Capítulo 3

2965 Words
—¿Cómo me veo? —Charlotte le preguntó a Marta. El nerviosismo cubrió sus palabras. —Como un ángel, señora —respondió sonriendo. Charlotte tenía puesto un vestido morado con cola de pez que complementaba su tacón de aguja n***o y su conjunto de diamantes. Sin mencionar que también hizo que el marrón de sus ojos resaltara maravillosamente. Habia dejado su larga cabellera risada suelta. Ella estaba emocionada por decir lo menos, fue una verdadera sorpresa que Stefan, le informará que esta noche acompañaría a Ares a un evento de negocios. Aunque por lo general evitaba las fiestas y funciones, esta vez se encontró deseando que llegara. Como era de esperar, considerando que esta era la primera vez que iban a hacer una aparición social como marido y mujer. —Espero que no lo digas sólo para hacerme sentir bien —Charlotte entrecerró los ojos en broma. —Créeme, todos los hombres de la fiesta van a perder el corazón por ti —comentó Marta con un guiño. Una burbuja de risa surgió de la garganta de Charlotte. Nadie pierde el corazón por una lisiada como ella. No importaba lo exitosa o bonita que fuera, seguía siendo una lisiada. —Solo quiero el corazón de un hombre —susurro con una nota de anhelo en su voz. Marta sonrió y se fue para terminar su trabajo. Cuando Marta le informó que Ares estaba en su auto esperándola. Charlotte agarró su bolso y se dirigió hacia la salida. Se quedó en la silla de ruedas porque caminar con tacones de aguja todavía era un desafío para ella. Justo delante del coche había un Rolls Royce n***o aparcado. El elegante coche era tan grácil como su ocupante. El conductor le abrió la puerta del coche. Sus ojos rápidamente lo encontraron sentado en el rincón más alejado. Tenía los ojos fijos en su teléfono y el ceño ligeramente fruncido. El hombre no se molestó en reconocer su presencia y mucho menos en ayudarla a sentarse. Se habría caído si no fuera por Jonás el chofer. El maquillaje no pudo ocultar la sombra de decepción en su rostro. —Gracias, Jonás —dijo con una sonrisa de disculpa. Jonás sonrió y cerró la puerta. Después de poner su silla de ruedas en el maletero, Jonás se sentó delante. El coche se puso en marcha. Ella lo miró de reojo. Todavía estaba ocupado haciendo un agujero en su teléfono. Bien podría viajar sola; seguramente ella se sentía así. Un puchero inconsciente reclamó sus labios mientras despotricaba para sí misma. Ni siquiera una diminuta mirada. Él ni siquiera la miró. Qué desperdicio de esfuerzo, se preguntó decepcionada mientras miraba por la ventana. El lugar no estaba muy lejos de casa ya que habían logrado llegar en menos de veinte minutos. Una vez más, Jonás fue a buscar la silla de ruedas y la ayudó a salir, mientras que Ares ya se había bajado para atender una llamada. —Parece que vas a escuchar muchas gracias de mi parte esta noche —Charlotte afirmó a Jonás. Su voz tenía una nota de decepción por su marido. —Te juro que eres la única jefa en este mundo que agradece a sus subordinados sólo por hacer su trabajo —respondió Jonás en tono de broma. Charlotte se rió de su respuesta. —Y estoy segura de que eres el único chofer en este mundo que se toma su trabajo tan en serio —respondió ella. —Eres la reina. No puedo correr ningún riesgo. —Pre nome —respondió sonriendo en su lengua nativa con ese exquisito acento que la careterizaba, pero el dolor en sus ojos era imperdible. —Tú eres la reina —enfatizó Jonás en cada palabra—. No necesita de ningún rey para ser lo que vale. Por sus venas corre sangre de D’ Angelo. Nació reina y lo seguirá siendo. Un carraspeo interrumpió sus bromas. Observó la mirada de Jonás revoloteando detrás de su hombro. —Yo la llevaré —escuchó y sintió un fuerte agarre en su silla. Ella tragó saliva. Jonás hizo una reverencia y se hizo a un lado. Ella agarró los brazos de la silla mientras él la conducía hacia la entrada. Las cámaras parpadearon y los periodistas gritaron preguntas a Ares. —¿Cuándo vamos a escuchar las buenas noticias? —¿Todavía la amas? —¿Alguna vez su discapacidad le ha hecho querer renunciar a su matrimonio? —Sra. King, alguna vez esperó que Ares king se enamorara de usted a pesar de su