—Alá estará con usted, mi ama. Y le aseguro que nos volveremos a ver.
El tono de su voz era profético, y ella deseó poder creerle.
Pero, ¿cómo se volverían a ver? Querido Hamid, que había sido tan amable y servicial, que había salvado a su padre de ser capturado por los británicos y a ambos de ser encarcelados por los turcos.
La noche anterior ella le había comunicado:
—Tal vez, cuando llegue la paz, si no he podido escapar del harén, mis parientes puedan comprar mi libertad.
Apenas lo dijo supo que era un sueño irrealizable.
¿Qué dinero podría ofrecer su familia que fuera de interés para el sultán? ¿Y quién había oído hablar de alguien que, una vez dentro del palacio, hubiera regresado al mundo exterior?
Pero ya era demasiado tarde para manifestarle a Hamid sus dudas, y estaba cont
