Días después Paloma, no paraba de reírse, parecía una niña pequeña disfrutando de una función de payasos que se realizó en el centro de terapia al que asistía Diego, él le pidió que lo acompañara, claro que las intenciones del médico, es que ella empezara a acudir a las charlas. Después de aquella función, el doctor Serrano participó en un baile ancestral con varios de sus compañeros de grupo. Paloma, mantenía su mirada fija en Diego, y los movimientos que ejecutaba en aquella rutina de baile. Ella le sonreía y aplaudía, dándole ánimo, pues en días anteriores le había comentado que veía muy complicada aquella danza. —¿Todo bien? —preguntó una mujer de mirada dulce. —Sí —respondió Paloma, tomando aire de tanto reír. —¡Qué linda! —exclamó la señora, observando el abultado vientre de