discapacidad? Ella era consciente de que estas preguntas tenían como objetivo hacer que se enojaran para poder venderlo con más sabor. Lo único que buscan son noticias sensacionales, pero las preguntas hirieron su orgullo. ¿Qué tendría que hacer para cambiar la visión que el mundo tiene de ella? Ares no se detuvo para saludar a la prensa y continuó caminando hacia el edificio. El guardia hizo una reverencia cuando pasaron junto a él. Se sintió presa del nerviosismo cuando entraron en el magnífico edificio. La prensa había logrado minar su confianza. Se preguntó si Ares se avergonzaría de ella. Todas las miradas se dirigieron hacia ellos en el momento en que hicieron su aparición Los hombres se sintieron intimidados y las mujeres encantadas. El aura majestuosa de Ares podía hechizar a cualquiera. Su imponente presencia es imposible de pasar por alto. Charlotte era muy consciente de lo favorecido que era su marido. Sintió que los celos le pinchaban la piel al notar que las mujeres se comían con los ojos descaradamente a su marido. En sus celos, extrañaba la mirada de admiración del sexo opuesto dirigida hacia ella. La mujer no era menos que su marido en términos de belleza, pero la sociedad había hecho un gran trabajo para hacerla sentir menos por ella. Ella estaba en silla de ruedas y otros estaban de pie. La diferencia de altura seguramente era intimidante. Como un imán, la multitud se sintió atraída hacia él al instante. Ares pronto se vio invadido por la gente. Charlotte se sintió incómoda bajo la mirada inquisitiva de algunas mujeres. Seguramente estaban cuestionando la elección de Ares. Ella estaba al tanto de los rumores sobre su matrimonio. —Finalmente, la pareja de la que más se habla. Debo decir que su esposa es muy bonita, señor King —elogió uno de los hombres mientras miraba a Charlotte con interés. —Si, lo es —asintió Ares sin dedicarle una mirada. Sinceramente, se mostraba escéptica si él siquiera supiera cómo se veía. —Es un placer verla en persona, señora King. Mi esposa es una gran admiradora de sus colecciones de ropa, sin mencionar sus hermosas pinturas. Debo decir que tienes bastante talento —dijo el hombre y le tendió la mano. —Un placer. Me alegra saber que su esposa nos aprecia —Charlotte respondió con una sonrisa profesional. Ella le estrechó la mano de mala gana y se retiró al segundo siguiente. —¿A nosotros? —el hombre arqueó la ceja en cuestión. —Mi personal y yo, por supuesto —respondió. —Pero la idea fue tuya, al igual que tus diseños, o eso he oído. Un negocio se construye sobre una idea. Deberías atribuirte el mérito de tu éxito —afirmó con una sonrisa torcida, poniendo a prueba el ingenio de la mujer. —¿Pero no estás de acuerdo en que una idea no es más que un mero pensamiento en ausencia de una planificación y ejecución adecuadas? Tuve la idea y mi personal me ayudó a realizarla. Así que merecen tanto crédito como yo —articuló Charlotte en voz baja pero firme. El hombre la miró con renovado interés. —Veo. Hermosa, talentosa y bastante encantadora. Usted se ganó el premio gordo, señor King —comentó el hombre. Charlotte se sintió mareada por dentro como una niña de escuela cuando la maestra los admira frente a la persona que le gusta. Esta fue la primera vez que alguien dijo que Ares tenía suerte por tenerla. Desvió su mirada hacia Ares para ver su reacción y solo para encontrarlo ya mirándola. Su brillante sonrisa se desvaneció cuando vio que él fruncía el ceño mientras la miraba fijamente. Como si él no fuera capaz de entenderla. ¿Está enojado con ella? ¿Dijo algo mal? Continuó mirándola hasta que una voz desconocida la interrumpió. —Ares —la voz profunda de un hombre llamó la atención de Ares. Desvió la mirada en la dirección de donde provenía la voz. Charlotte siguió su mirada y notó que un hombre y una mujer se dirigían hacia ellos. El hombre era bastante guapo y la mujer a su lado era increíblemente hermosa. Sus ojos azul celeste parecían estrellas titilantes. Ocupada en su valoración, no pudo notar cómo su marido miraba fijamente e intensamente a la mujer que se acercaba a ellos. Si lo hubiera hecho, habría visto cómo sus rasgos se habían suavizado y sus ojos tenían