04.Chico élite.

1864 Words
Blake. Dos días más tarde y comienzo a creer que el intercambiar números con Austin no fue la mejor idea. Desde que nos vimos por última vez en el café donde le aseguraría que pensaría acerca de su oferta, no ha dejado de preguntar cada tres horas sin descanso si ya he tomado una decisión, cosa que no ha sido fácil. Por un lado sé que tendría dinero disponible una vez terminado el trabajo. Podría enfocarme fácilmente en mí, en mi arte y por fin dejar de preocuparme por el dinero por bastante tiempo, pero por otro lado, el lado moralista, no sé si seré capaz de fingir que voy a casarme con un hombre del que no sé absolutamente nada. A pesar de que incluso Sage está entusiasmada porque es una oferta para morirse, todavía sigo sin tomar una decisión cuando salgo del entrenamiento de la compañía alrededor de las tres de la tarde. Para ahorrar dinero, en caso de que no tome este trabajo, decido caminar a casa la cual no está tan lejos. Además, siempre he tomado el caminar como una especie de terapia gratuita a las que no muchas personas le dan el aprecio que se merece. Dejando que el aire frío me cale los pulmones después de un duro trabajo, me tomo mi tiempo para llegar a casa a sabiendas de que mi amiga no estará presente sino hasta las siete que termine con su nuevo cliente. Mi móvil vuelve a vibrar dentro de mis pantalones y decido ignorarlo hasta llegar a casa. Me enfoco solo en caminar, dejar que mi mente se libere un poco, cuando noto que las luces de un coche centellan detrás de mí. Quiero ignorarlas, pero entonces el rugido del motor se hace cada vez más fuerte, demostrando que quien sea que me esté siguiendo, me tiene como su objetivo. Intentando pensar que será solo coincidencia y no algo malo, me volteo para encontrar un coche n***o, última generación, completamente imponente y el mismo que grita dinero por todos lados donde la carrocería brilla ante la resolana de lo que queda del día. Entonces, al ver que me quedo quieta, admirando el modelo, quien sea que conduce se detiene, bajando la ventanilla del lado del copiloto. —¿Por qué no respondes mis mensajes?—me agacho para ver a Austin detrás del volante, sonriéndome, con su bata médica puesta. ¿Algún día se la irá a sacar? —¿Cómo me encontraste? Jamás te dije dónde vivía. Se encoge de hombros. —Tengo mis contactos. ¿Hablamos? Observo la calle y noto que no hay muchas personas. En caso de hacerme desaparecer, nadie me encontraría por las versiones cruzadas que darían como testigos. ¿Qué estoy diciendo? —¿Blake? —insiste, desde dentro del coche—. ¿Vas a subir o prefieres que baje? Suelto un suspiro, sacudiendo la cabeza. Quizás sea la única oportunidad que tenga de montarme en semejante belleza y no pienso desaprovecharla. Por supuesto que estoy hablando del coche. Una vez dentro, el asiento bien acolchonado y reconfortante, no se compara en nada con la calidez de las cosas que hay dentro. Es imposible para mí no encandilarse con tales lujos pues jamás los he tenido y creo que al paso que voy, tardaré siquiera un poder tener un coche de segunda mano así que es una buena oportunidad para ver cómo vive la otra mitad de los habitantes de la ciudad. —¿Cómo estás?—pregunto, regresando a la realidad. —Bueno, me preguntaba por qué no respondías los mensajes, pero por tu aspecto creo que sé dónde estuviste. —¿De qué hablas? Fui a entrenamiento. —Lo sé, eso es lo que quise decir—miente—. ¿Y bien? ¿Pensaste en mi propuesta? Porque la cena de compromiso la harán este fin de semana y en serio necesito saber si estás dentro o no. Suelto un largo suspiro, enfocándome en la calle. —Bueno… tengo ciertas dudas y creo que hasta que no sepa las respuestas no podré responderte con sinceridad. Frunce el ceño al oírme. —¿Qué clase de preguntas? —¿Vas a responder? ¿A todas? —Las que crea convenientes para que te convenzas. Muerdo mi labio inferior antes de acomodarme en el asiento. —Primero, quiero saber porqué tengo que ser tu prometida y no una simple novia. —¿Esa en serio es una duda? —Claro que sí. Si voy a presentarme ante toda una familia para fingir, espero al menos tener todos los datos para no quedar como una idiota, ¿no te parece? Frustrado, sacude la cabeza. —Hace unos meses tenía una novia. Terminamos, y ahora ella irá como invitada a la boda con su prometido. Abro la boca sorprendida de la historia. —¿De verdad? ¿Y no quieres quedarte atrás? —No es eso. Quiero demostrarle que puedo ser un hombre que se compromete porque esa fue su excusa para dejarme—comenta, mirando por la ventanilla—. Sé que está con ese hombre para darme celos, para intentar hacerme abrir los ojos sobre lo que estoy perdiendo y… —Y no quieres simplemente aceptar tu error, sino que contratas a alguien para fingir que es tu prometida, darle celos y dejar que ella haga todo el trabajo rompiendo su compromiso y buscándote para regresar, ¿cierto? Se encoge de hombros. —Si todo sale bien, es decir, si todos creen que realmente estamos comprometidos, sé que sentirá la cantidad de celos necesaria para entrar en razón y regresar a mi lado. Como un plus, mi madre dejaría de intentar presentarme a cada soltera de su círculo social y yo podría disfrutar la fiesta sin tener que preocuparme de que intenten violarme esas desesperadas. Como si no tuviera ya demasiada presión encima, ahora también tengo que lograr que su ex sienta celos de mí, y tal cantidad de celos que quiera romper su compromiso y regresar con el que será mi prometido. Sí, sin presiones. —¿Otra pregunta? —Varias, comenzando con ¿Quién demonios eres, Austin?