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Estaba agotada, así que me quedé dormida de nuevo. No fue adrede, la verdad tenía muy en claro levantarme e irme de su casa. Pero cuando volví a tocar la comodidad de la cama, me quedé dormida de nuevo. Me tomé la pastilla que dejó sobre la mesita y salí de la habitación aturdida. Tenía mucha hambre y olía a comida procedente de la cocina. Baje las escaleras, siguiendo el olor a tortitas. Entre en esta, los dos niños estaban sentados desayunando, mientras Tae terminaba de limpiar la cocina. Me miró de arriba a abajo, me sentí juzgada por él y lo entendía. No encajamos desde el primer día y estoy segura de que no le agrado. - me sorprende verte aquí. Toma, Axel me ordenó dejarte desayuno. Me paso el plato de mala gana. Los dos niños nos miraban, mientras comían. - ¿Qué te sorprende? - que Axel no te echará después de acostarse contigo, nunca deja a las chicas quedarse. Me molestó el hecho de que me metiera en ese conjunto de chicas con las que tuvo algo. En sí no debería molestarme el hecho de compararme con otras, pero si lo hacía. Me senté a comer, era muy incómodo estar con él. No le agradaba y él era muy obvio. Iba a hablar, pero él se adelantó carraspeando. Lo miré atentamente. - yo me voy ya, Axel no tardará en venir, había ido a reunirse con Nam por algo importante. No te vayas, me ha dicho que te quedes aquí. - pero yo iba a irme… - Pues ahora no. ¿no escuchas lo que dije? - sí pero– - me voy, me aburres. Tienes que cuidar de Nae, así que, no te vayas. Dicho eso se fue pasando por mi lado y rozando mi hombro de mala gana. No entiendo porque es tan hostil conmigo. Me senté junto a los niños, quienes me hablaron de todo lo que hicieron durante la mañana. Me contaron que Tae les llevó al parque y me sorprendió al ver a Enzo con otra ropa. - ¿Y tú uniforme de la escuela? ¿Cuándo te cambiaste? - Axel nos llevó a casa y cogió ropa mía y tuya, mamá también trajo algunas cosas que creyó necesarias. - ¿por qué hizo eso? - no lo sabemos, pero estaba muy enfadado con el primo Seo cuando lo vimos en tu puerta de casa. – Comentó la niña, encogiéndose de hombros. ¿¿Seo estaba en la puerta de mi casa?? Tengo miedo. No me dejará y tiene cosas comprometedoras mías. Me obligaba a acostarme con él, estoy segura de que algo contra mí tendrá. Limpie todo los trastos del desayuno, los niños siguieron jugando por la sala. Seguía fregando los platos, cuando el chico pelinegro entró por la puerta de la cocina. Me sentí avergonzada, ni mirarlo a la cara podía. El estaba tan normal como si no hubiera pasado nada, quería irme a mi casa, pero me daba miedo. - hablé con Nam, el lunes tendremos una reunión con Seo y arreglaremos todo. El sabe donde vives, está mañana estaba llamando a tu puerta… si lo necesitas puedes quedarte o… - oh no no gracias, ya has hecho mucho por mi. Realmente no creía poder aguantar tanto tiempo con él, en una misma sala. Mis nervios aumentaban conforme se iba acercando a mi. Sentía que mi corazón saldría en cualquier momento disparado de la tensión que notaba en el ambiente. Me quito el plato de la mano, pero su pie tocó la mía por un pequeño roce de manos. Me puse tan nerviosa que se me cayó el trapo al suelo, mojando este. Me agaché para limpiarlo, pero él hizo lo mismo. Levanté la mirada cuando vi que frenó mi mano, su cara estaba literalmente a centímetros de mí. Me miraba directamente a los ojos, su pelo tapaba parte de ellos. - insisto, quédate. Me quedé embobada mirándolo, no me salían las palabras y realmente no sabía qué decir o argumentar para negarme. - ¿Qué hacen? Los dos salimos de nuestro trance, mirando a la