Cap 6
Noticias inesperadas.
Las tres primeras palabras que dice me congelan en mi asiento y Bárbara, mi asistente quiere intenta tocarme y reacciono enseguida dándole un manotazo.
No quiero que me toquen, no estoy lista para ser madre y ahora no tengo tiempo, ya que me quedan meses por delante para poder estar al día con las empresas. Me divorcie hace dos meses y… Voy a tener este bebé.
—¿Se encuentra bien? — La voz de la doctora me trae de nuevo. — Por su cara, veo que no esperaba esta noticia? Puedo llamar a su esposo para que la recoja si se siente mal.
¡Claro que o estoy preparada! ¡Acabo de divorciarme!
—Puedo irme sola, no sea ridícula. ¿Entonces ya puedo irme?
El mal genio me toma y me levanto de mi asiento, Bárbara hace lo mismo manteniéndose en silencio.
—Sí, pero tendrá que volver en unos días para comenzar sus estudios prenatales y…
La dejo hablando sola y salgo recorriendo el pasillo que me lleva a la salida a pasos apresurados.
Solo puedo pensar en una sola persona, ella es la única que puede acompañarme en este momento.
Abordo el auto, mi asistente se sienta a mi lado y me observa, parece que quiere decirme algo, pero duda. No he sido amistosa, legue con el corazón roto, frustrada y detestando al mundo por darle felicidad a todos, menos a mí.
El chofer cierra la puerta y nos movemos.
—Llévame a casa y después lleva a Bárbara a la suya.
Es lo único que digo, porque me quedo mirando la nada afuera, pensando en cómo demonios hare para criar un hijo yo sola. Si me comunico con Derek para decirle que vamos a tener un hijo, me puede acusar de mentirosa y que estoy usando uno de los viejos trucos para tenerlo de nuevo. Ya me humillé por muchos años y no quiero eso para mí ni para mi pequeño bebe. El chofer se estaciona en la entrada de la mansión y me despido de Bárbara que se ve peor que yo, pero…
—Sé que no somos amigas, pero creo que no debería quedarse sola. Si quiere y perdona mi atrevimiento, puedo acompañarla hasta que venga alguien de su familia a cuidarla.
Nadie vendrá, están todos muertos.
—Lo siento, he sido una perra estos dos meses contigo. — Digo en respuesta. — Y no hace falta que te quedes, te veré mañana en la empresa.
Ella asiente, pero no está contenta con mi respuesta, pero, lo que menos quiero en este momento es pasar tiempo con una desconocida. Lo único que necesito es pensar y llamar a la única persona capaz de apoyarme.
Me prometí no volver a llorar y aquí estoy, en la ducha hace más de una hora llorando como una niña. Debería sentirme feliz, porque ser madre era uno de mis grandes sueños, pero quería serlo con él a mi lado, llevándome a los controles, mimándome a mí y frotándome la barriga en crecimiento hasta el nacimiento de nuestro hijo. No quería que sea así, sintiéndome miserable y sola.
Salgo de la ducha y mientras seco mi cuerpo me veo por el espejo, nariz roja, ojos hinchados. Soy un asco.
Pido que me traigan la cena y me trago todo a la fuerza aunque no tenga hambre.
—Bueno, pequeño. Ahora seremos tú y yo, y nada de estar extrañando a nadie porque mami no quiere llorar más. ¿Entendido? Tenemos que comportarnos como Los Moore que somos para que nadie nos vea débiles. —Digo con mis manos en el vientre inexistente. — Por ahora, solo le contaremos a la tía Emilie que existes.
Tomo mi móvil, hay unas horas de diferencia entre Texas y Londres, pero sé que responderá sin importar la hora. No he sabido nada de ella desde que me fui, supongo que debe estar molesta por haberme ido así nada más y sin despedirme.
Suena el tono varias veces y lo pienso mejor. No tengo por qué llevarle mis problemas a nadie y cuelgo. Pero Emilie me devuelve la llamada tres segundos después.
—Supongo que si llamas tan tarde es porque no puedes dormir por la culpa de no haberme dicho “adiós amiga, voy a extrañarte” — La voz chillona de mi amiga me hace sonreír.
—Hola a ti también. ¿Qué tantas ganas tienes de tomar el primer avión a Londres y consentir a tu amiga embarazada? — Silencio. Pasan varios segundos y miro la pantalla para ver si se ha cortado la llamada, pero no. Sigue ahí, solo que no dice nada. — ¿Te dio un desmayo o qué? ¡Emilie!
—Lo siento, es que creo que no escuche bien. ¿Dijiste que estas…
Suelto una risita nasal.
—Escuchaste bien, estoy embarazada. ¿Vienes o me vuelvo loca aquí sola?
Un sollozo de su parte que me contagia instantáneamente.
—Usare el jet privado de Eliot. — Escucho la voz de su esposo preguntándole con quien está hablando. — ¿Me esperas un segundo Sam?
