5. Fantasía

1177 Words
LUNA El señor Rivera y yo acordamos dividirnos el trabajo, él estará buscando maquinarias y otros equipos para lo que a la producción de empresa concierne, mientras yo me encargaré de los materiales y mobiliario de oficina. Me dirijo a varios lugares para solicitar las cotizaciones pertinentes. La verdad, hay mucho tiempo para ello, aún falta adquirir los terrenos donde se establecerá la empresa, será una inversión en partes iguales y el arquitecto nos visitará pronto para presentarnos los planos y la idea completa. Pero necesito que mi mente permanezca ocupada al 101%, pues me está costando mucho ser fuerte y siento que en cualquier momento cometeré una locura. Por suerte, estoy lejos y puedo evitar ver a ese par y también, omitir las explicaciones de la cancelación de la boda a todos los familiares y conocidos. No he recibido llamadas, aún, preguntando las razones, ni siquiera Adrián ha llamado para ello y se supone que no podía vivir sin mí, ¡maldito! Terminaré el día y ya veré qué pasa después. De regreso al hotel, Samuel me mira constantemente como si quisiera decirme algo, pero no se atreve, es demasiado amable como para tratar de incomodarme, pero lo conozco y casi puedo leer sus pensamientos, está preocupado por mí y quiere saber cómo me siento y si planeo hacer alguna estupidez, como embriagarme o mandar a quemar la casa de mi ex. Me adelantaré a responder a sus preguntas para evitarle la incomodidad. — Estaré bien, Samuel, te lo prometo, sólo necesito un poco de tiempo, regresando al hotel, quisiera estar sola, quiero meterme al jacuzzi y consentirme un poco con mis tratamientos faciales y todas esas cosas de mujeres, olvidarme de todo y en la mañana siguiente despertarme muy tarde. — Creo que es lo mejor, señorita, pero recuerde cenar — ¿Podrías pedir que me suban algo a la habitación? Para mí, ya fue demasiada gente por hoy — Por supuesto — Y por favor, no te quedes en el hotel, la ciudad es hermosa, sal, conoce gente, hay mujeres muy lindas con las que podrías salir — él me miró como si estuviera loca, lo cual quiere decir que no lo hará, pero tengo la solución para ello — ¡Es una orden! Si yo me entero que me desobedeciste, presindiré de tus servicios — Señorita, por favor, no haga eso — Entonces, haz lo que te pido Ambos reímos de esta escena, normalmente así somos como niños peleando a cada rato, pero al final, él siempre hace lo que le pido. Es un casanova, pero muy discreto y no dejará pasar ninguna oportunidad y mucho menos con mi consentimiento. Debo confesar que todo lo que sé sobre hombres, ha sido gracias a él, siempre me aconseja y me da su perspectiva, y yo hago lo mismo, somos compinches. FERNANDO Era tarde cuando regresé de mis deberes y ahora me encuentro en mi habitación descansando, ha sido un día muy largo, me dispongo a cenar y quiero que la señorita Luna me acompañe, pero no me atrevo a invitarla, aunque, de todos modos, estoy preparando la ducha, por si acaso. Estoy tratando de relajarme por un momento, pero lejos de lograrlo, estoy pensando en ella, esta maldición me carcome los deseos y deshace cualquier intento de remordimiento, aunque trato de no pensar en ella, solamente logro generar más ansiedad por estar a su lado, ansiedad que me motiva a contar los minutos que faltan para volver a verla, ansiedad que me orilla a buscarla, a llamarla con algún pretexto estúpido como los que usé esta tarde, saber si el lugar que elegí le parece correcto, aunque el acuerdo era que yo lo eligiera confiado por mi experiencia en los negocios, que si donde ella anda está lloviendo o que si cree que tomé las decisiones adecuadas, debo admitir que la he llamado muchas veces durante esta tarde y recordarlo ahora, me hace sentir un adolescente inmaduro, torpe y posesivo. Ya en la ducha, mi cuerpo sucumbe ante el constante pensamiento de Luna entre mis brazos, imaginarla con su bikini azul dentro de la alberca y yo a su lado, sólo ella y yo, dejándome llevar completamente por mis impulsos atreviéndome a probar el sabor de sus labios en un beso largo e intenso, clavando mis ojos en la profundidad de su mirada, dejando que mis manos toquen la piel de sus brazos y recorrer con mis dedos hasta su cuello para luego volver a besarla. La piel se me eriza de sólo pensarlo. Imagino que el agua de la alberca hace notar sus pezones erectos a través de su traje de baño, lo cual me excita bastante, me gusta pensar que el calor del agua de la regadera es el mismo calor que emana su cuerpo tan perfecto, pero al no poder tocarlo me enloquezco. Esta ansiedad me hace pronunciar su nombre en mis momentos de fantasía en la ducha. Mi pene erecto me exige la atención de ella, pero ella no está y yo tengo que resolver mi situación solo. Con mis manos sostengo mi pene, jalando y contrayendo intentando ayudar a disminuir la tensión causada por mi constante pensamiento, por mi deseo infernal. Me masturbo alrededor de quince minutos sin lograr liberar mis líquidos seminales y me rindo exhausto. Salgo del baño y me visto lo mejor posible con la intención definitiva de invitar a Luna a cenar, debo causar una buena impresión así que, me perfumo como adolescente y salgo de mi habitación. Estando afuera de su habitación, me percato que la señorita Luna no está, ¿dónde podría estar a estas horas? Bajo para ver si se encuentra en el restaurante o en la alberca, al no verla en ninguno de esos lugares, me paso al bar y allí está, en el karaoke, cantando a todo pulmón canciones de despecho con una botella en la mano y un tipo hablándole al oído e intentando besarla, se nota que ella ya está bastante ebria, tanto que no es capaz de correr al aprovechado ese, las manos del tipo la tocan por todos lados, como un pulpo, y ella como si nada, y yo muriéndome de los celos y unas ganas enormes de estar en el lugar de él. Me acerco a ella espantando al fulano, ella está tan borracha que ni cuenta se da de ésto, me ofrece un trago y acepto por cortesía, luego me ofrece otro y otro, ella canta con tanto sentimiento, la veo tan dolida que la acompaño a beber un poco, como lo hacen los buenos amigos, luego la obligo a subir a su habitación, se quita los tacones y me hace llevarlos en la mano mientras se recarga en mí para caminar, es toda una odisea trasladarla a su habitación, dice cosas sin sentido y sus constantes intenciones de vomitar me hacen pasar la mayor vergüenza de mi vida. Pero dejarla en el bar no es una opción ya que, está tan pasada de copas que cualquiera puede aprovecharse de ella, cualquiera, incluso yo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD