El inicio de todo
Jane
Lo más terrible que le puede pasar a una mujer de veintisiete es estar soltera y que le envíen invitaciones cada tres días a bodas, lo que empeora la situación son los bautismos y los compromisos familiares en los cuales todos insisten que es tiempo de encontrar una pareja.
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La gente no ve la vida como yo, a los diecisiete se va uno de fiesta, se enamora, el corazón se rompe tantas veces durante los siguientes años, los amigos van y vienen finalmente algunos encuentran la fiesta, vestido hermosos, zapatos altos, hombres jóvenes, alcohol y más drogas.
La historia del amor, fiesta y desamor se repite varias veces hasta llegar a los veinte, la vida de los veinteañeros, cuando ya se está en la parte seria de alguna carrera que te atará a una tarea de por vida, a los veinticinco se consiguen un trabajo y un buen apartamento (lejos de la casa de los padres), con suerte un auto.
Finalmente, si el trabajo iba bien se podía empezar a viajar y disfrutar de la vida, pero, la gente sigue sin entender que casarse joven no es exitoso que tener hijos es un trabajo agotador o que vivir con los padres hasta los treinta puede tornarse en una pesadilla.
Mi familia si piensa que el matrimonio, los hijos concebidos durante el matrimonio, una casa un perro y dos piscinas me harían feliz. Quizá un esposo severo y yo una mujer un poco más obediente y eso me lo recordaban en cada actividad; algo tan terrible como los bautismos, las bodas y la familia es reemplazar a tus padres felizmente casados y que te tratan como a una niña pequeña.
Mi controladora y especial madre me envió un vestido bastante pegado y con mucha pedrería en el borde del escote, no se confundan, no es que me ama; solo quieren asegurarse de que vaya al evento bien vestido, digna de llevar su apellido. Además, el vestido la madrastra de cenicienta, —mi madre— tenía incluido peinadora y maquillista. La joven me dejó completamente hermosa y el peinado ni hablar.
Me sentía como una reina, mis tacones, vestido, accesorios y yo somos perfectos juntos por unos momentos mientras me observaba en el espejo maquillada, peinada, vestida con elegancia y un toque de sensualidad se me ha olvidado la crisis de los finales 20's.
Mientras me encontraba en el auto que Jade envió para mí hablé con unos amigos y quedamos para más tarde la noche era larga y no tan joven como yo deseaba, quizá con fiesta se me podía pasar la indignación de verme tan hermosa en medio de tantos ancianos.
El chofer me dirigió puntual al evento, con toda la elegancia que yace a lo largo de mi cuerpo salí y desfilé sobre la alfombra que habían puesto para los invitados.
Varios reporteros sacaron algunas fotos y pidieron que respondiera algunas preguntas, respondí todo sobre el viaje que estaban realizando mis padres “una escapada romántica” celebraban su treinta y cinco aniversario y toda la ciudad estaba completamente revolucionada ante la idea de "la diseñadora de modas y su arquitecto favorito viviendo el típico cuento de hadas", a veces Mainvillage y su gente me sorprenden. Luego de la prensa, saludé con educación a los encargados del evento y les felicité como se debía, con una sonrisa y la frente en alto me dirigí hacia mi mesa.
El segundo castigo de una soltera Mainvilliana son los terribles millonarios que buscan con quién engañar a sus esposas, no es que no me gusten los millonarios o el sexo prohibido... Pero, no son mi sueño, el hombre que engaña a su esposa con otra mujer no respeta a nadie y es lo suficiente egoísta para herir a todos, la verdad, la verdad ya pasé por esto más de una vez y no tengo por qué ponerme a sufrir ni llevar karmas ajenos.
Durante la gala fui cortés con todo el que se me acercó y me aseguré de saludar a los amigos de la familia, luego, hablé con conocidos de mis padres que aprovecharon para ser más cordiales de lo necesario. ¡Odio a los viejos casados y hormonales! De igual manera, la cena no fue nada cómoda estaba rodeada de parejas influyentes y enamoradas, entendí el mensaje que enviaba mi madre, el amor no nos dirige por una sola línea, estaba de acuerdo con ella, pero eso era eficiente cuando entre las parejas había un amor recíproco.
Hice mi donación y la de mis padres, luego me di una vuelta por el lugar, lleno de familias fundadoras, en billeteras anchas y miradas curiosas, todos intentando destacar en medio de un hermoso lugar, decorado detalladamente, pulcro y elegante, comida por todos lados, bebida en cada rincón.
Caminé por el lugar hasta encontrar un área bastante solitaria y fresca. Un lindo balcón con vistas al espectacular jardín el cual estaba iluminado. Tomé un momento para disfrutar la vista que aquella localidad me prestaba mientras bebía sola. Así estaba todo en mi vía solo, alejado aislado y comenzaba a preocuparme. No estaba teniendo tanta diversión como pensé.
