La cena llega a su fin con un ligero suspiro de alivio por parte de todos. Creo que yo no era la única que estaba esperando que este tensionante día llegara a su fin.
Pero, en realidad, a Carlos y a mí todavía nos queda algo por hacer.
Carlos se levanta de su asiento, agradeciendo a los presentes por su compañía con una sonrisa forzada que apenas logra ocultar su descontento. Sus ojos se posan en mí, y un escalofrío recorre mi espalda al darme cuenta de lo que está por venir.
—Creo que es hora de retirarnos —anuncia Carlos, mirándome con una mezcla de expectativa y deseo.
Trago saliva con dificultad, tratando de disimular mi ansiedad detrás de una máscara de compostura. No puedo evitar sentirme abrumada por la perspectiva de la noche de bodas que se avecina.
—Muy bien —respondo
