Camino por los pasillos del hospital infantil, rodeada por la algarabía de los niñ0s que esperan ansiosos mi llegada. A pesar de la tristeza que aún pesa en mi corazón, me esfuerzo por mantener una sonrisa en mi rostro y brindar un poco de alegría a aquellos que tanto lo necesitan. Desde que me convertí en reina hace apenas tres días, he asumido parte de mis deberes reales, que incluyen involucrarme en obras de caridad y causas benéficas. Aunque aún no he sido coronada oficialmente como reina, ya estoy ejerciendo ese papel, asistiendo a eventos y visitando lugares como este hospital infantil. El día de mi boda fue un torbellino de emociones, y aunque lo normal es que todas las parejas de recién casados tengan una luna de miel, Carlos decidió posponerla debido al luto oficial que aún se