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Las dos bajamos de nuevo a la sala, después de haberla ayudado a recoger su habitación. Ya eran pasadas las siete de la tarde, cuando bajamos las escaleras, el pelinegro estaba junto a Enzo en el piano. Enzo lo tocaba, o al menos tocaba notas sin sentido mientras el mayor hablaba por teléfono bastante frustrado - Nam no joder, te estoy diciendo que es algo serio. Mi tía me ha dicho que no contesta las llamadas, no se donde mierda esta ¿¡entiendes!? El chico reparó en nosotras, suspiró con frustración. Tenía una de sus manos apoyada en la cabeza de Enzo, mientras que con la otra mantenía el teléfono teléfono en su oreja. - Debo colgar. Dejó el teléfono sobre el piano, Nae se fue por el pasillo de abajo, pero no tardó en volver, como si se hubiera olvidado algo. Señaló a su padre, quien estaba por levantarse del piano. - papá, iré de compras con Irina. - ¿¿Qué?? – Dijimos los dos al unísono. Ambos nos miramos, me dio vergüenza. El volvió a mirar a la niña. - ¿cómo que de compras? - Pues eso, de compras. El chico pareció pensarlo por unos minutos, me miró y después volvió a la niña. - Iremos mañana, si la señorita Martín se queda en casa a dormir. Hablo mientras me miraba con una ligera sonrisa traviesa. Nae centró toda su atención en mí. Agitó mi mano mientras me suplicaba que por favor me quedara y fuéramos de compras juntas. - Yo no… - por favor, Irina Suplico, con un todo demasiado adorable. Sus ojitos de cachorrito me ganaron, era imposible negarse a tal ser sumamente adorable. Cerré mis ojos con frustración. - está bien… me quedaré. No me quedó más remedio, la niña empezó a dar saltitos alegres. Después agarró el brazo de Enzo y se lo llevó escaleras arriba. - así que, te quedas. - lo hiciste aposta, ¿cierto? - ¿yo? Que va, para nada. Finge muy mal, aunque creo que él quería que supiera que miente. Fue muy obvio. Me hizo un gesto con la mano, para que lo siguiera a la cocina, obedecí. Sinceramente no sé porqué, pero tampoco me iba a quedar sola en la sala. Los dos entramos en la cocina, él empezó a preparar la cena. Al parecer le gusta cocinar, veo que lo disfruta. Estuve ayudándolo por un rato, abrió una botella de vino blanco. Excelente combinación con el marisco que está cocinando. Era un verdejo, de mis favoritos. Creo que sabe que me gustan los vinos, porque mientras lo abría me miraba con más atención y diaria que con arrogancia. Me pregunto algunas cosas sobre el vino y las mejores combinaciones con el marisco. Me sentía como en un examen. Los dos estábamos distraídos, leyendo la reseña del vino. Su mano rozó sin querer la mía, al quitarme la botella, para leer de más cerca. Me sonroje cuando me miró por tal acción. Volví a quedar impregnada por él, siempre que nos miramos el tiempo se paraliza. Dejó la botella de vino sobre la encimera, mientras pasaba su brazo libre por mi cintura a pegándome a él. Me pilló por sorpresa, como anoche. Nunca se como actuar con el. Cuando intimaba con James era cuando él quería, no importaba mucho si yo no tenía ganas o no quería. Igualmente tenía que hacerlo. Pero con él, es como si lo deseara. Algo que con James no pasaba, lo único que deseaba era terminar para que dejara de tocarme. Después de dejar el vino, su mano fue a parar a mi barbilla y me beso, mientras me apretaba contra la encimera. Sinceramente no sé qué estoy haciendo, no sé porqué le sigo el rollo. Apenas lo conozco desde hace dos meses y encima es mi jefe. Pero me siento estúpidamente bien, cuando estoy a su lado. Se separó de mí para recuperar el aliento, la puerta de la cocina se abrió. Ambos nos separamos a toda prisa. Eran los dos niños. Me sentí tan avergonzada que terminé escapando de esa cocina para quedarme con Enzo en la sala. Aproveche que no estaba haciendo nada, para llamar a Jordy y explicarle un poco lo sucedido. Ya que tenía varias llamadas de ella. Horas después y ya cenados, Enzo fue el primero en quedarse dormido a mi lado en el sofá. Nae estuvo un buen rato arriba con su padre, se que discutieron por algo. Pero tampoco quería ser una metomentodo, así que subí el volumen de la televisión y me centré en Enzo, quien me contó muy animado como iban sus clases de piano. El chico de cabello n***o azabache bajo las escaleras ya con su pijama puesto, el perro le seguía los talones. - Nae ya se ha dormido, ¿subo a Enzo? - ah bueno… Era tan incómodo. En serio no sabía cómo mirarle a la cara sin sonrojarme o sin imaginar cosas fuera de lugar. Subió al pequeño en brazos. Fingí quedarme dormida en el sofá, me daba cierto respeto tener que subir por los que pudiera pasar en su habitación. Me da miedo cagarla y joder un buen trabajo por haberme dejado llevar con el. No quiero que piense que soy una interesada o algo así. Cuando lo escuché bajar, cerré mis ojos esperando que no me despertará. Pensé que se había ido, pero seguía escuchando sus pasos por la sala. Sentí un calor repentino por el cuerpo, me había puesto una manta por encima. Concretamente dos. Se encargó de arroparme bien, se quedó unos minutos quieto. Suspiró y después se alejó apagando todas las luces. Resople mientras me abrazaba a uno de los tantos cojines del sofá. ❥•❥•❥• El siguiente día pasó rápido, por la mañana Axel nos dejó a los tres en el centro comercial. Él tenía previsto quedarse, pero Nam lo llamó por trabajo y tuvo que dejarnos. Fue agradable estar con los dos niños, ellos se llevan bastante bien y se ayudan mucho. Nae está bastante pendiente de Enzo y eso me parece adorable. La noche del domingo nos quedamos en casa de Suk, incluso Nae se quedó en casa del chico de sonrisa adorable. Porque su padre aún no regresaba a pesar de ser ya de noche. Los niños ya se habían dormido, me senté en el sofá junto al chico. El trato un par de cervezas, no soy de beber eso, pero no iba a negarme y mucho menos a dejarle beber solo. - ¿Entonces eres familia de Min Axel? - primos, somos primos. Como él y Seo. Somos una familia rara, pero yo no tengo nada que ver con Seo, no tenemos sangre en común. - no sabía eso… tal vez no debería haberle contado lo de Seo. - ¿Qué pasó con Seo? - nada, no pasó nada. - no te creo, así que, mañana se lo preguntaré a mi Nam. Me sonrió apretando los labios, como si me hubiera ganado con obviedad. Suk me transmite paz, sinceridad, confianza y protección. El siempre fue bueno conmigo, es una buena persona. Me ha acogido en su casa sin apenas conocerme e intenta que esté cómoda con él. - me da vergüenza contarlo… - lo entiendo, no te preocupes. Se de sobra que no es una buena persona. ¿Qué tal con Axel? Me sonroje malinterpretando sus palabras. - ¿cómo..? - si se ha portado bien contigo, suele ser un poco seco, distante y sarcástico. - todo bien, ha sido agradable conmigo. No mentía, el chico mal no se había portado. El problema lo tengo yo, que no puedo ni mirarlo a la cara porque me sonrojo y empiezo a tartamudear. - Mañana empieza el trabajo, ¿estás lista para volver? - Realmente no, pero no me queda de otra. Salí de una tortura, para meterme en otra. - ¿tortura? ¿Qué tortura? - la tortura tenía nombre y apellido. James Smith.
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