una mirada hechizada. Algo que había anhelado ver desde su boda. Y algo que habría roto su corazón sin posibilidad de reparación. «Por favor, entiende que no puedo romper el compromiso, Ares. Su familia ha hecho mucho por nosotros. No puedo dar marcha atrás ahora. Por favor, no me malinterpretes, te amo, de verdad, pero estoy obligado. Además, tu familia está en la mafia y mi familia nunca lo aprobará. Quiero una vida en la que pueda caminar libremente sin tener que preocuparme por mi próximo aliento. Puede que suene cobarde, pero no quiero que tus rivales me ataquen todo el tiempo por estar casado contigo. Sé que me protegerás con tu vida, pero no podemos predecir el futuro. Lo siento, desearía que nos conociéramos en circunstancias diferentes» Su explicación resonó en la cabeza de Ares mientras la veía acercarse a él. La estaba viendo después de más de tres años y ella todavía lucía igual de deslumbrante. El tono azul de sus ojos seguía siendo su favorito. Una suave sonrisa adornaba sus labios, haciéndola lucir más hermosa. Un atisbo de vacilación brilló en los ojos de Ares cuando se encontraron con su mirada, pero ella lo ocultó con su siempre brillante sonrisa. —Nunca pensé que te vería aquí —Theo avanzó y abrazó a Ares. Ares desvió la mirada de ella y le devolvió el abrazo a Theo. Su rostro inexpresivo excepto por una pequeña sonrisa falsa. —Me gusta demostrar que estás equivocado —respondió Ares. Su voz no tenía calidez como la de Theo. Charlotte observó a la pareja con mirada curiosa. No sabía quiénes eran, pero a juzgar por la audacia del hombre de abrazar a Ares sin su consentimiento, parecía que eran cercanos y amigables. Ella permaneció en silencio y observó cómo se desarrollaba la escena mientras el extraño le comía las orejas a su marido con su larga lista de quejas en su contra. La mujer no dijo mucho excepto un silencioso "hola" a Ares. Charlotte pasó desapercibida, pero sólo hasta que el hombre, cuyo nombre era Theo, llamó su atención hacia la mujer en silla de ruedas. Sus ojos se abrieron con fascinación antes de que el reconocimiento brillará en sus ojos. También había algo parecido a la admiración en sus ojos mientras estudiaba sus rasgos. La admiración se profundiza con cada momento que pasa. Theo le ofreció ansiosamente la mano para darle un apretón. —Tú debes ser Charlotte. Soy Teodoro Muller, el mejor amigo de tu marido. Estoy seguro de que no ha dicho una palabra sobre mí —se presentó Theo con un extraño brillo en sus ojos. Sus labios se curvaron en una sonrisa encantadora. Charlotte le devolvió la sonrisa y le tomó la mano. —Señora Charlotte King. Encantada de conocerlo, señor Muller —respondió sonriendo. —Solo Theo. Y debo decir que eres aún más hermoso en persona —comentó Theo, mirándola con gran interés. Charlotte no pudo evitar que el suave sonrojo subiera por sus mejillas. —Gracias. Disculpa mi memoria, pero no recuerdo haberte visto en nuestra boda —ella retiró la mano y cambió de tema. —Porque entonces no estábamos en Alemania —explicó Theo—. Y su querido esposo nunca estuvo aquí para presentarnos —dijo con sarcasmo denso en su tono. Charlotte asintió entendiendo antes de desviar su mirada hacia la hermosa mujer que estaba a su lado. La mujer también la estaba evaluando atentamente. —Ella es Lisa, mi esposa —le presentó Theo a la mujer. Charlotte le envió a Lisa una cálida sonrisa. Lisa sonrió y extendió la mano hacia adelante. —Lisa Muller. Encantado de conocerte finalmente, Charlotte —dijo Lisa de manera amistosa. —Tú también —Charlotte mantuvo su tono cálido y acogedor. La pareja parecía agradable. Mientras Charlotte estaba ocupada conociendo a la pareja, Ares notó el anillo de diamantes que le había regalado a Lisa hace un año en su cumpleaños envuelto alrededor de su dedo índice. Este no fue el único regalo. Le había enviado muchos durante estos años a pesar de que evitó verla a propósito. —Estoy muy feliz de verte de nuevo —Lisa dirigió su atención a Ares y le sonrió. Theo había mantenido a Charlotte involucrada en una conversación. —¿Tú? —Ares respondió secamente pero no apartó su mirada de la de ella. La acusación en su tono hizo que su sonrisa