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912 Words
Pov Kaia. El transcurso que duró la conversación entre Anael y Ashrail me mantuve en silencio, evaluando las posibilidades, los hechos y sólo para quedar aún más perturbado de lo que ya estaba; ¿Cómo era posible que fuera a ser padre? ¿Puede alguien explicarme? Y no, no me refiero a cómo es que sucedió la concepción, porque está más que claro que todos sabemos cómo, ¿No? Me refiero a Anael, se suponía que no era humana, que no podía procrear debido a su condición. Sólo unos pocos – ángeles y demonios– podían hacerlo, y al parecer mi híbrida entra en esa categoría. —¿Qué más debes decirme?— digo a Ashrail mientras veo a Any subir a su habitación. —Es peligroso para Anael, no sé en qué medida su cuerpo va a resistir la carga de llevar un feto— camina hasta la ventana. —Es Any, sabemos que puede con todo. Tiene dos especies en su cuerpo, ya no es una frágil humana.— musito viéndolo como si fuera lo más obvio. —Además, aunque suene descabellado me emociona la idea de un pequeño correteando por el departamento. —¿Y si ese pequeño te quitara a Anael? ¿Lo seguirías queriendo en tu vida?— su pregunta me desconcierta— Piensa un poco, un hijo cuyo padre es el Príncipe del Abismo, un serafín guardián y cuya madre es una híbrida, mitad demonio y mitad ángel, ¿Qué crees que saldrá de esa unión? —No entiendo tú punto.— me molesta lo que acaba de decir, ¿Piensa que tendremos una especie de engendro? —El Cielo y el Infierno van a darle caza apenas se sepa ésto, nadie permitirá que un ser así viva sabiendo que puede ser utilizado para una guerra— voltea a verme— es por eso que vine personalmente, a advertirles y a que tomen una decisión. —Anael estaría en peligro— susurro para mí. —Ella misma te lo confirmó hace un rato cuando dijo que un sujeto la estaba viendo en la cafetería, ¿Crees que era un admirador de ella o del "bebé"?— suspira— Tienes que hablar con ella. Sólo tienen un día. Lo veo salir de mi hogar, me ha dejado la cabeza hecha una maraña de dudas, de pensamientos, de sentimientos encontrados y un sin fin de cosas a las que no puedo ponerle nombre alguno. Mierda. Estamos jodidos. Demasiado. ¿Está mal querer protegerla? ¿Querer mantenerla alejada de todo peligro? Ya la perdí en varías ocasiones, no puedo perderla de nuevo. Pero tampoco quiero que sufra con la pérdida de ese niño que lleva en su vientre, mi niño, ¡Dios! ¡Dame una señal de lo que debo hacer! Estoy tan confundido que siento que el mundo me ha dado una paliza y de las grandes. —Buenos días hermano mío, he venido por tu refrigerador— Lucifer entra como dueño de casa. —Lu, no estoy de ánimos— digo lanzándome al sofá. —¿Qué pasa? ¿No tuviste un mañanero?— sonríe burlón, éste tipo no cambia. —Algo peor que eso— respondo cerrando los ojos. —¡Ah, por favor! ¿Qué puede ser peor que eso?— toma asiento frente a mí con un sandwich en la mano. —Anael está embarazada— suelto sin anestesia. —¡¿Qué mierda?!— escupe parte de su sandwich y se atraganta con el resto. Creo que si no estuviera tan preocupado en estos momentos, reiría como enfermo en un psiquiátrico. —Lo que oíste— asiento. —Seré tío... — susurra pensativo—Yo no voy a cuidar al mocoso cuando quieras andar de cariñoso con ella. —Tu apoyo es increíble.— me pongo de pie y me dirijo a verla, necesito verla. La encuentro allí en su cama, con la vista pérdida quién sabe dónde y su mente en algún lugar de su imaginación, se ve tan hermosa, me duele ver que se preocupa tanto y yo no puedo darle una solución placentera a toda ésta locura. —Anael— intento que mi voz suene tranquila ya que por dentro estoy que tirito de los nervios. —¿Si?— se incorpora tan rápido como puede y me observa. —Debemos hablar princesa— suspiro cansado. Ya no puedo andar de rodeos con ésto. —Dime— puedo ver que teme a lo que vaya a decirle y me siento como un ogro por ello. —Escucha, lo mejor será que... Que no lo tengas— suelto rápidamente. Debo haber sonado como un niño asustado. —¿¡Qué!?— se pone de pie incrédula. —¡Es muy peligroso! No sabemos si podrás aguantar el proceso, ni qué intenciones trae, ni cómo será, o si se le permitirá vivir— estoy desesperado y no puedo ocultarlo.— No es que no quiera un hijo contigo, es que... No sabemos nada de un embarazo en alguien como tú y no quiero perderte, ya he pasado por mucho como para querer arriesgarme. —¡Es un bebé! ¡Es mi bebé! Yo aguantaré hasta dónde sea, no tiene ninguna intención. Kaia es nuestro hijo no un demonio a punto de devorar el mundo, él vivirá porque no hay poder en la Tierra que me haga cambiar de opinión ni que pueda tocarlo sin que yo lo envíe al infierno mismo.— su voz se escucha colérica y llena de sentimientos, creo que incluso se esfuerza por no llorar frente a mí. Sale disparada de la habitación, intento seguirla más no llego y se escapa de mi presencia, me siento como un idiota; la he herido y de la peor manera, le he dicho que lo mejor es que no tenga a su bebé cuando ella en realidad lo quiere, a pesar de todo, lo quiere. Debí suponerlo, dejar que escuchara lo que Ashrail debía decir y luego esperar su respuesta, la situación me ganó. He sido un estúpido, ahora por mi culpa se ha marchado y está en peligro, y no sólo ella sino que mi pequeño también.  
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