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1507 Words
- puedes tocarme, no soy de cristal. Me dio una pequeña sonrisa tímida y llena de vergüenza. Fui bajando lentamente sus manos, ya que ella no lo hacía. Baje hasta llegar a mi cinturón. Ladee la cabeza mirándola atentamente. - adelante, puedes hacerlo. Aparte mis manos, dejando solo las suyas. Poder ver como trataba en seco, armándose de valor para hacerlo. Si hacía un mal movimiento jodería todo y jodería su confianza. Reírme de ella sería mi fin y además algo muy feo. Puede sonar estúpido, pero verdaderamente me daba ternura la señorita Martín. Y me hacía sentir diferente, como si cada momento con ella fuera único y especial. No importaba lo que estuviéramos haciendo, como hace media hora, cuando simplemente estábamos comiendo. Para mí fue algo especial, ya que suelo comer solo y si como en el comedor, sigo estando solo. Tae es el único que me acompaña a veces. Salí de mis pensamientos al notar que por fin había movimiento por su parte. Lo hizo, se atrevió a desabrochar mi cinturón. Era un gran paso, parecería una tontería, pero sé que para ella fue un gran paso y muy difícil de dar. No le pedí más, porque tampoco quiero agobiarla. Volví a tomar las riendas, pero intentando que ella también participará, aunque me tocará colocar siempre sus manos o posición. ♡~♡~♡ Me desperté aturdido, al escuchar mi nombre y sentir que me tocaban el hombro. Nam me miraba de brazos cruzados, iba a incorporarme, pero me di cuenta que mis brazos rodeaban a la señorita Martín, mierda, se me olvidó cerrar la puerta con seguro. Estábamos tapados por una de las mantas que tengo, de la época en la que me quedaba incluso a dormir aquí en el despacho. - ¿Has vuelto a las andadas? - haz silencio, la despertarás. ¿Qué hora es? Me llevé mi brazo libre a la cabeza, mientras bostezaba. - Las siete de la tarde. - ¿¿siete?? Llevamos aquí desde la hora de comer. - ¿Qué intenciones tienes con ella? No deberías meterte con ella, sabes que no es como las demás. No podrás pagarla con dinero para deshacerte de ella cuando te canses. - No tengo ganas de escucharte, Nam. Eres igual de pesado que tu hermano. - En algo nos teníamos que parecer. Me voy, pero que sepas que estoy en desacuerdo con que le hagas daño. - Ya vete Nam Suspiró, y terminó saliendo del despacho, no sin antes recordarme que cierre con seguro cuando haga estas cosas. El se encargó de poner el cartel de no molestar en mi puerta. Estaba realmente cansado y ella parecía que también. Volví a acomodarme abrazando su espalda, ella estaba al borde del sofá. Estaba por dormirme, pero Kim Tae entró en mi despacho dando un portazo y despertando a todo dios. - ¿¡Pero qué hacen!? La chica había despertado y estaba más que asustada por la forma tan brusca de despertarnos de Tae. - ¿Puedes dejar de alzar la voz? ¿No sabes leer o estás ciego para leer el letrero "NO MOLESTAR AL JEFE"? - esto me sobrepasa, me voy más que indignado, Axel. Señorita Martín la espero a la salida porque me debe un helado aún. Pero que sepan, que no estoy nada feliz con esto. Dicho eso, se fue dramáticamente por la puerta. Kim Tae es terrible. No he conocido a alguien más dramático y actor que él. La chica se dejó caer de nuevo en el sofá, tapándose la cara con uno de los cojines del sofá. - Dios mío qué vergüenza… - No es para tanto, solo es Tae. Me hacía tanta gracia verla tan roja y avergonzada. No podía dejar de sonreír mientras la miraba. - ¿Qué pensará ahora de mí? Dios en tu despacho, no, no, no, tierra tragarme y escume en Australia. Me levanté del sofá y comencé a vestirme, cuando ya tenía los pantalones puestos me acerqué de nuevo a la chica y le quite el cojín de la cara. - Creo que deberías vestirte, ya son pasadas las siete y media y a las ocho empieza el horario de cena. Se le abrieron los ojos más de la cuenta. - ¿¿Las siete y media?? ¡Oh mierda, el trabajo! - La primera mala palabra que te oigo decir, señorita Martín. Esta comenzó a vestirse a toda prisa, continúe