Capitulo 1
—¿Hola?.
—Hija soy yo.
—¿Papá?. —miro el celu viendo que es un número que no conozco y por ende no tiene identificación—. ¿Cambiaste el número?. —miro hacia la tienda viendo que no entre nadie.
—¿Mañana a la mañana vamos a desayunar?.
—Trabajo todo el día papá.
—Pedí el día entonces. —me siento mas derecha porque no es de invitarme a nada, es mas, ni siquiera me llama.
—¿Dime qué pasa? Jamás me insistes nada, ¿Necesitas alguna cosa? Plata no tengo, desde ya te voy avisando, y de tus deudas no voy a hacerme responsable.
—¿Puedes hacer lo que pido Inara?.
—Esta bien. —me friego la frente suspirando—. Pido la mañana no el día, tengo que trabajar no puedo tomarte tantas horas.
—Bien... Nos vemos mañana.
—Chao.
Sigo atendiendo a la gente que entra que por suerte es bastante el trabajo que tengo, trabajo en una librería a tiempo completo, me encantan los libros y cuando me llamaron fue como una bendición de Dios, es el trabajo soñado, soy de las que creen que cada persona en alguna parte del mundo tiene o sueña con su trabajo soñado, el mío es este, muchos me minimizan pero yo estoy feliz, peor es no trabajar, y una de las cosas que mas me encanta es cuando llegan libros nuevos y tengo que leerlos para poder describírselos a los clientes, bueno, no es necesario del todo que los lea pero lo hago de igual manera, cuando vienen y consultan puedo entablar una charla y darles datos de lo que esperan sin aportan nada que no quieran leerlos.
Cuando cierro el local me voy a mi casa, vivo con mi mamá y mi hermano mas joven, solo somos los tres, mis papás se divorciaron hace mas de diez años y todo se quebró porque ahí realmente conocimos la verdadera cara de mis progenitores, mis hermanas mayores se fueron de la casa con el bombo lleno, mi otro hermano esta metido mal en las drogas y ya no sabemos que hacer, pero tampoco se deja ayudar, no tengo la mas remota idea de donde esta y que hace, hasta no tengo idea si sigue con vida.
—Mamá ya llegué.
—No esta, todavía no vuelve. —lo miro que esta en el sillón mirando tele y la casa es un desastre—. Cocina que tengo hambre.
—Limpia la mesa o no hago nada. —agarro unas prendas que hay en un silla dándole un golpazo en toda la cara—. Levanta el culo de ahí y ponte a hacer algo.
—Esta bien no me pegues.
—Lava los platos no los dejes ahí, cansada estoy de decirlo, cuando uses algo lávalo de inmediato así no se junta. —bufando se para y yo me pongo a cocinar.
—Hoy llamó papá pidiendo tu número.
—¿Eh?. —me giro viendo venir con un montón de platos y vasos—. Si ya lo tiene.
—Me llamó con un número que ni idea... Me sorprendió que llame y mas que pida tu número.
—Bueno ya fue. —sonrío al verlo lavar la loza—. ¿Cómo fue la escuela?.
—Bien, lo de siempre.
Mi mamá nunca llega, ya perdí la cuenta de hace cuantos días que no la veo, pero con tenerlo a Samu ya el enojo se va, debo disfrazarlo para no llenarlo de mierda al pobre, cuando terminamos de comer mando a Samuel a dormir y dejo un poco limpio, en la mañana me tengo que levantar mas temprano para llevarlo al colegio y de ahí volver ya que pedí la mañana para saber que es lo que quiere mi papá, espero hacer algo en ese lapso, hay toneladas de ropa para lavar, mucho que fregar y aun mas por ordenar, me tengo que poner al día o esto se va a salir de control.
.................
—Dale Samu. —lo muevo con fuerza, se gira poniéndose boca abajo abrazando la almohada—. Arriba pesado, vamos a llegar tarde.
—Déjame, no voy a ir.
—Si como no. —le doy un golpe en el poto con fuerza—. Dale que ya tengo el desayuno.
