CAPITULO LVI. Amor imposible

1022 Words
ANDRÉS Luego de que Joaquín se fuera, todos nos fuimos a dormir, por increíble que parezca ni Samuel ni yo salimos tras lindas chicas, después de la regañada de Carmelita preferimos quedarnos a descansar tranquilamente en casa. Fue una noche muy calmada y logré recargar energías, aunque el alcohol de ayer hizo sus estragos ya que, me duele la cabeza y, en este preciso momento, me dirijo a la cocina, tengo una sed atroz, además, es muy temprano y ya se siente el día muy caluroso. Alguien ya estuvo por aquí preparando el almuerzo y yo que creía ser el as de la cocina, pero ésto se ve muy bien y no puedo resistirme a probar lo que está en el sartén, ¡está exquisito!, alcanzo a ver por la ventana a alguien que anda afuera, voy hacia allá. — ¡Andrés! — me habla una voz desde afuera — ¿Luna? — me acerco — Buenos días, compadre, — confirmo que es ella tomando el sol — ¿cómo amaneciste? — Muy bien, ¿y tú? — Si acaso piensas que estoy cruda como tú, estás muy equivocado — En verdad extraño la juventud — No es para tanto — No, sólo son diez años de diferencia — digo con sarcasmo — Cierto, cuando yo nací, tú ya estabas cerca de la pubertad, tienes razón — ¡Oye!, pero no te burles — Yo nunca haría eso — me río porque no le creo — Oye, Andrés, ¿puedo preguntarte algo? — No sé porqué tengo un mal presentimiento — Sólo será una simple preguntita — De acuerdo, al mal paso darle prisa — Exagerado, pero cuéntame ¿tú porqué estás soltero? ¿Acaso nunca te enamoraste? — Pues... — ella acaba de tocar un punto sensible — yoooo... — Lo siento si te incomodeé, no era mi intención, te lo aseguro, de hecho, no es necesario que respondas si no quieres — Allí donde lo ves, su corazón siempre ha sido de una sola mujer — interviene Fernando, quien viene llegando en traje de baño — ¿En serio, Andrés? — Luna se sorprende — Sí, una vez me enamoré,— respondo — aunque te cueste creerlo, yo también tengo mi coranzoncito — ¿Y qué pasó? — Sólo no pudimos estar juntos — expreso — ¿Por? — pregunta curiosa — Éramos muy jóvenes, sus padres no me querían debido a mi fama de mujeriego y cuando me salí de mi casa, perdí todo contacto con todo el mundo, incluyéndola y aunque la busqué, jamás la volví a ver — La verdad no te imagino enamorado — expresa Luna — Nada que ver con el picaflor que conoces — comenta Fernando — Lo supongo, Samuel también era muy diferente antes de que la bruja esa le rompiera el corazón, así que debiste ser igual a él de romántico y detallista, nada que ver con lo que eres antes —Es probabe, ya que somos iguales en casi todo — Sí lo había notado, sólo los ojos son diferentes — expreso — Y el nombre — me burlo Todos nos reímos de esta conversación, un momento después decido regresar a mi habitación para cambiarme puesto que, el calor es intenso y quiero meterme a la alberca. Luna ke ha hecho recordar un pasado que creí haber superado, pero no, he vuelto a pensar en ella, la recuerdo así tan dulce como su nombre, tan linda siendo la mujer perfecta para mí, esas tardes en que solíamos caminar por el parque, esas discusiones con nuestras familias y tantos recuerdos más que me vienen a la mente, no puedo evitar sentir nostalgia y melancolía, nunca pude volver a verla ni siquiera para despedirme o explicarle porqué me tuve que ir, de seguro se quedó pensando en que la abandoné, en que jugué con ella, de seguro le rompí el corazón. Si pudiera volver a verla una vez más, si tan sólo tuviera una sola oportunidad para demostrarle que nunca quise herirla, pero ya es muy tarde para mí, para nosotros y sé que eso jamás sucederá, por lo que sólo me qieda continuar con mi vida tal y como lo he hecho hasta ahora, quizá lo esté haciendo bien o tal vez, mal, pero lo importante es seguir, supongo. Me cambio y regreso a la alberca, Samuel ya está allí también con Camila en los brazos, me ha ganado esta partida. — ¡La niña no te quiere, Samuel! — exclamo — ¿Estás loco? Si soy su padrino favorito — expresa — No digas mentiras, el padrino favorito soy yo — Nada más que empiece a hablar y verás — ¡Los dos ya deberían tener a sus propios hijos! — exclama Carmelita — ¿Juntos o separados? — cuestiona Fernando burlón — A estas alturas, ya como sea — responde Carmelita — Cuando quieras comenzamos una rifa — menciona Luna — Me agrada la idea, Lunita Ellos ya han comenzado a hacer un complot contra nosotros, aunque quizá lo hagan con la mejor intención, yo jamás podría casarme con alguien que no sea Dulce, la única mujer a la que he amado y a la que amaré por el resto de mi vida. SAMUEL Si Luna supiera que estoy enamorado de ella y que es ella, la única persona en el mundo con la que me atrevería a dar ese enorme paso, no imagino a nadie más ocupando su lugar en mi cabeza, a veces puedo imaginarla caminando hacia el altar con su vestido blanco y yo esperándola el final del camino frente al sacerdote que nos casará, es un sueño precioso, pero imposible, claramente, y debo renunciar a él por mi bien y por el de Luna, no quisiera causarle una confusión, sé que si se entera de mis sentimientos, llorará al saber que es ella y no Mariana, quien me causa esa gran herida de amor, nunca lo permitiré aunque, con mi decisión tenga que sepultar mis sentimientos aún teniendo vivo el corazón, aún teniendo que sacrificarme y continuar con esta vida tan vacía y llena de dolor.
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