Cuelga sin esperar a que le conteste y me recuesto tapándome hasta la cabeza. Cinco minutos después mi mejor amiga vuelve a llamarme y contesto.
—¿Se lo dirás? — Es Eliot quien me habla y hago silencio. — No intentes mentirme porque no te voy a creer una sola palabra.
—No. — Respondo tajante. — No le voy a decir nada, no quiero más desprecios ni acusaciones por parte de su familia, asique espero que por nuestra amistad mantengas esto en secreto ¿Entendiste, Eliot?
—Estaremos ahí mañana por la tarde, porque de ninguna manera dejare a mi mujer sola, y a ti tampoco. Son mis chicas después de todo.
La nariz me arde, la garganta se me cierra y mis lágrimas fluyen como ríos empapando mi almohada.
—Enviare por ustedes para que los traigan a mi casa.
—Te queremos, Samy. —Dice para después colgar.
No son las hormonas del embarazo las que me tienen sensible, es que, lo más cercano a una familia que tengo son ellos dos. Emilie supo quién soy el día que mi padre murió, ella fue quien me “llevo de compras” a new york, pero se quedó encerrada en su apartamento sin dar señales dándome una coartada con Derek. Eliot lo supo después de la boda, cuando su mejor amigo se fue de viaje por casi un año no sé a dónde. Ahora que ellos lo saben y que vendrán aquí, me siento mucho mejor y un poquito más feliz que antes.
Despierto en la mañana con un horrible malestar estomacal, no había sentido nauseas antes, pero parece que mi bebe ya sabe que lo sé y me está atacando con todo lo que tiene. Corro al baño y dejo la vida en el váter, me doy una ducha rápida y a pesar de que todavía no me siento tan bien, me visto, pero dejando atrás la ropa que uso habitualmente para ir a la empresa. Quiero comodidad y ser la dueña de semejante imperio me da el beneficio de vestir como me da la gana.
Bajo a desayunar, no me había tomado la molestia de conocer a mis empleados y hoy quiero conocerlos. No quiero ser como mi padre y esa es la conducta que tenía desde que llegue a esta mansión, cada vez que me los encuentro huyen y nadie se merece trabajar en un lugar sintiéndose incómodo. Son seis en total, la cocinera y su ayudante de cocina, dos mucamas, el chofer y el encargado de los arreglos. Todos viven aquí en la casa para empleados que queda detrás de la mansión y me preocupo porque tengan sus comodidades, que me digan si los beneficios que reciben son buenos o no y les pedí disculpas por mi comportamiento. Ya con una mejor cara, y con las órdenes para hoy respecto a mis invitados, mis empleados se retiran sus labores
Mi madre era una mujer gentil y agradable con todo el mundo y recuerdo la fila de empleados llorando su partida. Cuando papa murió, nadie lamento la pérdida de su empleador, quien no había sido justo con ellos en años. No quiero eso para mí, pronto habrá un bebe en esta casa y quiero confiar en ellos.
Recojo mis cosas y salgo con una sonrisa. Adiós cara de amargada, hoy será un buen día y estoy contando las horas para recibir a mis amigos.
—Buenos días, Henry. — Saludo al chofer que me abre la puerta. — Vamos a la empresa.
Nos toma tiempo llegar, ya que no vivo dentro de la ciudad, la mansión Williams está ubicada en Chelsea y demoramos casi una hora en llegar. El ingresar a la empresa con una sonrisa en el rostro sorprende a más de uno, y que mi asistente me vea vestida de esta forma también. Mi oficina, como siempre esta impecable, los documentos que requieren de mi atención están apilados a mi izquierda y mi… ¿Qué demonios es esta atrocidad?
Miro a Bárbara que me va contando lo que tenemos para el día de hoy mirando su Tablet y al notar mi silencio, determina mi mala cara.
—Calla — Le digo levantando la mano. — dime, ¿por qué hay un té de hiervas cuando lo que debe haber en mi taza es un delicioso café?
Se pone de todos los colores y trata de hablar, pero en lugar de hacerlo deja la Tablet sobre el escritorio y se mira a los pies.
—Bárbara, no te quedes mirando el piso y mírame por favor. —Trato de que se sienta cómoda, ya que ayer me disculpe por ser una completa maldita con ella. — No eres una sumisa, eres mi asistente.
Ahora sí, me mira a mí y después a la taza. Pego mi espalda al sillón y espero a que responda mientras me tomo el contenido que no sabe mal y es delicioso, pero no es lo que quiero.
—Lo siento… es que… Yo leí… — Hace pausas después de dos palabras y le sonrió alzando una ceja. — Investigue que las madres embarazadas no deben consumir café en gestación por que se alteran y supuse que usted…
Ruedo los ojos cuando se vuelve a callar y dejo la taza vacía.
— Cálmate mujer, que no te voy a despedir por eso. —Señalo el asiento frente a mí. —Mejor siéntate que parada me pones nerviosa.