—Uuffff que eres re pesada. —va al baño refunfuñando y yo termino de preparar todo—. ¿Hiciste tostadas? Huelo tostadas.
—Si, y se van a enfriar si no te apuras. —la puerta se abre y los dos miramos anonadados como mi mamá entra como si nada.
—Buenas. —no decimos nada, simplemente la miramos y ella sonríe—. ¿Vas a la escuela hijo?.
—Si.
—Que te vaya lindo. —Samuel me mira alzando las cejas—. Me voy a dormir.
—¿Mamá?.
—¿Qué pasa?. —Samu mira para otro lado cuando comienza a sacarse la ropa.
—¿Podrías limpiar un poco? El otro día te fuiste y dejaste terrible desastre, trabajo todo el día no puedo llegar a limpiar y Samu va al colegio.
—Cuando me levante limpio.
—Bien. —entra a su cuarto y Samuel se ríe.
—Esta cada día mas loca. —negando le apunto la taza—. Esa mujer de ahí es mi mamá, tu mi hermana... No me mandes como un chicuelo.
—Esa mujer de ahí vive de joda y ni se debe acordar en que año estas en el colegio. —no me gusta decirle esas cosas, pero es un adolescente y no quiero que se me ponga loco, que sepa que la que tiene los pies en la tierra aca soy yo, no ella—. Dale, come así lo haces bien.
—Si. —terminamos y me pongo una campera fina ya que a la tarde hace mucho calor, seguro que después del desayuno me vengo y el sol va a estar radiante—. Ina... ¿Tendrás plata? Quiero comer unos sándwich que venden y se ven buenos.
—Ahora te doy. —le doy lo justo porque no me sobra, debemos comer todo el mes, lo guarda en la mochila y nos vamos—. ¿Cuándo te dan el boletín?.
—Recién empiezan las clases Ina.
—Bien, pero cuando te lo den lo traes enseguida, no te hagas el loco porque me entero de todo.
—Ay ya, sabes que siempre te lo doy enseguida.
Lo dejo en la esquina para que no pase vergüenza de que su hermana lo trae como un bebé, me quedo viendo a que entre y él no sabe que me quedo siempre mas tiempo para ver si no se va creyendo que no lo voy a ver, tiene dieciséis años y a esa edad mi hermano Mateo se metió en lo que no debía y no quiero que Samuel se meta en eso, le llevo cuatro años pero desde que mi mamá dejo la iglesia se olvidó de que tenía dos hijos pequeños que necesitaban de ella, tampoco le hecho la culpa de nada, crecí rápido no lo niego, pero no me es una carga para nada y mi papá se borró del mapa hace como dos años, luego volvió y lo vemos dos o tres veces al mes y cree que con plata compensa la falta que nos hizo hace unos años, y de hecho plata que no sirve ni para pagar un boleta de servicio, yo no le recibo nada pero Samu si, él lo gasta en las tonteras que le gusta cosa que esta bien, es un jovencito no puedo pedir que pase por lo que yo pasé.
Cuando llego a la casa mi papá me está esperando en un auto que jamás en la vida había visto, creí que nos íbamos a ver en un café y me hacia la idea de limpiar la casa, de acomodar la ropa, me hacia otros planes no esto.
—¿Y ese auto de dónde lo sacaste?.
—De un amigo. —me cruzo de brazos incómoda, ni siquiera nos damos un beso de saludo, abre la puerta señalando que suba—. ¿Vamos?.
—Si. —me subo y es impresionante el lujo de este auto, hay dos hombre en la parte del frente y temo lo peor—. ¿A dónde vamos a ir?.
—Ya vas a ver. —lo miro con duda, la sensación de que me tengo que bajar y correr es mucho mas fuerte—. ¿Samuel cómo va? ¿El colegio?.
—Bastante bien gracias a Dios.
—Bien. —cuando paran veo que es el lugar mas caro de la ciudad, y no es un café, sino un restorán.
—¿Acá? Es carísimo, creí que íbamos a ir a tomar un café.
—Si, acá es. —entramos y no hay nadie excepto por unos tipos en una mesa que nos miran apenas ingresamos.
