy no es navidad. ¡Sé lo que intentas y la respuesta es no! — ¡Ay, pero qué aburrido eres! ¿Porqué no? — ¡Y todavía preguntas!, siempre que salgo contigo termino metido en problemas — Eso es porque te gusta amargarte la vida, deberías ser más como yo — No, gracias, ya estuviera preso ¡o muerto! — Yo nunca he estado presa, no sé porqué lo dices — Porque tu ángel de la guarda es muy eficiente — Si no le doy tanto trabajo, una vez al año no hace daño — ¿Una vez al año? Una vez cada día, querrás decir — Me ofendes muchísimo. Además sólo quería festejar mi gran logro de hoy — Yo sé que cenar conmigo es algo maravilloso, pero no es para tanto si eres si hermana — Ja, ja, ja, qué gracioso eres — respondí con sarcasmo — hablo de que mandé al diablo a Adrián — ¡Y de qué manera! Sólo por eso te acepto la invitación — ¿De verdad? Mejor no pregunto, no te vayas a arrepentir. Samuel, vamos al antro ese al que me dijiste ayer — Samuel no me había mencionado ningún antro, sólo quería que pareciera que había sido por él, así mi hermano no cambiaría de opinión al llegar, lo bueno es que él entiende — Claro, señorita, gracias por aceptar mi sugerencia — respondió Samuel Como me lo esperaba, Joaquín quiso regresarse antes de entrar, pero entre Samuel y yo lo ayudamos a caminar hacia adentro del antro, tomamos una mesa y luego los dos se sentaron a cada lado mío dejándome en medio, ya crucé mis brazos y ellos saben que estoy molesta por ésto. — No te preocupes, hermanita, estoy cuidando de tí — dijo Joaquín — Lo que me preocupa es orinar mi ropa si no me permiten salir de aquí — No queremos accidentes, te acompañamos, estaremos justo al lado de la puerta del baño esperando por tí como tus guardaespaldas — repuso Samuel, si parece más amigo de mi hermano que mío, pero ya verá mañana — No es necesario — Pero claro que sí, no quiero trucos o nos vamos — replicó Joaquín — Me refiero a que no es necesario que parezcan acosadores al lado de la puerta, pueden esperar allí, mientran coquetean, sólo te recuerdo que eres casado hermanito — Tú lo has dicho, ¡casado!, no ciego ni mudo ni capado — Sobretodo lo último, ¿verdad? ¡Hombres! Me metí al baño a retocar mi maquillaje, sólo quería alejarme de ellos un poco, cuando me asomo por la puerta logro ver cómo casi se les salen los ojos con las mujeres que pasan por dónde están, ese Samuel ya le echó el ojo a una rubia de lentes muy bonita que acaba de entrar y mi hermano... a él sólo le gusta ver a las mujeres. Necesito escaparme un momento de éstos dos y ya sé cómo, la rubia de Samuel acaba de salir del baño y vino acompañada de una de sus amigas, ¡ésto es justo lo que necesito! Me dirijo hacia ellas para entablar una pequeña conversación — ¡Hola, chicas! ¡Me encanta su outfit! ¡Lucen preciosas! — Tú también estás muy linda — respondió la rubia muy amable — Eres muy amable, pero yo sé que no, ¡parezco señora! — Tu vestido es hermoso y robas miradas por doquier — ¿Tú crees? — Sí, sólo acomoda tu cabello diferente — A ver, ¿así? — Listo, ya quedaste — Chicas, muchas gracias. ¿De casualidad vienen acompañadas? — Unas amigas nos acompañan, pero preferimos estar solas — ¿Ustedes son... — ¡Primas! — Iba a decir hermanas, igual no me incómodaría ¿eh? Perdón que les haya preguntado, esque, yo vengo acompañada de mis hermanos, pero ellos no me dejarán bailar si no me deshago de ellos, son guapísimos, son esos dos de allí y me cuidan como si fuera oro — ¡Sí son guapísimos! A mi me gusta el de la boina café — exclamó la rubia, nada mejor para mis planes — ¡Y a mi el otro! — injirió la prima — El de la boina es Samuel y el otro es Joaquín, son muy caballerosos, el problema es que son muy tímidos y por eso les tengo que ayudar. ¿Creen que ustedes podrían... — ¡Ay, claro! — Bueno, yo me esperaré un momento para salir para que no parezca que es cosa mía, recuerden que no las conozco ni ustedes a mí, ¿de acuerdo? Las primitas me agradan, tienen iniciativa y a ellos les encantó que los abordaran, ya se fueron con ellas, ¡es mi turno! Me aproximo a donde está la multitud bailando, mis "hermanos" me ven y casi me matan con la mirada, pero las primas no los dejan molestarme, ¡ya sé lo que estás pensando Joaquín! Y sí, soy muy inteligente. Es normal que Samuel y yo fingamos ser hermanos, incluso hemos dicho que somos cuates, así nadie piensa que entre él y yo hay algo, como solía ocurrir, y podemos salir libremente, siempre salimos juntos, parece mi sombra, por lo que es más fácil sostener la mentira. El mesero está pasando con varias copas de tequila que buscan quién se las beba, ¡ay, pobrecillas! ¡Ni modo de dejarlas pasar! Tendré que hacer un pequeño esfuerzo por ellas, lástima, y yo que pensaba nunca más volver a beber. Obviamente es un sarcasmo, amo el tequila y aunque mañana me maten Samuel y Joaquín, no me arrepentiré de nada de lo que suceda esta noche. La música me encanta, pero ésto está muy apagado, como que necesita mi toque... Oye, ese Joaquín está besando a la prima, más que beso casi se la come, el infiel, lo siento cuñada, espero puedas perdonarme algún día por haber ocasionado ésto, y Samuel ya se me perdió, ese gandalla ya debe andar haciendo de las suyas en lo oscurito. ¡Oh, una mesa! ¡Y yo necesito altura! Ésto es una señal para bailar arriba de ella, ser el centro de atención es mi pasión, sé que lo notaste desde un principio. Más tequila, más baile, ésto es increíble, los hombres me miran y me aplauden, algunas mujeres son odiosas e intentan imitarme, — ¡búsquense una personalidad! — ¡rayos! Creo que lo dije en voz alta, o peor aún, ¡lo grité! Hay mucho ruido, no creo que me hayan escuchado... ¿o sí?
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