3. Excitación

1213 Words
FERNANDO Paso la noche con mi esposa, ella se quedará hasta el mediodía siguiente, por lo que tengo que aprovechar al máximo el tiempo con ella. No puedo dormir pensando en la señorita Luna, mi esposa piensa que estoy emocionado por lo que este viaje representa para ambos. Entré al jacuzzi y mi esposa está tardando un poco en alcanzarme, estoy tan excitado recordando la belleza de la señorita Luna, mi pene está erecto y por mi mente pasan tantas cosas antes de que mi esposa llegue junto a mí, la toco con tanto vigor imaginando que es el cuerpo de Luna el que se encuentra a mi merced, evito mencionar nombres para que no se descubra mi confusión, la lencería nueva que ella luce ante mí ni siquiera la he apreciado, se da la media vuelta quedando de espaldas y comienzo a besar su cuello, me desespero al ver su cabellera roja y no el color oscuro que tanto deseo, lo jalo y comienzo a tocar con prisa, incluso, rompo uno de los tirantes de su brassier, le meto mi pene sin prepararla, ni siquiera me dado el tiempo para saber si ya está mojada o no, la meto hasta el fondo sin darle tiempo ni de respirar, ella no repara, solo recibe sin quejarse y se atreve a disfrutar del momento gimiendo y pidiendo más, a decir verdad, soy un poco salvaje con ella. Para mi sorpresa, me pide que le diga cosas sucias al oído, a lo que yo respondo: — Eres mi perra — Soy tuya — ¿Te gusta así? — Me encanta — Eres una chica sucia — Mmm... No puedo decir más porque mi mente está divagando, retrocediendo el tiempo hacia la cena con la señorita Luna, tiempo en el que me atrevo a recostarla sobre la mesa y desnudarla, pero es sólo mi imaginación y no me está bastando con ello. Mi pene entra y sale de su "estuche" arrancándole múltiples gemidos y un par de orgasmos, ya estoy cansado y siento que el pene me va a explotar en algún momento, pero por alguna razón estoy batallando para llegar al clímax. — Alguien sigue muy caliente — menciona ella e intenta ayudarme con su boca, lo lame y lo chupa tan rico, de pronto Luna aparece en mi mente, de nuevo, como una maldición, es su imagen la que no me deja llegar y la odio por eso. Mi esposa me cabalga, sus movimientos son suaves y lentos, como si no hubiera prisa, pero yo sí quiero apurarme para dormir, para volver a imaginar a Luna, para despertar temprano y volver a verla. Luego la beso intensamente pensando en ella, procuro nunca mencionar palabra, todo en silencio para no romper la fantasía. Debo admitir que, le hice el amor a mi esposa pensando en mi nueva socia, sé que la amo, pero la señorita Luna ha despertado en mí algo desconocido. LUNA Ya es de día y tengo muchas cosas que hacer hoy, como enviar un aviso de cancelación de la boda a todos los que habían sido invitados, debo mandar a cambiar las chapas de las puertas para que esos infelices ya no tengan acceso a mi casa, les ofrecí todo y no supieron valorarlo, ¡que se vayan al carajo! Luzco tan mal, la tristeza no me sienta nada bien. Debo alistarme para ver al señor Rivera y a su esposa, no pueden verme así, seguro cancelarían la negociación sólo por mi aspecto tan horroso... Además, Samuel debe estar esperándome para almorzar, ya es tarde y él acostumbra a madrugar, no es justo para él. El calorcito está rico, un almuerzo en la alberca estaría bien para olvidar mis penas, ¡este bikini es perfecto para la ocasión! Aunque, ya puedo imaginar a toda la bola de patanes que estarán rondándome, esos nunca faltan. Mejor más tarde, quisiera almorzar tranquila, sirve que invito al restaurante a los señores Rivera, dicen que el restaurante de aquí es muy bueno, les dejaré un recado para que me alcancen abajo. FERNANDO Giselle y yo estamos bajando a almorzar, la señorita Luna ya nos esperaba en el restaurante del hotel y de una manera muy amable, pero carente de sonrisa, nos recibe en la mesa. Su chofer, sentado a su lado, parece tan atento a lo que ella necesite, siempre la trata con amabilidad y respeto sin importar la actitud que ella tenga, a mi parecer, él sí esta enamorado de ella. — Su café, señorita — ofrece el chofer —¿Con dos de azúcar? — pregunta ella — Y dos de crema, como a usted le gusta — Gracias — ella le sonríe por unos segundos y luego vuelve a su pose de seriedad, ¿porqué le sonríe? Es más, ¿qué hace él aquí? ¿No debería estar limpiando la camioneta? ¡Diablos! ¿Qué me está pasando? Respira, Fernando, tú ya tienes a una bellísima mujer a tu lado, compórtate a la altura, por favor, o ésto terminará muy mal. Hemos terminado de almorzar y ella algo le susurra al chofer que lo hace retirarse de inmediato, quedando sólo los tres en la mesa, — un perfecto mal tercio — indica ella en tono de burla. Noto que esta mañana, su alegría parece haberse esfumado, como si la Luna de ayer y la de ahora fueran dos personas completamente diferentes. Durante el almuerzo, algunos hombres a nuestro alrededor se muestran sumamente interesados en ella, la acechan con sonrisas y miradas que, desde luego, ella rechaza con gran altivez, ¡y qué alivio! Luego del almuerzo ella se va, dejando un silencio y un gran vacío en el lugar. Se hace tarde y debo llevar a mi esposa al aeropuerto, el lugar al que va no está lejos, pero en carretera se hace más de tres horas por las condiciones en las que se encuentra, por ello hay un helicóptero que la lleva y la trae. Me despido de Giselle con un beso en la frente como sintiendo culpa por estar pensando en la señorita Luna. La volveré a ver al final de la semana, pero me siento extraño, no quiero que se vaya a pesar de que viajo bastante y acostumbro a estar sin ella por días, a veces semanas, incluso meses. Como si supiera que algo sucederá. LUNA El almuerzo con los señores Rivera fue demasiado para mí, verlos tan juntos, atentos el uno con el otro, siempre sonriendo, felices planeando su futuro, me hace pensar que yo jamás tendré algo así. ¡¿Porqué me hicieron ésto?! Nunca he sido una mala persona, al contrario, vivo dando todo de mí y mira cómo me han pagado. Pero debo seguir adelante, aunque sinceramente no sé cómo hacerlo, Samuel dice que debería reconsiderar lo de la alberca para distraerme o me volveré loca pensando en ese par de infames, no le pregunté, pero quizá el sí quiere ir y yo aquí de egoísta, pensando solamente en mí. Le diré que sí, es el único que siempre está a mi lado a pesar de todo, así que le daré ese gusto. Me pregunto si el señor Rivera andará por allí, de seguro se ve muy sexy en traje de baño... y sin él.
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