Zíu no era un chico de mucho enredo, si algo le gustaba lo decía, y sino, también. Pero cuando vio a esa chica caminando junto a Brenda su cerebro se detuvo. No entendía nada de lo que decía el resto y no podía mirar a nadie más que a ella, hasta que de pronto la muchacha lo miró sonriente y tuvo que prestar atención a lo que pasaba, ya que parecía que esperaba una respuesta de su parte.
-Perdón, no estaba... - solo rió.
-Que me llamo Anna - le dijo la joven, y volvió a sonreírle con esa cara de niña dulce y amorosa que lo dejó más cautivado que antes.
Lena al ver que su amigo tenía un colapso cerebral aclaró su garganta para tomar la palabra.
-Perdón, a veces su cerebro simplemente deja de funcionar, no te hagas problema, ya se le pasará. ¿Se sientan con nosotros un rato o solo pasan a saludar? - preguntó.
La muchacha de pelo n***o se sonrojó un poco y respondió que solo los habían visto al pasar, y que cuando Anna se dio cuenta que su hermana estaba en un grupo de personas se había puesto muy feliz, ya que siempre había sido muy tímida. Brenda, al mirar dicho grupo, se dio cuenta que era el de aquella persona que hace años le gustaba, pero que jamás había pasado más de una que otra charla casual. Cuando Brenda le comentó a su nueva amiga que conocía al resto de las personas que acompañaba a su hermana, ésta no dudo un segundo en dirigirse a ellos para saludar y conocer a los nuevos amigos de Siriana, pero realmente no tenían tiempo para detenerse a hablar demasiado ya que debían ir a buscar unas cosas para su próxima clase. Así, sin demasiado preámbulo, se despidieron y volvieron a ingresar al edificio.
El rubio por fin pudo volver en sí, ante la mirada atenta del resto del grupo y el comentario de Lena de "ahora sí que te impresionaron" mientras que Siriana reía al ver el efecto causado por su hermana menor. Zíu aclaró su garganta y cambió rápidamente de tema.
-¿Y a tí qué te pasó que tenías esa cara de mal día antes de que llegáramos? - le preguntó a la rubia.
- Es que he tenido la peor de las suerte en mi clase favorita. Entre lo más feliz y ahí estaba él... Dan Erikson - dijo mientras entrecerraba los ojos -. Toma la misma maldita clase que yo, en el mismo maldito horario y se sienta en mi misma maldita fila una mesa más adelante.