Jane
Un año juntos, dos meses como su esposa, los más felices días de mi vida. ¿A qué se debe tanta felicidad? Bien, eso quiere decir que seguimos escondidos en una burbuja de amor y el tiempo se ha agotado, es hora de salir del escondite... Estaba instalada en mi hogar, con mi marido y un caballero impresionante, un cuerpo fascinante, animoso, culto, sensual y muy divertido cuando se lo propone, un hombre, un muy buen bombón… al menos sí me cercioré de ello varias veces antes de casarme. Estaba segura de que Luthor no padecía de ningún tipo de problema de virilidad, tamaño, energía o adicción al trabajo… Así que problemas físicos… ¡Jamás!, es un viejo potente, grande y fuerte.
A pesar de los veinte años de diferencia siempre encontramos la forma de divertirnos, tampoco es cierto, él se encuentra bastante saludable. Tenemos una vida s****l activa y saludable, conversamos y nos llevamos de maravilla, pero lo difícil viene ahora. Las vacaciones de sus hijos acabaron y el enorme paquete que me cae encima es casi un castigo difícil.
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Bueno, por lo que he entendido, el mayor cumplirá pronto dieciocho y su sucesor diecisiete, eso quiere decir que en dos años hasta podríamos rellenar sus lugares con mis bebés y dejar a esos grandullones vivir salvajes y alegres.
Mi preocupación esencial, era que entre ellos y yo había unos… ¿Qué? Diez años. Eran menos de los que su padre me llevaba a mí y me preocupaba cuan escandaloso aquello resulte para ellos. Después de pensar o mejor dicho, darle vueltas al tema de la edad de Luthor, la mía y la de sus hijos, definitivamente logré descansar hasta la mañana siguiente.
Desperté entre los brazos de mi esposo, fui al baño, lavé mis dientes, mi rostro y até mi cabello. Fui directo a la impresionante cocina de esta casa, mi esposo estaba hablando en francés, un muy buen acento y bastante fluidez, en un tono bastante alto, por partes seguí su conversación y en otras continué concentrada en la cocina, preparé su desayuno favorito.
Cuando estaba sirviendo el desayuno sentí sus grandes brazos envolverme. Luthor dejó unos besos en mi cuello y me dio uno en la nariz, su gesto me hizo sonreír, él es mi felicidad; a su lado me siento completa. Adam me miró con desaprobación y lo encendí con una traviesa sonrisa y mis ojos entrecerrados. Él no estaba de acuerdo con que fumara justo después de abrir mis ojos. Pero… ¿Quién no tiene hábitos paupérrimos?
—Hoy voy por mis hijos.
— ¿A qué hora llegan? —pregunté y me estiré para alcanzar un cigarrillo.
—En tres horas —Nos sentamos en le barra de la cocina y desayunamos.
— ¿A qué lugar los enviaste? —Pregunté y me miró sorprendido.
Tal vez sea por el hecho de que preguntara por sus hijos o porque estuviese haciéndolo hasta ahora, pero se veía sorprendido e incómodo antes de responder.
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El punto es que ni siquiera sé su nombre y me parece estúpido preguntar.
—A España —Respondió y alcé una ceja para que dijese más. — La esposa de un amigo se inventó un paseo y colé a los chicos. —Mi esposo lavó los platos. —Jane, ¿quieres ir conmigo a recogerlos?
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¡No!
— En exceso— en meterme entre sus piernas y porque él se ocupara de darme bastante placer apoyado por ciertas zonas de mi cuerpo y mis activas hormonas. Cuando no estábamos en eso, estábamos siendo egoístas y conociéndonos, entonces, no quería a sus hijos en casa, ni siquiera, quería que él fuera por ellos ¿Cómo sonaría esto en voz alta?>>
Sí, como una locura.
Por eso utilicé la frase que aplicaba en el instituto con mi madre, ahora con mi esposo:
—¿No será incómodo?
>. El rostro de Luthor al igual como hubiese hecho mi madre, antes de ser estafada se veía confundido. Mi esposo me miró con el rostro contraído y fue ahí cuando le expliqué:
— Cariño… Si mi papá me envía de vacaciones y cuando vuelvo está casado… ¡Me da algo! Y... —Me dio un beso y asintió.
Entonces el daño está hecho, le acaba de mentir a mi marido con una estupidez de instituto y ya no me gustaba lo que había construido a lo largo de estos quince meses.
