4. Confianza

1227 Words
FERNANDO Regresé del aeropuerto y el calor iba en aumento, por lo que me urge ponerme una ropa más ligera, una escapadita a la alberca del hotel me caería muy bien. En cuanto llego, la señorita Luna ya está allí portando un bikini azul cielo que resalta su belleza, recostada tomando el sol y es tan sensual que se apodera de todas las miradas de los hombres del lugar, incluyéndome. Cuando me acerco para saludarla, ella me presenta a su chofer, Samuel, me indica que además es su mejor amigo y cómplice en todas sus locuras, por lo que sigo pensando que entre ellos hay algo más. Entonces siento que ahora soy yo el que causa el mal tercio. No puedo apartar mis ojos de su belleza y me siento incómodo por la situación, justo cuando pretendo despedirme para alejarme, Samuel se va con el pretexto de seguir las indicaciones de la señorita Luna para un plan que desconozco, hasta este momento. Ella me invita a recostarme a su lado para platicar cómodamente, hablamos un poco de todo, negocios, que es lo que nos concierne. Coincidimos en varios puntos respecto al negocio, y otros en cuanto a la vida personal, cosas que con mi esposa nunca me había planteado, por ejemplo. — ¿Usted tiene hijos, señor Rivera? — pregunta ella — No, señorita, aún no. — ¿Pero sí pretende tenerlos? — ¡Por supuesto! — ¿Y su esposa opina lo mismo? Supongo — Sí, claro — respondo ésto con una enorme sonrisa en mi rostro que en descenso con cada cuestionamiento de la señorita — ¿Y qué tiene pensado hacer cuando empiece a tenerlos? — Me he esforzado mucho para tener una gran fortuna y así poder retirarme en cuanto llegué el primero — Eso suena muy bien. Tengo entendido que su esposa es artista y da clases o algo así… — Efectivamente, es una gran pintora — ¿Y ella también hará a un lado su carrera para criar hijos? — preguntó esto mirándome fijamente, como si me atravesara de orilla a orilla. — Mmm… Bueno, ella puede seguir pintando si así lo desea — ¡Lo sabía! Señor Rivera, si yo estuviera en el lugar de su esposa, no dejaría mi carrera para tener hijos, sinceramente, ya que ella es una pintora muy exitosa con una gran carrera por delante todavía, ella apenas va empezando y va en ascenso poco a poco, mientras que usted ya va terminando pensando en retirarse, ¿me explico? — No lo había visto de esa forma… tendré que hablarlo bien con ella. — Le haré otra pregunta, si está de acuerdo — asentí con la cabeza — usted dijo que ya tiene una casa en… — La ciudad del sol — Casa en donde vive con su esposa, ¿cierto? — Sí — Pero usted pasa el tiempo de viaje y ella en sus proyectos, y bueno, ella ahora tiene un trabajo en una prestigiosa universidad, y para ello tiene que viajar hasta acá para dar sus clases —Eso será sólo temporal — ¿No ha pensado en la posibilidad de que ella se quede a trabajar allí permanentemente? Es una excelente oportunidad para ella — Sería algo maravilloso — ¿Y estaría viajando continuamente cada fin de semana para ello? ¡Qué abrumador! — Supongo que sí — Me sorprende que con su dedicación a las finanzas no esté pensando en comprar una casa más cerca, se ahorraría demasiado — Me ha tomado por sorpresa todo su cuestionario — Disculpe, no es mi intención cuestionarlo, sólo quería saber un poco más acerca de su enfoque en cuanto a la vida cotidiana. Luego, un tipo se acerca a Luna para entregarle una joya como regalo, lo cual ella rechaza de inmediato, adjudicando que ya tiene uno muy parecido y muchísimo más caro, haciendo sentir incómodo y estúpido al “galante caballero”, como ella lo llama. — Señorita, es un placer coincidir en esta vida con una dama tan bella como usted. — Gracias — respondió Luna sin expresar emoción alguna — Una bella dama como usted solo merece lo mejor así que, me permití comprarle este obsequio — el hombre sostenía el regalo en la mano mientras Luna lo barría con la mirada a él y al obsequio para luego decir lo siguiente — Agradezco su pequeño detalle, galante caballero, pero sabe, ya tengo uno muy parecido y de mucho más valor en casa, por favor, evítese la pena de que lo vuelva a rechazar y aléjese de mí. Él se va y yo quedo atónito por lo sucedido, pero luego ella explica su punto de vista respecto a este tipo de acontecimientos. — Los hombres como él, siempre creen que pueden comprarlo todo, incluso el cariño y admiración de una mujer, pero las mujeres como yo, no nos impresionamos por cosas que nosotras podemos conseguir con esfuerzo, con negocios y trabajo, por ejemplo. ¿O usted qué piensa señor Rivera? — Estoy totalmente de acuerdo con usted, señorita, es mejor trabajar y comprar uno mismo y, sobre todo, no deberle nada a nadie. — Además es un tipo rabo verde — dijo en tono de burla. — Es cierto, es usted muy joven para él, aunque desconozco su edad — ¿De qué edad me ve? — Para serle sincero, me parece que usted tiene 25 — Es usted muy acertado, señor Rivera, 25 años de experiencia me respaldan — ambos reímos luego de su comentario — ¿Puedo saber su edad? Sólo por curiosidad — Yo tenía 10 años cuando usted nació, señorita. Soy algo viejo para una chica de su edad. — No es tan viejo como el “galante caballero”, ja, ja, ja — Tiene razón — dije tratando de ocultar una sonrisa — Y, perdón que se lo diga, pero usted luce muy bien para su edad. — Le agradezco el cumplido, lo consideraré bastante — ¿Perdón? — Sí, para los negocios, ja, ja, ja… Mantenemos una plática larga y agradable, siempre con sarcasmos y bromas, me siento tan cómodo con ella, como si la conociera de siempre. Aunque mis ojos no pueden ignorar esa figura tan sensual, mis deseos aumentan cada vez más, no quiero apartarme de ella, pero debemos revisar algunas cuestiones del negocio como el lugar para nuestra empresa, buscar mobiliario y equipos, empleados, etc., etc., así que tenemos que retirarnos para poner manos a la obra, nos dividimos las tareas por acuerdo mutuo, así optimizaremos tiempo. Ella confia en mí y yo en ella, algo escencial para trabajar de esta manera. LUNA ¡Qué horror y qué oso con el galante caballero! Me pregunto, ¿qué le habrá dado el valor para dirigirse a mí, a ese raboverde? A leguas se ve que podría ser su hija, tal vez su nieta. En cambio, el señor Rivera es tan gentil y caballeroso, ¿habrá notado mi magnífico bikini? Es increíble cómo soy capaz de notar las miradas de todos esos tipos tan intolerables, pero la de él no. ¡El señor Rivera es tan sexy! ¡Es un mangazo que quisiera comerme sí o sí! ¿Quién fuera su esposa para disfrutarlo día y noche? Si yo fuera ella, no lo dejaría solo ni una noche, es más ni un minuto.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD