ANDRÉS — ¡Fernando! — le hablo mientras me visto para irnos a casa — Dime — Sabes que nunca pude olvidarla, por eso quiero pedirte algo más — ¿Ya estamos cursis? — Sí y me tendrán que soportar porque soy el enfermito — Te dije que no te aprovecharas, pero te escucho — Si algo no sale bien, le dejaré todo a ella, júrame que... — ¡Saldrás de esta! — interrumpe Fernando — ¿escuchaste? — Sólo por si acaso, júrame que mi última voluntad se hará y que le ayudarás en todo lo que necesite — Sabes que sí y por favor, apúrate que ya tengo hambre Hoy más que nunca pienso en Dulce, su recuerdo me hace sentir que ya viví lo que debía y me siento feliz de haber conocido el amor verdadero a su lado, aunque no esté conmigo y aunque nunca la vuelva a ver, aunque le estoy rogando a Dios que me pe