No cabe duda, pero, este círculo (burbuja fuerte) que creamos alrededor de nosotros nos podría asfixiar.>>
—Mujer, he entendido.
—Qué bien, guapetón—me burlé y él sonrió. — Yo propongo que los suavices por una semana, pasa tiempo solo con ellos —Tenía su atención. — Yo puedo ir a mi departamento, suavizo a mis papás y a mi hermana y cenamos en un restaurante el jueves todos juntos.
—Esa idea es... genial —Me besó y ambos fuimos a alistarnos.
La semana llegó rapidísimo a jueves, es como lo que nos dicen nuestros padres sobre las mentiras, simplemente nos consumen y ahora entiendo lo que mi madre decía "Las mentiras dañan, Janie y veces son las causantes de profundas grietas…" No importa cuánto bufase después de lo dicho por mi madre, porque lo único que completaba la oración"… Forman rupturas inigualables".
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En la mañana fui a casa de mis padres.
—Hola.
Saludé a mi antigua nana, besé la mejilla de mi padre primero, el cual se veía estresado esta mañana para mi casi inexistente fortuna, mi madre seguía con su depresión y amargura y apenas me miró, disfruté besando a mi sobrina quién energéticamente se tiró en mis brazos, mi hermana me dio un fuerte abrazo para darme valor.
Lo había practicado, incluso, lo hice ante el espejo y 1/40 intentos, salió sin que me riese de mí misma intentando decir: “mamá, papá, me he casado con un hombre de cuarenta y seis años. Sí, ¿podría ser mi padre o mi hermano mayor… > ¡No me siento arrepentida! Entonces solo imaginar mi cara de modosa y el tono de voz poco confortativo me vuelve a producir risa.
Senté a mi sobrina de nuevo frente a su asqueroso desayuno y le acerqué una tostada cargada de mantequilla, mi hermana se la arrebató y le quitó un poco del exceso. Mi nana puso un plato sobre la mesa para mí y le pedí un poco de fruta y café, tomé asiento y mi hermana me dio una mirada reconfortante y un cálido apretón sobre la mano >. Creo que fragmenté un poco la vida s****l de mi hermana y mi mejor amigo quien resulta que es mi cuñado, a veces entiendo que Cindy me odie, pero su abrazo y ahora su apretón me hace sentir que no solo es la esposa de Chris, sino que es mi hermana en mi equipo, al menos logró ilustrarme un poco.
Bebí un poco de café y los miré a todos, Lin comía la tostada, mi madre veía la parte de entretenimiento del periódico, mi padre seguía en la sección de economía, esbocé una sonrisa y choqué mi tenedor contra mi plato, mi madre me miró con la ceja levantada y Cindy no pudo evitar reír.
—¡Familia! Encontré al amor de mi vida —Anuncié, así logré que mi serio padre bajara el periódico y mi mamá se atragantara con el café.
— ¿Qué estudia o en qué trabaja? —preguntó mi madre.
—Tiene una empresa —resumí.
La mujer negó con la cabeza, me miró de aquella manera peculiar, con el rostro serio y una muy forzada sonrisa. Hice lo mismo y mi madre rodó los ojos con furia, porque ella se lo olía, bueno, el que la había cagado de alguna forma en la vida... pero no la magnitud.
— ¿Un proyecto? —insistió la mujer.
—No... ¿Recuerdas el vino que te encanta beber?
—El dueño es un multimillonario, con varios hijos y divorciado, varias veces. Hijo de un mujeriego, alcohólico... ¿Tienes algo más que decir, Jane?
Mi mamá llama a dos niños varios, su veneno oficialmente está siendo regado, estoy (oficialmente) segura de que ella sabe más de Luthor de lo que está diciendo por el movimiento de sus manos y él jugueteó con su anillo, también eso quiere decir que está por estallar, le di otro sorbo a mi taza de café sin saber qué más agregar, que estaba casada la mujer puede morir y no voy a vivir con esa culpa.
—Papá estuvo casado antes — Intervino mi hermana “según ella en mi defensa”.
Igualmente, no era solidario recordar que el hombre había estado casado antes con otra mujer que resultaba ser la madre de su segunda hija, o sea yo, todos le miramos de mala manera y escuchamos a la cotilla de mi sobrina regañar a su abuelo por no habérselo dicho antes. Todas negamos con la cabeza y continuamos mirándonos entre sí en silencio. Mi hermana le dio el plato a Lin y le pidió que se retirara a ver televisión, mi nana acompañó a la pequeña.