—pregunto, mirándolo a los ojos—. Me ofreces dinero, ropa y hacerte cargo de todos mis gastos por el tiempo en que finja ser tu prometida, pero no sé nada sobre ti. ¿Qué haré si alguien me pregunta cuál es tu color preferido? Se burla de mí, negando con su cabeza. —Nadie te preguntaría tal banalidad. No estamos en la prepa. —Ya, pero ¿Y si preguntan algo importante? No tengo idea de quién eres, ni lo que haces, ni dónde vives. Nada. No sé nada, y se suponen que son cosas básicas de una relación, sin mencionar que las de un par de prometidos ha de ser peor. Pensativo durante algunos minutos, finalmente asiente, mirándome. —Bueno… mi nombre es Austin Deveraux. Provengo de una de las familias más influyentes de la ciudad, soy heredero a una gran fortuna por eso el dinero no es problema para mí y… soy médico. Ejerzo como Jefe del área de Medicina Clínica en uno de los mejores hospitales. ¿Algo más? Creo que no olvido nada importante. Sorprendida, shockeada, demasiado alterada, lo único a lo que puedo atinar a hacer es abrir y cerrar mi boca como un pez fuera del agua al notar la inmensidad de lo que me estoy metiendo. —Ay carajo—susurro—No puede ser… —¿Qué sucede? —Eres élite, ¿cierto? Un maldito niño élite. Austin se ríe de mí. —¿Qué tiene eso de malo? —¿Qué tiene de malo? ¿De verdad preguntas eso?—digo alterada—. Tu familia es rica, tú eres un élite y heredero así que si esto sale mal, si alguien sabe que lo nuestro fue una treta, ¿cómo crees que van a tratarme? ¡Por favor! —Blake, creo que estás enloqueciendo por absolutamente nada. Mi familia tiene dinero, sí, soy heredero, también es cierto, pero no tenemos el poder para desgraciar tu vida solo por una simple mentira, que en caso contrario, aceptaré todas las consecuencias que haya. Sacudo la cabeza. —No. Lo lamento, pero no puedo hacerlo. —¿Qué dices? Estás enloqueciendo de la nada. —¡No puedo meterme contigo! ¡Ni de broma! ¿Qué van a pensar los demás? Que me recogiste de la basura. —Blake… —Aunque diga que sí, jamás creerán que pudiste fijarte en mí—digo, riéndome de mi propia desgracia—. No tengo dinero, no provengo de una familia heredera como tú, ni siquiera tengo un título como el tuyo. Soy… carajo, ¿De verdad piensas que tu ex podría sentir celos de una don nadie como yo? Estoy entrando en pánico. Esa es la verdad. Al principio esto de jugar a ser alguien más parecía divertido, pero vivo en una ciudad donde reinan las familias adineradas, más los Deveraux cuyo apellido se siente nombrar solo en grandes beneficencias y fiestas por más elegantes. Solo soy una joven que busca vivir de su arte, cuyo arte no va a despegar si se enteran que una chica de la compañía estuvo jugando con uno de los hijos de la Élite de la ciudad. No. Mi carrera acabaría incluso antes de comenzar. —Pondría demasiado en juego solo por un poco de dinero y no sé si estoy dispuesta a eso—admito, respirando profundo—. Tú… tu posición es bastante peligrosa, si te soy sincera. Es su turno de dar un suspiro. —¿Por qué crees que recurrí a una aplicación para esto? Sabía que ni bien mi nombre saliera a la luz, se retractarían, por eso… te ofrecí un poco más de dinero, por las molestias. —Bueno, sí es cierto que es una buena cantidad, pero ¿vale perder mi vida por unos cuántos dólares de mierda? Pues no. Lo lamento. Hago ademán de querer salir del coche después de darle un punto final a la conversación, cuando él me toma del brazo impidiendo que lo haga. —Mira, estoy desesperado. Si quieres, firmaremos un papel de confidencialidad. No diremos absolutamente nada, en cuanto terminemos te pagaré y seguirás con tu vida, pero en serio… necesito que me digas que sí. Sacudo la cabeza. —No van a creer que somos pareja. ¿En qué circunstancia pudiste enamorarte de mí como para querer casarte? Es ilógico. —¿Por qué?—pregunta, con el ceño fruncido—. Eres una mujer hermosa, Blake. Fácilmente podrías pasar por una mujer de mi clase, incluso más. —Eso sí que es estar desesperado. Fingir que frente a ti tienes a una modelo. —Quizás modelo no, pero sí eres hermosa. ¿Por qué piensas que quiero que seas tú quien me ayude? Pareces inteligente, puedes mantener una conversación, sabes hacerme reír cosa que no mucha gente consigue y estoy seguro de que tienes más cualidades que te hacen ser la candidata ideal para este proyecto, solo… dime que sí, para que ambos podamos ayudarnos mutuamente. ¿Qué dices?
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