LUNA
Me indican el lugar exacto de mi mesa, mi chofer, Samuel, se llama, me presta su brazo para entrar como la distinguida dama que soy, él observa todo a su alrededor, se maravilla con tanto lujo y exclusividad, pero aún así, no pretende quedarse a mi lado durante la cena, entonces le pido a un mesero que le proporcione una mesa para él y le comento que puede invitar a quien quiera, se ríe y me menciona que estará listo para cuando me quiera ir, en cuanto llegamos a mi mesa nos separamos.
FERNANDO
Uno de los del servicio me indica que mi socia va llegando, acaso ¿será esa hermosa mujer que se dirige hacia donde estoy? No puedo dejar de mirarla, todo el restaurante ha sentido su presencia, una mujer tan hermosa nunca pasa desapercibida, su cara joven y su cuerpo sensual, la silueta perfecta destacada por ese hermoso vestido dorado y su cabello oscuro recogido que deja admirar el escote por toda su espalda, tacones altos que hacen lucir sus torneadas piernas, un par de aretes pequeños y maquillaje sencillo, nada de joyería costosa ni bolsos exóticos, lo cual me llama la atención, ya que las chicas de su edad, tienden a presumir y obsesionarse en coleccionar este tipo de artículos.
Aparentemente 25 años de edad y su actitud es bastante segura y orgullosa, aunque amable y educada, me parece bastante impetuosa y decidida, siempre al hablar hace notar su inteligencia, utiliza el sarcasmo con astucia, se muestra abierta a la negociación, su mirada es fuerte y fría, por lo que parece no temerle a nada.
LUNA
¡Tremenda sorpresa me estoy llevando al ver que el importante empresario se trata de mi único amor platónico Fernando Rivera! Pero tengo que actuar con naturalidad y guardar por completo mis emociones para otro momento, ¡Samuel no me lo creerá cuando se lo cuente!
FERNANDO
Durante la cena, Giselle resiente la atención que se le estaba prestando a mi socia, supongo que está un poco celosa, ya que yo no puedo ser descortés con la señorita Luna en ningún momento, pero al cabo de un rato, sus celos disminuyen al escucharla hablar por teléfono con su prometido. El rostro de Luna se ilumina al escuchar su voz y su sonrisa se agranda naturalmente, además tiene ese brillo en la mirada, el brillo del amor.
Cuelga el teléfono y se disculpa de inmediato, comienza a hablar de él y de su compromiso, siento que puedo ver a través de ella, como si la conociera de toda la vida y supiera exactamente cómo se siente y lo que dirá a continuación. Su felicidad me hace pensar en el amor que se tiene en pareja, así como mi esposa y yo, lo cual representa también la capacidad de comprometerse con algo o con alguien, fundamental en los negocios porque eso conlleva responsabilidad. La cena fue un momento crucial para hablar de valores, metas y tratos, para finalizar, un brindis simbólico para que después nos reunamos y tratemos a fondo cada uno de nuestros intereses, una buena señal, según mi perspectiva.
Nos despedimos y cada quien toma su camino, a pesar de dirigirnos al mismo hotel, noto cómo el chofer de Luna está siempre muy cerca de ella, la cuida y la mira como si estuviera enamorado de ella, quizá sea su enamorado secreto.
LUNA
Después de la cena, Samuel y yo nos dirigimos al hotel, el señor Rivera trae auto y esposa, así que no es necesario ofrecerle transporte, además, supongo que quieren privacidad.
Me dí cuenta cómo su esposa me miraba con inquietud, no le vaya a robar al marido, aunque, quizá no sea mala idea, él es tan guapo y todo un caballero, lo que cualquier mujer quisiera tener a sus pies y en la cama.
Después de pensar un rato, Samuel rompe el hielo preguntándome por la cena y el señor raboverde, se sorprende mucho al escucharme decir que se trata del guapísimo señor Rivera, me felicita por mi nueva adquisición, como si realmente ya lo tuviera a mis pies y comienza a molestarme cuestionándome por la cantidad de copas que me bebí, ¡juro por Dios que sólo fue la del brindis!
Llegamos al hotel y cada quien se va a su habitación, antes de entrar por completo, puedo ver al señor Rivera muy acaramelado con su esposa, ¡qué envidia me da! Y mi prometido tan lejos que no puede quitarme estas ganas de coger, entro a mi habitación y me tumbo en el sillón por un momento.
FLASHBACK
En casa, doña Carmen, mi empleada doméstica, me hace saber algo que me desconcertó.
— Señorita, tengo que decirle algo, usted sabe cuánto la quiero
— Lo sé, Carmen, y claro que te escucho
— Yo sé que usted confía mucho en la señorita Cassandra y en el joven Adrián, pero le juro por Dios que mientras usted no estaba, los ví muy juntitos en la alberca, casi le puedo asegurar que se besaron en la boca.
— Carmelita, tú me viste crecer y sé que jamás inventarías algo así para dañarme, pero no puedo creer lo que me dices.
— Se lo juro, señorita, ¿qué daría yo porque ésto no fuera verdad?
— ¿Y entonces, qué hago? La boda será muy pronto y las invitaciones ya están repartidas
— Póngales una trampa como de telenovela, deje unas cámaras antes de irse al viaje ese para que los pueda ver con sus propios ojos, yo estaré al pendiente y le llamo en cuanto los vea juntos
— Es muy buena tu idea.
Después de esta conversación, Samuel me ayuda a adquirir e instalar las cámaras y micrófonos escondidos por toda la casa, eso fue lo que me hizo llegar tarde a la cena con el señor Rivera.
FINAL DEL FLASHBACK
Me levanto del sillón y tomo mi celular, tengo registradas cinco llamadas perdidas de doña Carmen, entonces abro la aplicación para ver lo que grabaron las cámaras y prendo la Smart tv de mi habitación para conectarlo y verlo desde allí como una gran telenovela de traición, efectivamente, mi novio y la que se dice mi mejor amiga, se burlan de mí a mis espaldas, los veo cómo de besan en mi propia cama y comienzan su escena pornográfica, escucho las pestes que hablan de mí y me echo a llorar desconsolada. Al cabo de un rato, apago la tv y la luz, me meto a bañar para relajarne y tratar de pensar en frío, mañana será un día muy pesado, con mucho trabajo y muchas decisiones fuertes que tomar, debo estar lista para todo ello, luego me recuesto en la cama ya con la pijama puesta y continuó llorando hasta quedarme dormida.