poniéndome la camisa. Cuando ya estábamos ambos vestidos le ayudó a poner todo lo de la comida en el carrito de nuevo. Estábamos por salir, pero la detuve posicionándome delante de la puerta. - ¿Pasó algo? Realmente no pasaba nada, pero sinceramente no quería que se fuera. Me miraba atentamente, esperando una respuesta. Sonreí ampliamente. - Tienes un chupetón en el cuello. - ¿¡Qué!? Se tocó el cuello asustada, me hacía demasiada gracia. Es algo estúpido, pero todo de ella me hace gracia, pero en forma adorable. - ¿¿Cómo me quito esto?? - No se puede quitar, es para toda la vida ya. - Oh no… En serio se lo estaba creyendo, si es cierto que tenía un pequeño chupetón, me pasé, pero obviamente no es para toda la vida. - Vivirás con ellos el resto de tu vida. - ¿¿Es como un tatuaje?? Asentí, aguantando la risa. Empezó a preocuparse más. Rodee su cintura, pegando la de nuevo a mi y la mire atentamente. - ¿Si quieres te hago otro? Negó con frenesí, intentó apartarse de mí, pero con suma delicadeza. Como si tuviera miedo de hacerme daño. - Es broma, solo espera un momento debes llevarte esto. Me aparté de ella y volví a mi escritorio, rebusque en el cajón la caja de pastillas. Cuando las encontré volví a acercarme a ella y se las pasé. - Soy idiota y se me volvió a olvidar protegerme, lo siento no volverá a pasar para la próxima. - ¿Volver…? - Salgamos, no puede llegar todavía más tarde. Abrí la puerta evitando mirarla, no debí decir lo de volver. No sé por qué lo dije. Ella se quedó en el comedor, nadie preguntó dónde había estado y lo prefiero. A nadie le debe interesar lo que estaba haciendo conmigo. Soy el jefe y no le debo explicaciones a nadie. Salí del edificio, iría a recoger a Nae de sus clases de baile y Yuna se había encargado de Enzo, estarán seguramente ya en mi casa. Cuando ya tenía a Nae en el coche, no suelo bajar y entrar al edificio donde dan sus clases, me agobia el hecho de juntarme con otros padres y madres sobre todo. - Irina me habló del recital de baile del colegio. - Si, es él viernes… ya hable con la profesora para que te hiciera un video de la actuación, se que no puedes venir. - Voy a ir. - ¿¿En serio?? Preguntó incrédula, vi esperanza en sus ojos le hacía ilusión que fuera a verla. Baje del coche y lo rodee para ayudarla a bajar. - Iré con la señorita Martín a verte actuar. - ¡Ah papá gracias! La niña me abrazó, la levanté en brazos. Lo que más adoro de Nae son sus abrazos, nunca puedo resistirme a ellos. - ¿Me llevas a caballito papá? - Esta bien, sube. La subí a caballito hasta llegar a casa, ya en el salón la solté en el sofá. Enzo dormía plácidamente en este. Me quedé observándolo dormir, también lo arrope bien. - Es un niño adorable - Lo es, gracias por cuidar de él. - Somos amigos Axel y se que esto va más allá de cuidar al hijo de una simple trabajadora… No te pedí ninguna explicación, pero me mata la curiosidad. ¿Quién es ella y porque aceptas quedarte con su hijo? - Yo tampoco lo sé exactamente… solo lo hice por un impulso y no me arrepiento para nada. - Uy uy uy… Esto es nuevo para ti, Axel, alias el chico que no se aferra a nada, ni a nadie. ¿Te gusta ella? - No digas tonterías, gustar es una palabra muy fuerte. Solo me atrae sexualmente. Sabes que soy activo en ese ámbito. - Lo sé demasiado bien. Debo irme, pero espero que me la presentes bien, solo pude verla dos minutos. - Irá conmigo a la fiesta de Halloween de Park Hyusunk. - La convenciste de ir contigo… todo esto es nuevo en ti. Me gustaría que cambiaras Axel, te mereces ser feliz y pasar página. No la cagues esta vez. Ella se fue acosté a Nae en su cama y espere a que Tae viniera a recoger a Enzo. Cuando se lo llevó, me eche en la cama pero no podía dormir. Volvieron los recuerdos que tanto quise olvidar. Nae volvía a estar en mi mente. Me canse de dar vueltas en la cama, me levanté y fui directamente a la habitación de la pequeña Nae. La observé dormir, necesitaba asegurarme de que estaba bien.
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