Yamina se preguntó si eso no le importaría en realidad más que el propio sultán, pero no quiso decir una palabra al respecto. Abdul Medjid, según supo, no poseía ningún rasgo de la personalidad de su padre. Sus buenas cualidades, y su sentido del deber se veían oscurecidas por su falta de vigor. Físicamente era un hombre de poca estatura, delgado y pálido y según supo Yamina, de carácter melancólico, aunque su rostro se iluminaba al sonreír. Hacía dieciséis años que reinaba, un período extraordinariamente largo en la historia del Imperio Otomano. Los sultanes morían, por lo general después de unos pocos años de poder, asesinados por medio del veneno, cuchillos o por el tradicional estrangulamiento. Yarnina se percató de que Mihri deseaba impresionarla con todo lo que poseía, y por lo