Capítulo 4

1692 Words
Levantó la vista y encontró a Ares parado frente a ella. Su expresión parecía preocupada. —Nos vamos —afirmó y dirigió su silla de ruedas hacia la salida. Charlotte estaba confundida por su comportamiento. Theo se levantó. —¿Está todo bien? —preguntó. Ares se detuvo un momento y asintió. —Tengo un trabajo urgente que atender —explicó y siguió caminando. Un momento después, estaban frente a su coche. Jonás salió de su auto para ayudar a Charlotte. Ares se puso a su lado y subió. Jonás ayudó a Charlotte a sentarse dentro del coche. Ella le lanzó una mirada. Ares parecía inquieto. Sus ojos eran duros como piedra y su mandíbula apretada. Suspiró antes de poner el auto en movimiento. —¿Estás bien? —preguntó ella, preocupada. Ares tarareó en respuesta. Se hizo el silencio. La tensión en el ambiente era palpable. Estaba claro que Ares no estaba bien. Cuando entraron a su mansión por la puerta de hierro. —He invitado a tu amigo e esposa a la cena de mañana por la noche. No pudieron venir a nuestra boda, así que pensé... El auto se detuvo con fuerza lanzando a Charlotte hacia adelante. Ella plantó las palmas de las manos contra el compartimento para evitar caerse y lo miró. Un escalofrío recorrió su espalda cuando miró sus ojos enojados. Ella quería encogerse. —¿Qué dijiste? —su voz se oscureció por la ira reprimida. Su estómago se revolvió. —Yo... los invité a .. … cenar. —¿Te dije que hicieras eso? —gruñó con amargura. Nunca antes había usado un tono tan amargo con ella. El hombre parecía dispuesto a matar. —No... pensé... —Pensaste mal. Estás pensando mal. ¿Crees que puedes acercarte a mí usando tácticas tan estúpidas? ¿Crees que Lisa y Theo te ayudarán a conquistarme? Nunca puedes estar más equivocada —dijo entre dientes apretados. Una cálida lágrima se deslizó por sus ojos. —A la mierda —Ares abrió la puerta y salió furioso. Cerró la puerta con un fuerte golpe, lo que hizo que Charlotte saltara en su lugar y entrara a la mansión como un toro furioso. Charlotte se derrumbó. Sollozaba desconsoladamente mientras temblaba como una hoja. Su inesperada ira la había sacudido hasta lo más profundo. La furia en sus ojos había hecho que se le helara la sangre. Jonás llamó a su ventana. Charlotte se secó rápidamente las lágrimas, pero brotaron más. No podía detener sus sollozos, aunque quisiera. Bajó la ventanilla un centímetro. —Jo.... dame un segundo, por favor —le pidió a Jonás con su voz quebrada, manteniendo el rostro agachado, Jonás entendió y se alejó. Charlotte dejó salir la maldita cosa. Lloró como una niña. *** —Grayson, envíame los diseños de la última colección de invierno. Yo les echaré un vistazo. Delia, involucra a los mejores anunciantes. Tú eres responsable de la promoción de la colección. Y Helene organiza los últimos cuadros en la galería y unas vacaciones para nuestros diseñadores. Diles que los gastos correrán a cargo de la empresa. Han trabajado muy duro y quiero recompensarlos. Pero antes de eso, concerté una reunión con todos los diseñadores. Me gustaría hablar con ellos personalmente —instruyó Charlotte a sus subordinados en la conferencia onlay. Sus empleados asintieron en obediencia. —Muy bien, entonces nos vemos a continuación —diciendo que desconectó la reunión. Cerró la tapa de su computadora portátil y miró el cuadro que estaba pintando. Pintar había logrado mantener su mente alejada del evento de la noche anterior, pero tan pronto como se liberó, los recuerdos regresaron. Sus afiladas palabras resonaron en su oído causando que su corazón se retorciera de dolor. La humedad llenó sus ojos. Ella entendió que él estaba enojado, pero ¿por qué tenía que tener tanto frío todo el tiempo? ¿Por qué no puede compartir sus sentimientos con ella? Ella dejaría todo sólo para escucharlo. Ella estaba ahí para abrazarlo. Sólo tenía que acercarse. ¿Por qué tanto empeño en no darles una oportunidad? Podrían ser tan felices juntos. Si, quería ganárselo, pero quería hacerlo sola. Ella había invitado a sus amigos a hacer una reverencia y nada más. Pero ya no se podía hacer nada. No tenía su número ni sabía dónde se alojaban. Tampoco tuvo valor para enfrentarse a Ares y pedirle su contacto. Ella todavía no se había recuperado del arrebato de la noche anterior. Seguramente sabía cómo asustar a la gente. Sólo había una cosa que podía hacer y era prepararse para la cena. Eso también la mantendría distraída. Ella ayudó en la cocina, Ares aún no había llegado a casa. Sospechaba que él estaría en casa esa noche. Ella lo había alejado aún más. Pasaron las horas y ella regresó a su habitación para darse un baño y prepararse para los invitados. Charlotte se puso un sencillo vestido verde que le llegaba hasta la mitad de la pantorrilla. Estaba peinándose cuando sus ojos captaron el tatuaje que asomaba