flaqueara. —Si. Tu esposa es muy bonita —respondió Lisa. Ares no respondió, sólo siguió mirándola con sus acerados ojos negros. Lisa bajo los ojos, incapaz de seguir el ritmo de su mirada intensa, y suspiró derrotada. —Te extrañé —admitió y lentamente levantó la vista para ver su reacción. Su rostro no tenía expresión pero su mirada seguía siendo penetrante e intensa. Era difícil entender lo que estaba pensando. —A Lisa le encantan tus diseños de cada temporada que lanzas. Es una fan legítima —Theo le dio un codazo a Lisa quién centró su atención en Theo y Charlotte, quienes ahora la miraban con anticipación. —Umm... sí, realmente me encanta, tus pinturas son realmente oto nivel, en especial, Attesa —elogió Lisa a la mujer, sintiendo aún su mirada sobre ella. —¡Oh! Es mi favorito. Gracias —alegó alegremente Charlotte. —¿Quién diría que un corazón roto podría ser un total revuelo en el mundo artístico? —Lisa felicitó. —No...No...No está roto. Simplemente está incompleto. Attesa significa esperanza en Italiano. La pintura celebra los corazones que están incompletos y esperan unirse con el amor de sus vidas —explicó Charlotte apasionadamente a la pareja. Su exquisito asentó fue un total deleite para los presentes. Mientras la pareja parecía impresionada, Ares apretó la mandíbula. Sabía muy bien lo que esperaba Charlotte. Ella esperaba algo imposible. Él ya se lo había dejado claro y aun así... Su persistencia era molesta. —Wow... Es profundo —exclamó Theo, asombrado por su proceso de pensamiento. —Gracias —dijo Charlotte mientras sonreía de oreja a oreja. Eligieron una mesa cerca del escenario y se sentaron. Charlotte estaba felizmente ajena a la tensión que crecía entre su marido y Lisa. También había extrañado el creciente interés de Theo por ella. Theo mantuvo a Charlotte ocupada conversando. Ares salió del pasillo para atender una llamada. Logró encontrar un rincón tranquilo. —Haz todos los arreglos necesarios. Dile que se arrepentirá si no cumplió... —diciendo que desconectó la llamada. Se giró sólo para encontrar a Lisa parada detrás de él. Sus rasgos se tensaron. Ella le ofreció una sonrisa nerviosa. —Yo... nunca me disculpé por lo que hice. Debes pensar en mí como un cobarde, lo cual es comprensible. Sé que has seguido adelante, pero aún así necesito quitarme este peso de encima. Lamento haberme alejado. Lamento haberme asustado —afirmó mientras miraba sus implacables orbes negros. Forzó una sonrisa en sus labios y continuó; —Pero estoy feliz de ver que has seguido adelante y que amas a tu esposa. Ella es muy hermosa... —No la amo —intervino Ares con su tono profundo y sonoro. Lisa quedó perpleja por la revelación. Pero su rostro no revelaba ninguna emoción. —Yo... pensé... —Lisa buscó a tientas las palabras sin estar segura de qué decir ahora. Los medios juraron su amor. Ares dio un paso adelante. —¿Y tú? ¿Amas a tu marido? —preguntó. Lisa miró a todos lados menos a él. —Nuestro matrimonio se está desmoronando. Claramente, ambos tomamos la decisión equivocada —suspiró profundamente. Ares sintió una alegría oscura ante su confesión. —Y el hecho de que tuve la oportunidad de tener una vida mejor, pero la desperdicié debido a mis miedos hace que el dolor sea insoportable. Lamento no haberme defendido a mí misma y a la persona que realmente amaba. Debes estar odiándome tanto, lo hice..... Antes de que pudiera terminar la frase, su boca se estrelló contra la de ella. Ares la besó fervientemente. Lisa se tomó un momento para procesarlo antes de comenzar a devolverle el beso. Charlotte miró a su alrededor en busca de su marido. No estaba a la vista —Ares es un idiota afortunado por tenerte. Eres un ser humano muy agradable —afirmó Theo con abierta admiración hacia ella. Ella sonrió, pero eso no llegó a sus ojos. Estaba bastante segura de que Ares pensaba diferente. —Usted, señor, me halaga demasiado —dijo Charlotte en tono de broma provocando que él se riera. —Veo que eres del tipo modesta —observó Theo. Charlotte se limitó a sonreír antes de volver a escanear la habitación en busca de su marido. De repente, una mano pesada la agarró del hombro.
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