A veces también percibía los mal disimulados celos de los franceses. Ellos no contaban con un embajador tan eficiente como el británico y a menudo se quejaban de que la información de que disponían sobre la guerra era parcializada o incompleta. Ello no resultaba sorprendente, pues como le había dicho el embajador a Lord Castleford la noche anterior: —Es difícil que Gran Bretaña y Francia puedan marchar mucho tiempo juntas, pues Francia pretende ser siempre la que mande. —Se espera que Sebastopol caiga, en poco tiempo— había respondido Lord Castleford—, y entonces, el honor de los franceses se verá satisfecho. Lord Stratford había hecho una mueca al agregar: —Napoleón III precisa triunfar para ocultar la vileza de su real diadema. Los franceses quieren ganar todos los combates y por el