CAPITULO LXX. Enfermo

1050 Words
ANDRÉS Fernando parece realmente molesto, ahora estoy muy arrepentido por mi estupidez, Samuel y yo estamos avergonzados y esperamos su reacción inevitable mientras continuamos con la conversación. — Para ser sinceros, sí — ¡Y lo peor es que ni siquiera pensaban decírmelo! — ¡No es así! Por eso estoy aquí dando la cara por mi error — repongo — ¿Y tú Samuel? — pregunta Fernando — ¿Tienes algo que decir al respecto? — La verdad no sabía si decirte o no, primero debía hablarlo con Andrés, ya que no soy un chismoso — responde — Fue mi culpa solamente, él no tiene nada que ver ni siquiera sabía que era tu casa — añado — Sólo quería ver cómo defiendes a tu futuro esposo — expresa Fernando sonriente — ¿Qué? — pregunto sorprendido — ¡Cayeron! — Fernando se burla — Chicos, ustedes pueden ir a mi casa cada vez que quieran, mientras se vende, por supuesto — ¡Vaya susto que nos diste! — replica Samuel — No saben lo mucho que me costó no soltar la carcajada — añade Fernando — Muy gracioso, ¿eh? — expreso — Por cierto, tu casa es perfecta — expresa Samuel — tienes un excelente gusto Los tres nos servimos una taza de café y comenzamos a preparar el almuerzo — ¿Unos huevitos con jamón o qué se les antoja? — pregunto mientras comienzo a sacar cosas del refrigerador — Eso suena delicioso — responde Samuel — Para cinco personas porque Luna no tarda en bajar — menciona Fernando — ¿Y mi mamá? ¿No la han visto? — pregunta Samuel — No, no la he visto en toda la mañana — responde Fernando — y eso que yo fuí el primero en venir a la cocina — Iré a buscarla — Ve, nosotros nos encargamos — menciono Hemos comenzado a cocinar, ¡huele riquísimo! — Ay, niños, nada más me descuido tantito y ya están ensuciándome la cocina — expresa Carmelita quien viene llegando con algunas bolsas de mandado — De ninguna manera, solamente estamos preparando un delicioso almuerzo — responde Fer mientras le ayuda con las bolsas — Lo sé, muchachos, era broma — Samuel acaba de ir a buscarte — Salí muy temprano de compras al mercado, había escuchado que es un buen lugar y muy bonito y si es verdad — Debiste avisarnos para llevarte — replica Fernando — así te hubiéramos ayudado a cargar todo ésto, cuando menos — No, no, no, a mi ne gusta ir solita sin nadie que me moleste, ¿que tal que me encuentro un galán que me invite algo? — Eso sería maravilloso, — expresa Fernando — aunque tendríamos que aprobarlo primero — Ahora los patos le tiran a las escopetas, sí, ¿cómo no?, voy por Samuel — ¡Y ésto ya está listo! — exclamo mientras apago la llama de la estufa LUNA La niña y yo ya estamos listas para comenzar el día, huele riquísimo y ya tengo mucha hambre. Al llegar al comedor, Andrés y Fernando ya tienen platos servidos para todos y el café listo también, se antoja sólo de olerlo, todo va bien hasta que veo algo extraño... — ¿Andrés? — pregunto — ¿Estás bien? Toma asiento — Fernando también lo mira y le acerca una de las sillas — ¿Qué pasa? — pregunta Andrés mientras Fernando me pasa unas servilletas, se las coloco en la nariz de inmediato — Tienes un poco de sangre en la nariz, ¿te sientes mareado o algo así? — pregunto — No, para nada, estoy bien — comenta Andrés — ¡Iremos a un hospital después de almorzar! — exclamo — ¡Estás loca, debo trabajar! — replica — ¡He dicho! Y más te vale que accedas por las buenas — ¿Qué ocurre? — pregunta Carmelita luego de escucharnos — Nada, Luna y Fernando exageran — replica Andrés — Le salió sangre de la nariz, nana, y no quiere que lo llevemos al hospital — explico — An, no, mi niño, con la salud no se juega — expresa Carmelita — Pero tengo mucho trabajo, no puedo faltar — Pero enfermo no podrás hacer mucho, así que ya lo dijo Luna, irás al hospital después del almuerzo, así que apúrate si no quieres que se te haga más tarde — mira a Samuel indicando que necesita auxilio para escapar — A mi ni me veas, bro, mi mamá y Luna siempre tienen la última palabra — responde Samuel — además, tienen razón, debes atenderte, ayer cuando llegamos por tí ya estabas dormido en el auto y te veías pálido, casi no cenaste y ahora ésto, pero si necesitas mi ayuda, puedo ir al buffet y hacer lo que tú me pidas — Está bien — accede Andrés obligado por todos — creo que te tomaré la palabra, ahorita te doy instrucciones, pero por favor, nada de jueguitos, allí soy una persona muy respetable — De acuerdo, de todos modos no creo que Mariana se presente en el buffet — ¡Esperemos que no! — expresa Andrés — Sirve que me voy empapando del negocio familiar, cariño — juega Samuel y Andrés le lanza una mirada de asesino — aunque en el buffet deberemos ocultar y negar nuestro amor — corrige — Espero no arrepentirme En cuanto terminamos de almorzar, todos nos vamos a arreglar para salir, Fernando deja a Samuel afuera del buffet ya con las instrucciones de Andrés y uno de sus trajes, luce guapísimo, además de elegante. — Confío en tí, Samuel — expresa Andrés — Lo sé, mi cielo — bromea — ésto me servirá para aprender mucho, gracias por creer en mí — Si tienes dudas, sólo llama Lo vemos entrar mientras Andres hace una llamada para avisar que alguien va en su lugar y se asegura de que sea bien recibido. Luego, Fernando comienza a conducir hacia el hospital, el mismo donde nació Camila, es un hospital general muy bueno, con especialistas y excelente servicio, allí estará en muy buenas manos. Noto que Carmelita está preocupada por Andrés, él se deja abrazar como si de su madre se tratara, creo que tiene miedo de lo que le puedan decir los doctores.
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