—Si ¡una! Vez. Somos de la misma edad. ¡¡No nos llevamos 20 años y se ha divorciado cuatro o tres veces!! JANE eres su crisis de los cuarenta. ¡Por Dios! Tienes veintisiete deberías estar pensando en ser productiva y brillante, no una esposa maceta porque ese fósil no usa florero.
—Bien, soy su quinta o sexta esposa. —Solté y ahora quien se ahogaba era mi padre. —Me casé con el hombre, estoy más que estupidizada. Amo a Luthor y somos felices, nos llevamos 20 años y nos complementamos en un montón de sentidos… Les vine a invitar a cenar en un restaurante esta noche.
—Eres una malagradecida, Jane. Hemos invertido tanto en ti… Educación, terapia, restaurante, viajes, idiomas, imagen… Gracias a nosotros ese lugar se llena y tú ¿Cómo nos pagas?, ¿dime Jane? ¡Cuando te divorcies no quiero que vayas a ninguna de mis casas, ni las de mi marido, no te quiero volver a ver! ¡Ya no eres mi hija! —Y esas palabras me persiguieron el resto del día.
Mi madre me negó como hija por mi decisión. Al menos la madre que me había criado lo había hecho. Pasé todo el día en el restaurante limpié, piqué, condimenté, finalmente al medio día llegaron rosas rojas las cuales mi marido envió con una linda tarjeta.
[No importa lo que la gente diga, lo que piensen o hagan, lo único que necesito para ser feliz es tu amor, Luthor].
Al menos él me sacó una sonrisa.
Fui a comprar un vestido y usé mi tarjeta la cual rebotó y así los otros proporcionadas por mi madre, salí de vuelta a casa a llorar como una niña pequeña, lloré tanto que quedé dormida.
——————Adam——————
Desde el primer momento en que la vi supe que la quería en mi vida, es una mujer inteligente, guapísima, muy bien educada y cuando sus mejillas se cargan de color o su cuerpo se llena de miedo mi instinto protector se enciende.
El no tenerla por una semana significó un gran castigo, desayuné con ella dos veces y una noche la llevé a cenar. Además de tener a mi esposa lejos, mis hijos no lo están llevando muy bien, lo primero que hice cuando ella se fue de casa fue intentar hacer la situación más fácil para los chicos sobre todo los mayores. Su madre muerta y yo casándome por quinta vez, no es lo más esperado.
Todos reclamaron justo lo que ella intuyó: "los envié de vacaciones para casarme." El único que sí me habla es Zack, pero está resentido por no haber sido invitado a la boda y porque una esposa era un problema para él y la cama.
— ¿Qué pasará cuando truene? ¿Con quién dormiré? —Preguntó mi hijo de seis años.
—Zack, es hora de que lo superes. Ves películas sangrientas, terroríficas ¿y no puedes soportar un rayo?—Negó con la cabeza. — ¿En serio, enano?— Me dirigí al recibidor gritando: —Espero que ya estén listos, vamos a ir a cenar.
— ¿Con tu esposa? —preguntó en tono sarcástico mi segundo hijo.
—Patrick, bájale a tu enojo. Ella es muy buena e inteligente. Puedes hablar de cualquier cosa con...
—¡Seguro! Ella fijo es una perra cazafortunas. — Musitó Patrick llevándose un cigarro a la boca, se lo arrebaté y quemé su mano antes de apagarlo con mi zapato.
—Para que entiendas no vas a fumar, al menos, no en mi presencia.
El chófer nos condujo puntuales al restaurante, una de ayudante nos recibió en la mesa, ya se encontraba una mujer similar a mi esposa y un joven a su lado, además, una niña y de la edad de Zack aproximadamente.
Saludé cordialmente y la mujer no dudó en darme una larga examinada con la mirada, finalmente, me di cuenta de que la perfecta mujer de cabello oscuro, elegante ropa me había investigado. Pedí que nos dirigieran al reservado y así lo hicieron, pensamos en ordenar algo de beber mientras mi fugitiva esposa seguía desaparecida; mis hijos bebieron lo usual, Zack pidió un batido de chocolate, Drake y los gemelos una gaseosa de naranja, Patrick una zarzaparrilla. El padre de Jane parecía más que molesto y su hermana me miraba con bastante diversión mientras hacía preguntas sin parar, cuando acabé su interrogatorio mis hijos iniciaron el de ellos.
