CAPITULO LII. Un gran dolor

1274 Words
FERNANDO Corro más veloz para evitar que Luna sea alcanzada por el vehículo, por suerte, alcanzó a jalarla del brazo hacia mí salvándola de ser arrollada, aunque ambos caemos en la banqueta. — ¡Auch! — Se queja Luna — ¿Te lastimaste? — pregunto preocupado — Sólo la caída — responde con ojos llorosos — ¿Pero porqué hiciste eso? — ¡Es obvio que para salvarte! — ¡Pudiste haberte lastimado! — ¡No me importa morir si con ello te salvo la vida! — ¡No digas eso! Luego de esa pequeña discusión sin sentido, ambos nos abrazamos y Luna se queda entre mis brazos llorando por un momento. JOAQUÍN ¡Todos vimos lo que estuvo a punto de suceder! Si mis padres no reaccionan con ésto, será cosa perdida. — Mi hermana pudo haber muerto — ¡Ésta loca! — replica mi madre — ¿Cómo se le ocurre exponerse de esa manera? Siempre tan impulsiva — Tiene suerte de que Fernando la haya salvado — explico — ¿Si se dan cuenta que él arriesgó su vida por ella, verdad? Porque de verdad la ama y no le importa nada más — Supongo que sí la ama sinceramente — Sí, ellos se aman — confirmo — y ustedes deberían valorar un poco todo lo que hicimos para hacerlos recapacitar — No veo porqué — replica mi padre — Luna está sufriendo por culpa de ustedes, han sido muy duros con ella cuando lo único que ha hecho es ser feliz — Ese es el problema, que nunca se preocupa por los demás — ¡Te equivocas, mamá! Mi hermana es el ser más noble que conozco, si tan sólo aprendieran a conocerla y a valorarla por lo que es, todo sería muy distinto — Tu amor de hermano no te deja ver... — expone mi padre — ¿Que es un ser humano y también comete errores? ¡Claro que lo veo y hasta me he molestado con ella por sus errores, pero eso no la vuelve una mala persona — Te aseguro que Luna podría comportarse de otra manera si quisiera — Y yo les aseguro que, tarde o temprano, Lizanya los decepcionará mucho más que Luna, sólo espero que no sea demasiado tarde para recuperar a su única hija. ¡La verdadera! Me retiro de allí al ver a Fernando regresando sin Luna. — ¿Cómo está mi hermana? — pregunto — Devastada, será mejor que nos vayamos — ¡Se dirige a Andrés para pedirle que le lleve a la niña y él accede a la vez que Samuel lleva la pañalera — Nosotros tampoco tenemos nada que hacer aquí, Fer, nos vamos con ustedes — expresa Andrés — Luna está en la camioneta, vamos — indica Fernando — por favor, eviten preguntarle algo sobre ésto — Comi tú digas — acepta Samuel — Mamá, vamos — Mi niña debe estar muy mal — expresa Carmelita — Joaquín, muchas gracias por todo, lamento que ésto haya sucedido y por favor, sigan festejando por tu hijo — No te preocupes, cuñado, más tarde los alcanzo para llevarles los regalos de mi sobrina — No hace falta — se opone — ¡A mí no me vas a impedir que vaya! — Eso nunca, a Luna le hará mucho bien tu compañía — En cuanto pueda safarme de esto, voy — No te apresures, disfruta, es lo que Luna quiere Ellos se han ido y yo me quedo aquí con toda la pena del mundo, ni siquiera sé qué decir, pero debo estar tranquilo para ganarme la confianza de Liz y así, averiguar su plan. LUNA Me siento muy mal, estoy muy triste, no puedo parar de llorar. Debo controlarme para que no me vean así, ya vienen. Carmelita se sube a la camioneta primero para estar cerca de mí. — Mi niña, no hagas caso a las tonterías que dijeron tus padres, ya sabes como son de... — me dice intentando apaciguarme — No, Carmelita, no intentes justificarlos, yo sé muy bien porqué lo dijeron — Porque estaban enojados, mi Lunita, ¿porqué otra cosa podrías ser? Ya sabes que cuando nos enojamos, decimos cosas que no son — Yo sé que lo dijeron porque en ese momento les nació de alma, así que en realidad sí es lo que sienten, por favor, no me mientas tratando de hacerme sentir mejor — ¡Mi niña! — ella me abraza y yo me suelto llorando aún más — Carmelita, ¿porqué mis padres no son más como tú? — Todos somos diferentes, mi niña — Pero tú si me quieres sin importarte nada, me lo demuestras cada día, ¿porqué ellos no pueden quererme? — Sí te aman, sólo están equivocados en su modo de actuar, pero ya recapacitarán — No, Carmelita, yo siento que sólo ha sido un pretexto para deshacerse de mí, porque nunca me han querido en realidad — Ellos te adoran, eres su adoración — Hace mucho tiempo que no lo siento así, en cambio tú siempre estás allí, conmigo, para mi, por mí y no te importan mis errores — Tus padres y yo tenemos una educación diferente — No, Carmelita, nada de lo que me digas los justifica, y mucho menos ahora que soy madre, yo jamás dejaré que mi hija viva algo así — Me duele tanto verte y escucharte así, yo daría mi vida porque nada de ésto hubiera ocurrido — Carmelita, tú siempre has sido más mi madre que mi madre, por favor, déjame llamarte mamá, yo ya no quiero saber nada más de ellos — Hija... — Carmelita, por favor, no me rechaces tú también — ¡Nunca, mi niña, nunca! Tú para mí, eres mi hija y así seremos siempre — Gracias, Carmelita. Por favor, abrázame y no me sueltes nunca — Carmelita y yo estamos llorando juntas, sé que ella llora por mí, por mi dolor. SAMUEL Nunca había visto a Luna llorar de esta manera, me parte el alma, quisiera regresar y decirles sus verdades a todos los que estaban allá, pero sé que sólo agravaría más la situación, además con el espectáculo que pasé junto a Andrés, no me conviene. Todo salió terriblemente mal y ni siquiera sé si la loca de mi ex se convenció de no volver a buscarme... me espera una larga conversación con mi madre, ahora está ocupada con Luna, pero sé que no me salvo. Está muy pesado el ambiente, intentaré sacarles una sonrisa aunque sea. — Ah, no, Luna, yo no te presto a mi mamá, si la quieres deberás pagarme un impuesto — ¿De qué hablas, tonto? — me contesta con la voz irritada y limpiándose las lágrimas — ¿,Crees que no te daría todo lo que tengo con tal de quedarme con ella? — No, no, no, no. Sólo es prestada por tiempo limitado, no para siempre, recuerda que yo la ví primero — Entonces, no le pongas precio porque no escatimaré — Es sólo que nunca he tenido hermanos, ésto se siente muy raro, ¿ahora debo llamarte hermana Luna? — ¡Eso se escucha muy de monja! — Tienes razón, no te queda ese outfit A Samuel nunca le ha gustado verme triste y sé que se está esforzando mucho por sacarme una sonrisa, soy complaciente sólo porque odio que Carmelita lloré por mí y, además, es un día importante, mi hija no debe presenciarme así, quiero cargarla y tenerla junto a mí, abrazarla fuerte y hacerle saber que estaré bien. ¡Jamás dejaré que mi hija se sienta así! ¡Jamás!
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD