CAPITULO LV. Regañados

1201 Words
JOAQUÍN ¡Debo evitar que mi cuñado cometa una locura! — No digas eso, Fer — replico — ¿Estás loco? — me reclama Samuel — ¡le romperás el corazón! ¡Y ella no podrá con eso! — No puedes dejarla ahora cuando más te necesita — expresa Andrés — ella jamás te perdonaría por abandonarla — Pero, — explica Fernando — es la única manera para que sus padres... — No, Fernando, el que tú te vayas no solucionará nada, — interrumpo — sólo lo complicarás más, mis padres no van a cambiar su opinión sobre mi hermana ni aunque se vuelva monja, así que por favor, aunque agradezco tus buenas intenciones, no lo hagas — Tienen razón, es sólo que no puedo dejar de sentirme culpable por todo este desastre — explica — Me alegra escuchar eso. — expreso — Samuel, quiero disculparme por lo que hizo mi esposa — ¿Por lo que hizo tu esposa? — pregunta — ¿Te refieres a la bruja de Lizanya? — Sí, ella nunca debió invitar a Mariana a la fiesta, — explico — si ella no hubiera asistido, ustedes dos — refiriéndome a Samuel y Andrés — no hubieran tenido que dar ese espectáculo — Tienes razón, pero no te disculpes por ella, no es necesario, ya aprendimos a conocerla — responde Samuel — Pero es mi deber como su esposo — insisto — Mejor discúlpate por lo que tú hiciste — sugiere Andrés — ¿Lo que hice? — cuestiono — "¡Beso, beso!" ¿No te suena? — no puedo evitar una gran sonrisa al escuchar ésto — Sólo trataba de ayudarlos a que se viera más real — explico burlón — ¿Si sabes que se las cobrarán, verdad? — pregunta Fernando mientras ellos me miran sonriendo — Solamente estaba metido en mi papel — me defiendo — Hazlos entender — comenta Fernando — Cómo sea que haya sido, nos desquitaremos, ya lo verás — expresa Samuel — No creo que logren igualar lo que hice — me río — Eso me da una idea — comenta Samuel — No resultará, soy más listo — Yo creo que ya es suficiente por hoy, niños — interviene Carmelita — ya dejen de pelear y pasen a la sala — Mamita — menciona Samuel — Basta, niño, sea lo que sea que estés intentando debes parar ya — reprende ella — No intento nada, mamá — Si no te conociera tan bien, te lo creería, además, ustedes me deben una gran explicación — Creo que será mejor que suba con Luna y con Camila — Fernando intenta escapar — ¡De ninguna manera! Usted también debe quedarse. Ustedes cuatro no me tienen muy contenta, y no entiendo cómo está eso de que Andrés y tú se van a casar — exclamó dirigiéndose a Samuel — si hasta donde yo sé, ustedes son tan machitos que andan de flor en flor y dudo mucho que hayan cambiado de preferencias de la noche a la mañana — Mamá, yo... — ¡No me interrumpas cuando hablo! — lo regaña Carmelita — y ustedes — dijo mirándonos a Fernando y a mí — muy contentitos alcahueteando las estupideces de este par, yo no sé qué voy a hacer con todos ustedes siempre metiéndose en problemas y aún así, dicen que Luna es la oveja negra de la familia, pues si ustedes son iguales, necesito una explicación, ¡ahora sí, hablen! — Mamá, esque era la única manera de que Mariana dejara de insistir — explica Samuel — Es muy insistente esta mujer, nana — intervengo — ¿Y por eso se volvieron mentirosos y teatreros? — cuestiona ella — Sí, nana, además, es aliada de Liz — explico — y dudo mucho que tengan buenas intenciones — No deberías hablar así de tu mujer — me regaña — Bueno, nana, es que ella ha estado desplazando a mi hermana, ya sabes, y me da mucho coraje y culpa porque yo la metí en nuestra familia — Nadie desplaza a nadie, hijo, de eso puedes estar seguro, y sí, tu esposa no nos tiene muy contentos a ninguno de los presentes, pero no es excusa para el tremendo espectáculo que dieron — Mamá, ¿y si sí fuera gay? — pregunta Samuel intentando cambiar de tema — Ay, hijo, yo hubiera sido la primera en darme cuenta, ¿no lo crees? — Pero, de ser así, ¿todavía me querrías? — Claro, eres mi hijo y siempre te voy a querer aunque me saques canas verdes, pero no estoy de acuerdo con lo que hicieron — Estamos arrepentidos, Carmelita — menciona Andrés — Por supuesto, ahora estarán en boca de todos y las mujeres ya ni van a querer salir con ustedes — advierte Carmelita muy sonriente burlándose de esos dos — Yo no diría eso, mamá, ya que tengo varias ofertas de mujeres para intentar volverme a la "normalidad" — Ella lo abofetea y comienza a regañarlo de nuevo — Eres un barbaján, ya deberías sentar cabeza, ¿que no piensas casarte y darme nietos? — Ay, mamá, estoy muy joven todavía — ¡Estamos! — corrige Andrés — Mujeriegos, patanes... — Carmelita comienza a regañarlos y a lanzarles golpes con un trapo sin soltarlo, es muy divertido y quiero reírme, pero estoy haciendo un gran esfuerzo por permanecer serio, al igual que Fernando, ya que no queremos correr con la misma suerte. Cuando todo se calma, los cinco nos sentamos de nuevo en los sillones y nos quedamos muy serios, luego Carmelita vuelve a decir algo. — ¿Y entonces qué piensas hacer, Joaquín? — No lo sé, nana, por lo pronto, debo irme a dormir a casa, no quiero darles motivos a mis padres para sacarme también de sus vidas — Entiendo, hijo — menciona Carmelita — No, nana, no lo hago por que no quiera correr la misma suerte de mi hermana, si no porque estoy seguro que Lizanya esconde algo y debo ser más inteligente que ella — En eso tienes razón — menciona Samuel — debes averiguar lo que se tenga entre manos — Y haces muy bien en quedarte con tus padres, podrían correr peligro — añade Andrés — Yo no creo que sea para tanto — menciona Carmelita — Estás muy callado, Fer, ¿no me digas que piensas todavía en tonterías? — cuestiono — No, no, no, ya entendí. — responde — Es sólo que Andrés tiene razón, podrían estar expuestas sus vidas, ya ves que uno nunca termina de conocer a las personas, mírenme a mí que, a pesar de lo años que duré casado, nunca supe realmente quién era Giselle Valdivia y todo lo que tuve que pasar por no darme cuenta a tiempo — Hablando de eso — interviene Carmelita — ¿ya detuvieron al asesino? — No, Carmelita, — explica Andrés — todavía no hay nada al respecto, de hecho, pronto debo volver — Yo pensé que ya te quedarías aquí, ya me estaba encariñando con mi yerno — ella se burla — ¡Mamá! — reclama Samuel — Ustedes tienen la culpa — responde mientras nos reímos
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD