Miro por la ventana con odio puro, hace tres días que se fue el muy maldito y no puedo salir de este lugar de mierda, Kisa vino y estuvo horas intentando descifrar la clave pero no lo logró, tampoco pongo las manos al fuego por ella, sigue siendo la hermana, puede que me este haciendo una jugarreta y yo caigo, pero es lo único que me queda, confiar en ella.
—Kisa.
—Ya le di plata para las zapatillas.
—Gracias.
—Me pidió otra vez que quiere verte. —me tapo la boca o voy a llorar por lo que me dice.
—Voy a intentar de hablar con tu hermano otra vez así me deja verlo.
—Yo también voy a hablar con él, es estúpido que te prohíba eso.
—¿Y qué puedo hacer?. —miro la casa sintiéndome diminuta con las dimensiones de este lugar, camino hacia la cocina en donde es el único lugar donde me siento cómoda—. Bueno, voy a comer.
—Dale, después hablamos.
—Gracias por todo.
—De nada, sé por lo que estas pasando, cuentas conmigo ya lo sabes.
Como un pedacito de carne que me hice a la plancha y una ensalada de tomate, lo único bueno de este lugar es la comida, carne era un lujo que con Samu no nos podíamos dar y aca como a diario, y unas porciones espectaculares, solo eso puedo sacar de bueno, miro la carpeta de las reglas para distraerme y porque no quiero que me siga golpeando, por eso tengo que hacer las cosas bien y una es revisar cada cosa que pretende que haga.
Miro una película muy cómoda y a gusto en los inmensos sillones que tiene, al menos me dejó ver la tele o me voy a morir de aburrimiento, la biblioteca la dejó bajo llave ¿Y sin televisión que iba a hacer? Limpiar ya lo hice por toda la casa, si me faltara algo seria colgarme del techo para limpiarlo o por fuera de edificio para limpiar las ventadas del lado de afuera.
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Tres días mas en los que estoy súper tranquila, el dolor ya no esta mas, tengo morado pero no me duele nada, obvio que si hago un poco de presión si me duele pero si me agacho o algo no duele nada, los primeros días de solo respirar dolía, esa agonía gracias a Dios se fue.
Me despierto por un ruido ensordecedor, bajo corriendo las escaleras muy asustada, voy donde me dijo que vaya cuando pase algo en donde del otro lado golpean con fuerza y gritan que abra, destrabo la puerta y entra un hombre en pantalón corto y sin remera, corre hacia la habitación de él y yo me quedo ahí, al lado de la puerta esperándolo, tengo prohibido entrar a su habitación, entraría pero hay cámaras en donde vería que entre cuando no estuvo porque es muy seguro que estos vídeos va a verlos, al rato el ruido para pero no sale, paso mis manos por mis brazos esperando, estoy nerviosa, es una alarma de seguridad, cuando viene veo que tiene un arma en las manos.
—¿Qué pasó? ¿Alguien quiso entrar?. —asiente y abro gigante los ojos.
—Quisieron subir parece. —me mira fijo poniéndome nerviosa, es un muchacho muy lindo—. Voy a ver las cámaras.
—¿Cómo que quisieron subir?.
—Pusieron mal la clave y forzaron la puerta desde las escaleras. —aunque es muy lindo no puedo dejar de ver el arma en su mano, es como si fuera una adición de su brazo por la seguridad con la que la carga—. Es la única forma que tienen como para querer entrar.
—Por Dios santo. —como me debo hacer la angustiada me llevo la mano a la boca—. ¿Llamamos a la policía?.
—¿Para qué? Estoy yo acá... Vaya a su cuarto tranquila, voy a revisar las cámaras. —se va a la oficina de él sin mas nada que decir, pero me siento en el sillón a esperarlo, al rato sale y me mira asombrado donde no hice lo que me dijo—. Ya esta todo solucionado, puede estar tranquila.
—¿Viste quién era? Debo suponer que también hay cámaras en la entrada del ascensor y la cara se debió ver.
—Parece que es un nuevo empleado que no sabia que no debe subir. —asiento sin creerme eso, es lógico que eso no pasó para nada—. Voy a estar despierto, puede estar tranquila.
—Bien.
Vuelvo a la cama y miro la hora, son las dos de la mañana, mierda ¿y ahora? Doy vueltas por la cama sintiéndome alerta, como que en cualquier momento entra alguien con un arma en las manos, me siento de golpe cuando siento como que hay ruidos abajo y eso me asusta mucho, de punta de pies voy hacia las escaleras que es donde miro, esta todo oscuro y no se escucha absolutamente nada, son imaginaciones mias de los nervios que cargo, vuelvo a la cama cuando el sueño me vence.
Me despierto sintiendo algo raro, me quiero mover pero siento peso arriba mío, abro los ojos gigante cuando me doy cuenta de que alguien esta arriba mío.
—AAAGGGGG.
—Ssshhh mujer. —quedo dura cuando reconozco la voz.
—Dios santo que susto. —ahí me entra otro tipo de miedo, hasta me atrevo a decir que es terror.
—Vengo a buscar lo mío. —niego desesperada y él suspira—. Ya hablamos de esto.
—Yo... Que... —se me para la respiración cuando siento sus dedos en mi intimidad.
—Ya no puedo mas, esperé mucho a que te recuperes, te di muchos días para que estes bien que ya debes darme lo mío. —entierro las uñas en él cuando entra con fuerza—. Ooojjjj.
—Mas despacio... Me estas lastimando. —mis lágrimas caen y eso a él no le importa, se sigue moviendo con fuerza—. Mmmmgggg.
—Ya ooggggg. —queda duro arriba mío gimiendo, aprieto las sabanas con bronca—. Mierda que estuvo bueno.
—No puedo respirar. —va al baño sin decir nada, me siento tapándome con la sabana.
—Tenemos que salir.
—¿A dónde?. —me mira negando.
—Eso no te interesa. —asiento porque recuerdo uno de los requisitos, no decir nada, solo obedecerlo en todo y cada cosa que me diga—. Dale levántate... No tenemos todo el día.
—¿Te puedes ir? Así me cambio.
—Mmmjjj. —se va totalmente desnudo sin importarle nada, busco ropa hasta que encuentro algo cómodo.
—Ya estoy. —me mira negando y viene hacia mi haciendo que quede dura preparándome para un golpe.
—¿No te hablé de la ropa?.
—Es que no me dijiste a donde íbamos y es de mañana, no sabia que ponerme.
—¿Dónde compraste esto?. —estoy con un jean tiro alto, una remera liza, unas botas y un saco de paño n***o.
—Tu hermana me eligió todo lo que tengo.
—Bien... Vamos. —me agarra de la mano y salimos—. Vamos a ir donde Vladimir, nos invitó a desayunar.
—Bien.
Vamos hacia una residencia, es hermoso este lugar, ¿pero a qué me trajo? ¿Solo a desayunar? Es raro, muy raro, ya no confío en nada, es como que siempre me espero lo peor desde ese día donde mi papá me dijo que me quería ver.
Abro la puerta sola y el muchacho que se quedó cuidándome en los días que no estuvo me mira muy mal donde él es el que me iba a abrir la puerta, y ahí recuerdo a Kisa que me dijo que debía esperar a que abran, pero es instinto nada mas, nadie nunca me abrió la puerta, no puedo acostumbrarme.
Mi esposo que debo admitir que no recuerdo el nombre, me agarra de la mano y entramos a la casa, y es media soberbia la decoración, todo demasiado llamativo y como que quieren dar a entender que tienen plata por todo lo que han gastado, cosas que no pondría por nada, creo que si tuviera dinero hasta para limpiarme el culo lo gastaría de la misma manera pero crearía una combinación, mas armonioso.
—Buenas. —se dan la mano con el hermanos y me mira sonriendo—. ¿Cómo estas Inara?. —lo miro sin decir nada y deja de sonreír—. Bien... ¿Pasamos a desayunar?.
—Vamos... Me muero de hambre.
—Mara lo preparó... Estaba emocionada de que vengan.
—Tiiioooo. —viene un nene como de cuatro años corriendo con los brazos estirados y una sonrisa inmensa.
—Hola campeón. —lo alza en brazos y lo abraza.
—Te extrañé mucho tio.
—Yo también, me volví loco de tanto que te extrañé.
—¿De verdad?. —sus ojitos le brillan por lo que le dice.
—Si, yo no miento. —lo besa en a mejilla riendo y me apunta—. Ella es mi esposa Inara... Inara, este es mi amado sobrino Baltazar.
