CAPITULO XVI. La sorpresa

1045 Words
GISELLE Allí está Luna y viene acompañada de su chofer, deseé tanto que no vinieran, pero aquí están. Me parece de muy mal gusto compartir la mesa con el tipo ese, ¡ya sólo falta que se siente junto a mí! Solamente porque Fernando los invitó y debo quedar bien delante de él, sino yo misma lo echaría de aquí. SAMUEL Aquí voy. Ya puedo sentir su mirada de desprecio, la diferencia entre ella y el señor Rivera es enorme, ¿cómo es que él no se ha dado cuenta que su esposa es una clasista de lo peor? Y él tan amigable, tengo que admitir que la señorita Luna compagina mejor con él. FERNANDO Allí viene Luna, luce tan linda como siempre, ¡cómo la voy a extrañar! ¿Y cómo no hacerlo? Si con su sonrisa ilumina al mundo entero, con su belleza compone los días y con su forma de ser le da vida a la vida misma. — ¡Buenos días! ¿Cómo amanecieron? — Muy bien, ¿y ustedes? — respondió Luna — También muy bien, por favor, tomen asiento — ella se sienta a mi lado y Samuel entre Luna y Giselle — Muchas gracias — Es un lindo día, ¿verdad? — Hermoso, diría yo — ¿Podemos pedir el almuerzo? Muero de hambre — sugirió Giselle — ¡Por supuesto! Y perdón por hacerlos esperar, teníamos que dejar las maletas listas para nuestra partida — Pierda cuidado, señorita, sobran las explicaciones — Es usted muy gentil, señor Rivera — Está usted muy serio, Samuel, ¿se encuentra bien? — Sí, señor, no se preocupe, así soy — No es cierto, no eres así, mentiroso. Lo que pasa es que no quería venir — No se vaya a ofender, señor, agradezco mucho su invitación, de verdad, pero siento que este no es mi lugar — De ninguna manera, para mí no hay diferencia — Pero, quizá, su esposa no opine lo mismo — Mi esposa es la más sencilla del mundo, no se preocupe, sólo que ya se le pasó la hora de almorzar y ya sabe cómo son las mujeres cuando tienen hambre, ja, ja LUNA Al parecer éstos dos ya se agarraron confianza, ¡algo tarde para ello! La que no se ve nada contenta es la señora de Rivera, pero qué cara de amargada se carga, todavía no entiendo porqué el señor Rivera se casó con alguien así, si, definitivamente, no es su tipo. El almuerzo ha llegado y todo se ve delicioso, aunque nada sabe como la comida de Carmelita. GISELLE ¡No puedo soportar ni un minuto más a esta gentuza! ¡Ay, Fernando! Tú y tu maravillosa idea de compartir la mesa con éstos dos. De haber sabido me hubiera quedado allá, ¡ni lo que sufrí en el helicóptero con tanta turbulencia! FERNANDO Creo que mi esposa no la está pasando bien, si me lo hubiera dicho desde un principio, hubiera cancelado, pero ya no puedo hacerles la grosería, además, no quería irme sin verla por última vez. — Cielo, ¿te sientes bien? No has probado tu almuerzo — Lo siento, tengo el estómago revuelto, si no les importa quisiera retirarme — Por nosotros no te detengas, de verdad esperamos que te mejores pronto — injirió Luna Justamente cuando Giselle intentaba levantarse de la silla, a Samuel se le resbala el vaso con jugo cayendo sobre ella. SAMUEL — ¡Lo lamento tanto, señora! Le juro que no fue mi intención — ¡Ya, ya, por favor, aléjate de mi! La señora Giselle se fue casi corriendo del lugar, muy molesta por cierto y yo me siento tan apenado por lo sucedido... o quizás, no — Señor Rivera, por favor, discúlpeme con su esposa, yo sabía que no debía estar aquí, ¡cómo lo siento! — No, no se sienta mal, Samuel, fue un accidente, a cualquiera le puede ocurrir — respondió él, amablemente — De por sí Samuel es muy tímido y ahora con este accidente, no va a querer ni salir, de verdad discúlpelo — injirió Luna — Sin problema, de verdad. Es más, ¿ya bajaron las maletas? Les puedo ayudar, si quieren — De ninguna manera, señor, ¿cómo cree? Yo puedo hacerlo — No creo que la señorita Luna traiga una sola maleta, para ser sinceros, creo que ha de traer cientos de ellas — ¿Cientos? Eso es demasiado — replicó ella — Todas las mujeres cargan más de tres maletas, ¿o se atreverá a negarlo? — Son sólo cuatro — No se diga más, yo les ayudo El señor Rivera se portó muy amable con nosotros, a pesar del mal momento que le hice pasar a su esposa, fue muy divertido y obviamente, no fue ningún accidente. Sé que su ayuda es más bien un pretexto para seguir cerca de Luna. Hoy les quiero hablar con el corazón en la mano, no me agrada que estén cerca y muero de celos cada vez que se ve con ese tipo, pero debo respetar sus decisiones y sus gustos, solamente para que se olvide del imbécil de Adrián, ¡qué suerte que no se casó con él! Aunque me dolió mucho verla tan deprimida, cuando regresemos todo será diferente, he sido su amigo y cómplice por tanto tiempo que, quizá me de una oportunidad, así como se la ha dado a tantos, usaré todas mis técnicas de amor y seducción para tenerla a mis pies, la quiero para mí solamente. Siempre he sido su mano derecha, pero ya llegará mi día de ser algo más. FERNANDO Todos estamos regresando a nuestras casas, olvidando cualquier tipo de contacto con Luna, guardaré en mi memoria todos esos candentes momentos que pasé a su lado y viviré con la gran esperanza de algún día volver a verla. En cuanto entramos a casa, una gran fiesta sorpresa me estaba esperando, mi adorada esposa lo había preparado todo desde la distancia. — ¡Muchas gracias por la sorpresa! Pero hoy no es mi cumpleaños — Lo sé, cariño, pero quiero que todos nuestros seres queridos estén presentes para lo que tengo que decirte — ¡Ya escucharon todos! Por favor, pongan atención... ¿Puedes adivinar cuál será la noticia?
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