Tentación. Maldecido por tí

FERNANDO Mi nombre es Fernando Rivera, soy un hombre casado de 35 años de edad, no tengo hijos y soy un empresario exitoso, me considero una persona humilde y sencilla, no tengo vicios, valoro la lealtad y la honestidad. Debido a mi trabajo, suelo viajar y hospedarme en hoteles a menudo. Normalmente soy un buen marido y un hombre detallista, romántico y fiel, pero, en mi último viaje, sucedieron cosas que jamás imaginé que sucederían, no a mí. Cabe resaltar, que pretendía que este fuera el último viaje para regresar a casa y quedarme con mi amada esposa para empezar a formar la soñada familia. Soy dueño de una empresa orientada a la sociedad en el ramo comercial y pretendía abrir mis horizontes, creando una empresa de materias primas para surtir la primera y para ello, necesitaba un socio o socia que compartiera la misma visión que yo, al igual que los valores para cumplir con todos los objetivos financieros y personales y, desde hace tiempo, la familia Villanueva me había llamado la atención para este proyecto, ya que mis padres, en su juventud, fueron socios y amigos de ellos y, antes de fallecer, solían mencionarlos como ejemplo de lealtad e inteligencia empresarial, así que, de mi trato con ellos depende rotundamente el éxito o fracaso de este negocio. Confío en que la familia Villanueva conserve aún los buenos recuerdos de mi familia, se dejaron de frecuentar cuando mis padres emigraron al otro extremo del país, yo era un niño y mis recuerdos de aquella época son vagos, casi nulos, lo que significaba para mí, conocerlos desde cero y una experiencia totalmente nueva. En esta ocasión, mi esposa, Giselle, tiene un proyecto importante cerca de la ciudad a la que yo me dirijo, me parece buena idea viajar juntos. Trabajar entre semana y el fin de semana ella se trasladaría para quedarse conmigo en el hotel y así sería durante todo el proyecto. Mi esposa es una mujer cálida y hermosa, una bella artista que suele captar la belleza del mundo con sus manos a través de sus pinturas. Le han ofrecido dar una intensiva clase de pintura a unos estudiantes de arte en una importante universidad del país, y a ella le fascina la idea de contagiar a sus alumnos con su inspiración y amor por la vida y los pequeños detalles en ella, capturar su esencia y transmitirlos a otros, eso algo que me enamoró desde un principio y que admiro mucho. Es temprano, llegamos al hotel, mi esposa me acompaña a mi habitación, aún tiene un par de días para estar conmigo en esa bella ciudad, pasamos el día juntos recorriendo los lugares turísticos, los restaurantes y hablando de nuestros planes a futuro. Disfrutamos pasar tiempo a solas, aunque solamente sea para ver la televisión, pero cuando se trata de sexo las ideas fluyen por sí solas. En el mismo hotel, mi posible socia, la más joven de los Villanueva que viene en representación de su familia, tiene reservadas dos habitaciones casi enfrente de la mía, lo sé porque pregunté por ella cuando llegué y me informaron de ésto, viene acompañada, quizás por sus padres, ya que justo al lado está la otra habitación, será un gran placer para mí verlos y saludarlos de nuevo. Luna era una bebé cuando nuestros padres se visitaron por última vez, así que no tengo ni la más mínima idea de cómo es ella ni física ni mentalmente, pero, supongo, que es astuta, ya que es quien viene para cerrar el negocio familiar. Hoy mismo la conoceré durante la cena. LUNA Mi nombre es Luna Villanueva, tengo 25 años de edad y soy la hija menor de los señores Villanueva, mi familia es muy importante en el medio empresarial, actualmente estoy comprometida con un hombre al que amo y que me ama, soy una mujer feliz e independiente, me considero una mujer hermosa y segura de mí misma, sé cuánto valgo, por lo que mi autoestima está por las nubes y no me rebajo a escuchar halagos de cualquiera ni muchos regalos con doble intención. Siempre leo las revistas de empresarios para estar al día, en ellas descubrí a mi amor platónico, el señor Fernando Rivera, ese guapísimo hombre de negocios que tiene encandilada a más de una, para mí sería un gran honor negociar con él alguna vez. Debo confesar que cuando leí la noticia de su boda, sentí un poco de celos y eso me pareció una locura ya que, ni siquiera lo conozco en persona, me considero su fan aunque dudo mucho que alguna vez se lo haga saber. Llevo un poco de prisa, un importante empresario me espera para cenar, pues mi familia me envió a cerrar un negocio en una gran ciudad muy cerca de la mía, pero demoré con algunos pendientes por lo que es muy importante la velocidad. Mi chofer me lleva en la camioneta, hace un par de años me accidenté horriblemente y no suelo conducir desde entonces por ningún motivo, por ello tengo reservadas un par de habitaciones en el mismo hotel que mi futuro socio. Mi chofer, además de conducir es quien me cuida, parece más un guardaespaldas que un chofer, mi familia dice que es por mi bien. FERNANDO Después de un largo día de paseo, mi esposa y yo vamos camino al restaurante donde conoceré a mi socia, todo está en orden en cuanto a la reservación, el lugar es hermoso y muy elegante, el mesero nos lleva a nuestra mesa que se encuentra en el tercer piso, es exclusivo para hablar de negocios, tranquilo y con música instrumental que armoniza mis oídos. Mi esposa luce elegante, tan preciosa como siempre, su vestido azul marino le queda espectacular con esa silueta que me vuelve loco y el color le hace resaltar su cabello rojo inigualable, no puedo dejar de mirarla y le pido al mesero que me traiga una linda rosa para ella. Mi socia aún no llega, faltan cinco minutos para la hora acordada, supongo que es de esas mujeres que llegan tarde a cualquier lugar con tal de lucir despampanantes. Mientras esperamos, mi esposa y yo platicamos un poco de los planes para mañana, queremos aprovechar al máximo el tiempo juntos. LUNA Al fin he llegado al restaurante, estoy nerviosa aunque no lo demuestro, mis padres sólo me dijeron que se trataba de un hombre mayor, supongo que es un viejo raboverde, como todos, y mi atuendo es lo menos ostentoso posible para evitar llamar la atención, me disgusta a sobremanera que los hombres, viejos, sobre todo, crean que puedan tener a una mujer como yo sólo por tener dinero, como si con eso pudieran comprar la juventud y la inteligencia. Mi amable chofer abre la puerta y me ayuda a bajar de la camioneta, se ofrece a quedarse en ella mientras yo socializo con el señor importante, pero ya es tarde y ninguno de los dos ha cenado, más que un chofer es un gran amigo mío y lo aprecio, además, odio que pase hambre o frío por mi causa, así que le pedí que dejara el auto para que lo estacionara el servicio del restaurante y me acompañara a cenar, es muy necio y dice que se sentirá inferior con toda esa gente riquilla, pero ya le advertí que habrá bebidas alcohólicas y ya sabe cómo me pongo cuando bebo…