Intenté hacer un análisis de las personas adentro; hombres y mujeres con sus mejores trajes, las piezas más caras del armario, unos fingiendo felicidad, otros demostrando su poder y los que llegaron solos se miraba incómodos e inseguros. Yo quiero ser como los Pieth, Emma y James Altazar Pieth. Un matrimonio bastante sólido, no muy románticos, sin embargo, estaban muy unidos. Quería un poco de eso: unión, equilibrio, amor y respeto.
Dejé de observar a la elegante pareja y vi a la mejor amiga de mi madre acercarse con una sonrisa enorme en el rostro, Elena, se detuvo a saludar.
—¿Cómo va todo, Jane?—Preguntó y repartió un par de besos sobre mis mejillas.
—Perfecto —repetí su gesto. — ¿Y tú?
—¡De maravilla! Estás completamente hermosa y en edad de conocer a un hombre absorbente que se lleve tus mejores años. — >— ¿Tus padres?
—Les va de maravilla. Mamá envió fotos... ¡Están de envidiada!
—¡Ah! Yo igual vi unas y tengo que admitir que ya comencé a insinuar en mi casa… No doy pie en bola.
La mujer se quedó a comentarme un poco sobre la gente, era una cotilla inigualable, mi madre decía que por eso eran amigas a ella no le gustaba hablar y Elena se encargaba de hablar por las dos. Compartimos un par de palabras más, poco después nos despedimos.
Esperé el tiempo prudencial y disfruté de una breve conversación con las personas de mi mesa, comí y decidí volver a mi escondite, lentamente saldría de aquella actividad y probablemente iría a beber tequila con Mercy, mi mejor amiga, eso sí estaba en el país. Desde mi lugar escuché los agradecimientos que la encargada de la actividad.
Mientras miraba y sentía la noche acariciarme me pregunté si quedaba algo de romance para mí. Quiero circo, maroma y teatro.
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Cuando iba decidida a salir choqué con un alto hombre, derramé su bebida sobre su camisa sin ninguna intención, miré el manchón e intenté limpiarlo con la primera servilleta que vi, solo hice el reguero aún más grande. Le miré asustada y él parecía completamente serio y molesto. Tenía la frente completamente arrugada mientras observaba el desastre que había causado en su prenda de vestir.
Posé mi mirada sobre la manchada camisa con vino tinto, sabía cómo quitar la mancha, pero no como disminuir su furia, estaba completamente asustada, por lo que pudiera decir, puesto que, tendría toda la razón al insultarme por mi torpeza.
Levantó su mirada la cual se encontró con la mía, el señor además de elegante tenía una profunda mirada compuesta por unos ojos completamente azules, (muy grandes y unas pestañas largas), nunca había visto unos ojos tan intensos y hermosos. Eran simplemente sorprendentes, sin darme cuenta me acerqué para poder verlos más de cerca y él esbozó una pequeña risilla.
—¿¡Qué pena!?—Me disculpé. —Yo pagaré por la limpieza de la camisa. Solo déjeme darle mi número, usted la envía y yo la lavo. En serio, disculpe.
—Tranquila — dijo y tomó mis manos, con su ronco tono de voz continuó hablando: —No es nada, cierro el saco y nadie lo va a notar.
Le observé impresionada además del fuerte pecho que estaba tocando tenía unos increíbles ojos azules y una sonrisa hermosa en los labios, a pesar del olor del vino podía oler todavía su fino perfume, sin duda, observar el derroche de vino sobre la elegante prenda.
El hombre me tocó la mano con suavidad y me miró a los ojos, aquellas piedras azules tuvieron un fuerte efecto en mí prácticamente inmediato, me sentía cautiva además de arrepentida por ser tan torpe, tantas sensaciones a la vez que no podía describir una.
—Lo van a oler — Logré decir finalmente el hombre me veía completamente divertido y al parecer el apuesto señor soltó una pequeña risa.
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—Me haces un favor enorme. Tengo una excusa para largarme —Aseguró. — ¿Me ayuda a encontrar el centro de donaciones?
Le acompañé al área de donaciones, aún avergonzada. Luego de cumplir con mis obligaciones me despedí.
—Gracias.
—Me disculpo nuevamente —Dije.
—No es nada.
—Su esposa se va a enojar...
—No tengo esposa. —Interrumpió el elegante hombre.
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¿Qué más le puedo pedir a la vida?
—Fue un placer ¿Don... —Dije extendiendo mi mano, la cual besó.
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—Adam. —se presentó. —Adam Luthor.
Los dos nos quedamos unos segundos en silencio mirándonos a los ojos.
—Buenas noches.
—Buenas noches — Respondió aún sin soltarme.