—¿Cuántos años tiene?—Preguntó Patrick uno de mis hijos mayores.
—Jane tiene veintisiete años— dijo y me miró directo a los ojos. — Juró nunca casarse, así que debe de ser usted alguien muy persuasivo y convincente.
Eso formó una amplia sonrisa, pero al mirar mi reloj me preocupé siempre, está antes no más tarde, llamé a su teléfono y no contestó. Su hermana también le llamó y solamente tiraba al buzón por lo que ambos asumimos que había salido ya de casa.
——————Jane
Luché contra mis ojos, parecían los ojos de un troll. ¡Espantosos! Me maquillé y peiné lo más rápido posible con un vestido de color azul, accesorios a juego, mis ondas sueltas. Salí corriendo de casa porque estaba demasiado retrasada y con eso de que mis padres no iban, quería decir que mi esposo y sus hijos estaban en un grande y vacío reservado, manejé lo más rápido que podía. Para calmar mis nervios masqué chicle mientras conducía, pero a mitad del camino, mágicamente, quedé varada.
Una mujer tan hermosa y bien vestida ahora está arrodillada ante una rueda que no quiere salir, intenté de mil maneras cambiar la llanta, pero, no pude. Después de media hora un joven de unos veinte lo mucho, muy guapo y coqueto me ayudó a cambiar la llanta, extendió una tarjeta hacía mí.
—Para cuando la necesites —Llevó mi mano hacia sus labios y depositó un pequeño beso, unos meses atrás hubiese caído en aquel juego, pero justo ahora, con Luthor en mi vida es más que suficiente… somos felices.
Luthor…
—No creo que a mi marido le guste —moví con agilidad mi dedo anular.
—Él no está aquí ahora y necesitabas a un hombre.
—¡¡Mi marido!!—Arrugué mi cara y llevé una mano a mi frente. —Lo dejé plantado —Me despedí rápidamente del joven y me metí a mi auto.
En el teléfono había diez llamadas perdidas; tres de mi cuñado, cuatro de mi hermana y tres de mi marido. Me apresuré, le di las llaves al ballet que aprovechó para piropearme y entré corriendo al restaurante. Mi esposo y yo chocamos, se iba a disculpar cuando una sonrisa y el alivio se hicieron presentes en su rostro, eso solo quiere decir que alguien le está torturando sus hijos me odian y no me han visto, pensé que Adam probablemente iba en mi búsqueda y yo en la suya.
—Me tenías preocupado —Besó mis mejillas. —Te ves hermosa.
—Gracias. Lo siento, me quedé dormida y luego mi llanta se ponchó —Le acomodé el cuello de la camisa y la corbata.
—Te ves, muy, muy... guapo. Así como un montón —Le di un pequeño beso. Mi esposo me abrazó como si me hubiese extrañado toda la semana sin vernos. Para mí están importante como para él que sus hijos se sientan preparados y sobre todo que entendiesen que el tiempo con su padre seguirá siendo suyo. Mi esposo depositó un tierno beso sobre mis labios.
—¿Ya ordenaron?
—No, te esperamos a ti.
—¡Qué pena con tus hijos! Seguro, tienen hambre.
—Se han comido la nevera antes de venir —Me abracé a él y entramos a nuestro reservado. Sorprendida observé a mis padres y mi hermana, luego a una colección de niños y finalmente a mi marido. Seguía teniendo la esperanza de que unos fuesen amiguitos, pero eso se espumó en cuanto Adam besó mi mejilla y comenzó a nombrarlos mientras los señalaba:
— Él es Patrick tiene diecisiete, este es Drake tiene catorce, los gemelos Kyle y Karl diez y el más pequeño de la casa, Zack, tiene cinco cumplirá seis en unos meses —Asentí y pellizqué la espalda de mi esposo. — Falta mi hijo mayor, Adrian… No pudo acompañarnos tuvo un inconveniente.
El niño más pequeño se puso en pie y me extendió su mano la cual llevó su boca y la besó manteniendo el contacto visual, el niño me dejó... ¿Sorprendida? Todos esos niños tienen en común los ojos grandes y penetrantes, igual que los de mi esposo azules y hermosos.
《¡Vaya paquete el de mi esposo!》
¡Seis hijos!