niña. Esta estaba de pie, frente a nosotros, con sus manos a los costados de su cintura. Nos levantamos de inmediato. Me sentí aún más avergonzada. Podía sentir mis mejillas arder. - ¿Qué haces aquí, Nae? Vuelve a la sala. - solo quería saber si ibas a venir a ver la película con nosotros… ya me voy. La niña se fue desanimada. No llegaba a entender a veces la actitud de su padre, no quería juzgarlo mal. No sé por lo que ha pasado, no sé dónde está la madre de Nae y tampoco es algo que me incumbe. - deberías ir con ella… No quería hablar, pero realmente me dolió verla triste. El chico dejó el trapo de nuevo en la encimera y se centró centró mi. - no creo que ella quiera que esté. - lo está pidiendo a gritos. Quiere que pases más tiempo con ella. - pero yo no… yo no sé. Es mi hija y siento que no la conozco, es ridículo. No quería sonar grosera, intentaba mantener un tono de voz suave. La vista del chico ahora estaba en el suelo, pude ver lo perdido que estaba en cuanto a su hija. - deberías tomarte más tiempo para conocerla, buscar cosas en común y aprovechar esos momentos… llegará un día que crecerá, y se irá. Tu eliges si para siempre o si permanecerá a tu lado. - ¿y cómo se supone que debo hacer eso? No sé interactuar con ella, sin que sea darle órdenes o regañarla.. - puedes comenzar yendo a ver esa película, con ella. - pero yo no… Rodé los ojos, no más excusas. Agarré su muñeca y tiré de él, sacándolo de la cocina. No se exactamente como me atreví a tocarlo o como es que no me apartó. Los dos niños nos miraron desde el sofá, Nae nos sonrió, pero note que la vista de Enzo fue directa a nuestras manos. Solté al chico. - solo siéntate junto a ella y ve la pantalla. Le susurre, para después sentarme junto a Enzo. Él suspiró con pesadez, pero terminó sentándose a mi lado. Nae se acomodo entre los brazos de su padre, algo que me pareció adorable. La película realmente no sé de qué trataba, apenas presté atención. Estaba concentrada en observar al chico de reojo. Enzo terminó poniéndose entre medias de los dos, porque según él, quería debatir la película con Axel. - ¿crees que ese perro lo hizo mal? ¿Por qué? - pues… si... Lo hizo mal ¿no? Ni siquiera sabía de qué estaban hablando, solo sabía que la película iba de un grupo de perritos y que estaba ambientada en Halloween, porque estábamos a una semana de esa festividad. La película terminó, el chico se encargó de preparar la comida, mientras Nae me enseñaba su habitación. Enzo se había quedado con él. - ¿Crees que soy poco femenina? Me pilló por sorpresa, dejé el osito de peluche en la cama y me centré en ella. - ¿por qué haría eso? - según mis amigas de clase, no soy nada femenina. Dicen que parezco un chico camionero. - Lo de camionero está fuera de lugar. Haber, no tienes que hacer caso a comentarios así. ¿tú te sientes femenina? eso es lo que importa, lo que sientas tú. No lo que piensen ellas. - no mucho… mi ropa no es femenina, ellas dicen que es ropa de chico y es verdad. Mi papá siempre compra ropa de chico por equivocación… Una vez me compró calzones, no sabe comprar ropa. - ¿y lo has hablado con el? Si no te sientes cómoda con esa ropa o no es de tu gusto, díselo. - lo hice, pero él no lo entiende. No sabe a qué me refiero… Intente ir de compras con Yuna, pero tampoco me agrado su forma de vestir, era demasiado femenina. Quiero un término medio… como tu. Me sorprendió, no lo esperaba. Me señalé con el dedo confuso. - ¿Yo? Ella asintió. Lo tenía bastante claro. Yo no sé vestir, literalmente me pongo lo primero que veo en mi armario y que combine. Si es cómodo más que mejor.
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