—Hola Baltazar ¿Cómo estas hermoso?.
—Bien gracias. —lo baja de sus brazos y él lo mira—. ¿Tío, me puedo sentar al lado tuyo?.
—A mi lado se sienta Inara Balti... Pero después jugamos un poco si quieres.
—Siiii. —el nene se va corriendo a los saltos y me mira medio avergonzado pero donde yo lo miro asombrada.
—¿Qué pasa que me miras así?.
—No tenía idea de que tenías sentimientos.
—Mmmjjjj —me agarra con fuerza del brazo y me empuja, vamos a la mesa en donde me sienta con fuerza.
—Aaayyy... Despacio. —se inclina y me habla al oído.
—Te estas pasando en como me hablas, empieza a respetar.
—Me duele... Fuiste re bruto. —se sienta sin decir nada.
—Cuando vayamos a la casa voy a recuperar estos días en los que no estuvimos.
—No. —pone su mano en mi pierna pero esta vez aprieta con suavidad, y yo que me preparaba para un dolor agudo—. ¿Puede ser en la noche? Espera a que se me vaya un poco el dolor.
—Si te preparo bien no te va a doler nada. —bajo la cabeza avergonzada—. Haz las cosas bien y yo también las voy a hacer bien.
—¿Tío me das fruta por favor?. —miramos las mesa en donde están sentados mirándonos—. ¿Tío?.
—Si hijo, ya te doy, discúlpame que no te la pasé de inmediato. —se para agarrando la fruta y le sirve en el plato—. ¿Algo mas?.
—Y el jugo de frutilla, es mi favorito. —le vuelve a servir y me mira.
—¿Ya puedes comer bien?.
—Si.
—Sírvete entonces, hay variado.
—Si. —aprieta los dientes por mi respuesta cortante.
—Inara. —miro a la chica que me sonríe con mucha amabilidad—. ¿Cómo te trata este pesado?. —él y su hermano se ponen tensos y me miran a la espera de que es lo que voy a decir, les sonrío como diciendo es la mía, pero por mas que quiera no puedo.
—Muy bien de hecho. —me sirvo lo que mas me llama la atención—. Es un buen esposo hasta ahora.
—¿De verdad? Discúlpame cuñado pero no lo creí así.
—Si... Es atento, cariñoso, amoroso... Un dulce en todo. —lo digo con asco pero ella sonríe creyéndoselo.
—No te tenia así... Me alegra de que estén disfrutando el matrimonio.
Comemos mientras hablo con la chica sin parar, es media nariz parada y me cae hasta ahí no mas, sale con cada cosa que no me gusta nada, en cambio el chiquito y su papá son diferentes, Vladimir es divertido pero aun así no logro mirarlo con simpatía, deber ser un maldito igual que el hermano o no hubiera estado ahí amenazándome para que acceda en la estupidez de casarme con el maldito del hermano.
Volvemos a la casa casi al mediodía, en el camino venia pasando su mano por mi pierna sin parar, no me gusta nada esto porque lo tomo como a una amenaza de que me debo saber lo que me espera cuando lleguemos, y a él no le importa nada que yo no quiera, en el ascensor se pone atrás mío rodeándome con sus brazos y de las cederás me empuja hacia atrás, se friega en mi culo sin parar mientras besa mi cuello dándome escalofríos, el ascensor se abre y me empuja hacia las escaleras sin dejar de rodearme.
—No pienses Inara. —mete las manos por debajo de la remera—. Si te dejas llevar vas a disfrutar, confía en mi en lo que digo.
—No me gusta esto.
—Libera tu mente... Cierra los ojos y solo siente lo que hago con tu cuerpo... Hazlo y vas a disfrutar, no hace falta que sea como la primera vez, y esa vez también te lo dije, déjate llevar, no te pongas tensa. —cierro los ojos soltando un gran suspiro, siento como me va sacando la ropa mientras sus dedos y boca están por todos lados en mi cuerpo, es como si fuera un pulpo, en todos lados tiene las manos—. ¿Te esta gustando?.
—Se siente raro. —abro los ojos asustada cuando chupa mi pezón izquierdo con suavidad, nada de agresividad, sino con calma—. No... No hagas eso.