desde su escote. Hizo una pausa cuando una sonrisa arrepentida apareció en sus labios al verlo. Qué emocionada estaba mientras se hacía ese tatuaje. Ella se lo había hecho, pero él ni siquiera le dedicó una mirada y mucho menos su tatuaje. Apartando los recuerdos, se ajustó el escote para que el tatuaje dejará de verse. Un suave golpe en la puerta llamó su atención. —Ya llegaron los invitados —le informó Martha desde la puerta. —Ya bajo, atiéndalos mientras —dijo. Se puso de pie y se arrastró hasta su silla de ruedas. Ella pegó una sonrisa en su rostro y se preparó para enfrentar el mundo. Theo se puso de pie en el momento en que vio a Charlotte. Sus labios se torcieron en una sonrisa apreciativa mientras su mirada recorría su hermosa forma. Lisa también se puso de pie y le dirigió una sonrisa forzada. —Gracias por venir —Charlotte le sonrió amablemente a la pareja. —¿Cómo podríamos rechazar la oferta? Además, sé que Ares nunca nos iba a invitar —respondió Theo, mostrándole su encantadora sonrisa. Charlotte se rió de su declaración. —Por favor tomen asientos. —Umm... ¿dónde está Ares? —preguntó Lisa después de buscar en el pasillo con los ojos. —Él está en el trabajo. Me temo que su trabajo no le permitirá unirse a nosotros esta noche —le explicó Charlotte, dándole una sonrisa de disculpa. Lisa pareció decepcionada mientras asentía en señal de comprensión y se retiraba de la conversación. —Quien deja a una hermosa esposa como tú en casa para trabajar. Es un tonto declarado —se burló Theo con desaprobación. Charlotte sonrió. —Aprecio su devoción por su trabajo —respondió en defensa de Ares. —¿Y para ti? —Lisa sondeó, repentinamente interesada en la conversación. Incluso Theo parecía curioso, mientras que Charlotte estaba desconcertada por la pregunta. De dónde vino. Miró a Lisa, confundida. La expresión de perplejidad de Charlotte hizo que Lisa se diera cuenta de que había ido demasiado lejos. Ella rápidamente se compuso. —Quiero decir, él siempre ha sido frío, indiferente. Nunca pensé que se enamoraría... pero hemos escuchado mucho sobre ustedes dos en los medios, así que... —Lisa trató de sonar indiferente. —Ohh —Lisa no ofreció nada más que esto. Ella no leyó mucho sobre esto. Le hicieron esta pregunta muchas veces. A la gente le resultaba difícil digerir que alguien como Ares King pudiera amar a una discapacitada como ella. Seguramente Lisa estaba plagada de la misma duda. —El lugar se ve muy diferente a la última vez —mencionó Theo, asimilando nuevos detalles. —Debes tener hambre. Cenemos —invitó Charlotte y se giró para guiarlos hacia el comedor. La pareja lo siguió. —Póngase cómodos —les pidió—. Por favor Marta puedes pedir que sirvan la cena. —Si, mi señora —respondió Marta y se fue a la cocina. —Entonces Charlotte cuéntanos algo sobre ti. ¿Cómo logró Ares llamar tu atención? —Theo preguntó mientras la criada les servía la comida. La mirada de Lisa estaba fija en ella, esperando su respuesta. Una sonrisa afectuosa apareció en su rostro. —Se puede decir que fue amor a primera vista. Había venido a nuestra casa para asistir a un... ummm... evento —recordó. No sabía cómo explicarlo, pero había sentido una conexión instantánea con él. Algo en él la había atraído como un imán. Todo lo que sabía era que quería jugar a las casitas con él, pero el niño había fruncido el ceño ante su oferta. Eso había dolido muchísimo. Intentó sobornarlo con sus galletas favoritas pero la integridad del chico era encomiable, no cedió. Ella no sabía en ese entonces que efectivamente tendría la oportunidad de jugar a las casitas con él. Una obra de teatro fue todo lo que había vivido. Tienes suerte de tener al amor de tu vida como compañero de vida. —Desafortunadamente, no todos tienen tanta suerte —comentó Lisa, rompiendo su cadena de pensamientos. Charlotte solo sonrió en respuesta, pero no llegó a sus ojos. Según ella, afortunada fue la mujer dueña de su corazón. —La suerte sigue cuando tienes agallas para seguir tu corazón —respondió Charlotte. Había seguido su corazón a pesar de todas las señales de alerta. Llamarse afortunada sería exagerado, pero al menos estaba contenta de haber aprovechado la oportunidad que la vida le presentaba. Se arrepentiría toda su vida si no lo hubiera intentado. —Lo amas mucho, ¿no? —preguntó Theo, intrigado. Charlotte se mordió el labio. Nunca había admitido sus sentimientos por Ares ante nadie. —Bueno, no me habría casado con él si no lo amara —se rió Charlotte. Aquí la risa se apagó cuando notó que la mirada de Theo se movía hacia algo detrás de él. Una sonrisa se dibujó en su rostro. —Ares, no pensé que te unirías a nosotros —habló Theo. Charlotte, sorprendida, giró la cabeza y vio a Ares parado no muy lejos. Su mirada estaba fija en Theo.
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