—Ayuda un poco Inara... Cierra los ojos o te voy atar. —me agarro de sus hombros y para de hacer lo que hacia—. No... no va a funcionar así. —lo veo que agarra la soga con la que me ató y yo niego desesperada—. Dame las manos.
—No... Ayudo. —doy unos pasos hacia atrás negando—. Ayudo pero no me ates.
—Dame las manos no lo vuelvo a repetir. —le tiendo las manos con ganas de llorar, pone una tela en mis muñecas y ahí me ata la soga, muchísimo mas suelta que la vez anterior—. Vamos a la cama.
—Noooo... Vamos no lo hagas. —me ata las manos por encima de mi cabeza y sonríe recorriéndome con la mirada.
—Estas deliciosa. —baja la cabeza volviendo a mis pechos—. No son como me gustan pero no hay otra que conformarse con lo que hay. —cierro los ojos por eso y siento dolor de tan fuerte que lo hace.
—Aaagggg. —sus dedos me acarician en mi intimidad, eso hace que vea estrellas y me hace sentir que floto, es una sensación de lo mas extraña—. Por Dios santo.
—Mmmggggg. —sigue chupando mientras mueve mas rápido los dedos y no me da tregua a nada—. Vamos... Ufff que estas empapada.
—Ajjjj.
—Mierda. —quiero ver que hace donde de golpe ya no esta encima de mi, esta pegado a mi cadera—. Eres tan apretada. —con una mano se ayuda a entrar en mi—. Tan apretada que me hace alucinar.
—No vayas fuerte por favor.
—Te dije que colabores y decidiste no hacerlo. —cierro los ojos cuando se mueve con violencia hasta que se vacía dentro mío—. Ahora si vas a sentirte bien.
—¿Eh?. —me gira alzando mi culo—. Por ahí no... Por ahí no te lo pido por Dios, si lo haces te voy a odiar toda la vida, por favor.
—No lo había ni pensado hasta que lo dijiste.
—No por favor.
—Tranquila, eso lleva tiempo. —entra en mi v****a desde atrás y me quedo sin aire porque es muy diferente a hacerlo de frente—. Uuffff.
—Mmmgggg. —mis brazos no me dejan cargarme en los codos y estoy muy incómoda—. ¿Puedes aflojar un poco? Me duele el cuello.
—Solo un poco.
Afloja solo un poco pero me puedo acomodar sin sentir que se me salen los hombros, empieza despacio, muy despacio haciendo que me tiemble todo, por Dios santo, jamás había sentido nada igual, me muerdo la lengua para no gemir, cuando bajo la cabeza mordiendo las sabanas siento su pecho en mi espalda, sus labios me rosan la columna y no me aguanto el grito, acelera el ritmo pero no duele como las otras veces, jadea en mi cuello y comienzo a gritar como loca cuando se arrodilla y de las caderas me empuja ayudando a que entre entero.
—AAAAAGGGGG. —me agarra del pelo alzando mi cabeza y embiste con fuerza.
—Mierda... Mierda.
—Mmmmmmmmmm. —me corre una electricidad por todo el cuerpo que me paraliza, se carga en mi espalda riendo.
—Te dije que si cooperabas iba a ser bueno. —asiento sin decir nada porque tenía razón, aunque no lo quiero admitir—. Te viniste y eso fue... Uufffff.
—¿Eso fue lo que sentí al final?.
—¿Y qué sentiste?. —pasa sus manos por mi espalda y va hacia mis pechos, me tiembla todo—. ¿Inara?.
—Tengo hambre.
—Vamos a comer algo ya son las una.
—¿De verdad? Oogggg. —se ríe porque jadeo cuando sale de adentro mío, caigo de costado y él se inclina desatándome.
—Dame las manos. —se las doy, mira mis muñecas pasando los pulgares—. Te las puse flojas pero igual se te marcaron. —después de mirar mis muñecas me mira a los ojos—. Vamos a comer algo que también me dio hambre. —se pone el pantalón y camina a la puerta.
—Ya voy. —me cubro con la sabana parándome, en la puerta se gira y sonriendo me dice.
—¿Y? Dale que nos queda toda la tarde y te quiero fuerte.
—¿Toda la tarde?.
—Toooda la tarde... Y puede que la noche también... Ahí lo vemos según como quedemos.
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