—Me quiero ir. —me giro chocándolo de frente, me tiemblan hasta las entrañas—. Vamos a otro lado mejor, no me gusta este lugar.
—Camina de una vez. —me empuja dejándome anonadada y un hombre joven se para sonriendo, y yo tiemblo de punta a punta.
—Papá por favor, vámonos no quiero... —llegamos donde ellos y él me apunta.
—Ella es Inara. —todos me miran de arriba abajo y me dan nauseas, siento que soy un pedazo de carne que el mejor postor va a comprar.
—Esto no es lo que me dijiste Benjamín. —lo dice con una sonrisa pero su voz es crispada.
—Es hermosa, solo que usa esta ropa de porquería y opaca lo que realmente es. —lo miro frunciendo las cejas, ¿Mi papá dice eso de mi?—. Van a ver que no se van arrepentir, es mansa y se porta bien, no va a dar problemas.
—Papá. —lo empujo corriendo a la salida, afuera me agarra apretandome contra una pared casi sacándome los pulmones del golpe que me dio—. ¿Qué estas haciendo? ¿Quienes son esos tipos?.
—Escúchame una cosa Inara. —pone una mano en mi cuello apretándome—. Estoy con la soga al cuello con esos tipos y eres mi única salida... Vas a hacer lo que te diga, eres mi hija y debes obedecerme.
—¿Estas loco? Esos tipos me van a violar.
—No... Es algo diferente, vas a estar bien lo juro, pero sácame de esta Inara, eres mi única familiar que puede hacerlo.
—¿Qué hiciste?. —ya no puedo contener las lágrimas—. ¿Porqué me estas entregando?.
—Le pedí plata... Mucha plata y no puedo devolvérsela, estoy arruinado y ellos apretándome cada vez mas.
—Es tu maldito problema no el mío. —lo empujo y me agarra de los pelos.
—Me vas a sacar de esta Inara. —me habla bien cerca de la cara—. Te guste o no lo vas a hacer o al que voy a entregar es a Samuel. —abro grande los ojos—. Eres tu o tu hermano... Elige.
Totalmente anonadada camino hacia los tipos que nos miran sin parar y el único que habló no deja de sonreir, parece un psicópata con esa sonrisa y esa mirada, y debe serlo, o no estaría sentado en una mesa negociando por una mujer, bueno, un maldito enfermo, mi cuerpo tiembla en gran manera y no me puedo contener, me imagino millones de cosas, como que me van a llevar a un cabaret clandestino y prostituir sin descanso hasta que mi cuerpo no lo resista mas, me imagino que me van a sacar los órganos para venderlos, Dios santo, en cada cosa que pienso no salgo bien parada y siento que el corazón se me va a explotar, siento que me voy a morir cuando nos sentamos y por una parte lo prefiero así, y por otra parte no, porque mi hermano queda expuesto, y si mi papá me hizo esto no le va a importar ir por él, los tipos que estaban parados se van dejándonos con dos de ellos que están sentados mirándome fijo.
—¿Sabes porqué estas acá Inara?.
—No tengo la menor idea. —miran a mi papá y el único que tiene cara amable es el que habla—. Supuestamente íbamos a desayunar para hablar.
—Bien... ¿Quieres que te aclare la situación?. —asiento de inmediato y él sonríe—. ¿Deseas tomar algo primero?.
—Por favor dígame que pasa que me tengo que ir... Trabajo y no puedo faltar. —el otro que esta al lado gruñe acomodándose en la silla.
—Bueno, voy a ser claro, tu papá nos debe muchísima plata... No te das una idea del monto y no es algo que podemos dejarlo pasar. —lo miro fijo.
—Sáquenles sus cosas materiales. —alzo los hombros—. No me importa que le saquen todo pero es problema de él no mío.
—Ya no hay nada mas que sacarle Inara. —respiro con fuerza—. Llegamos a un arreglo en donde las dos partes salen ganando.
—¿Qué arreglo? Yo no tengo nada de plata, mi sueldo solo me alcanza para mantener mi casa nada mas... No me sobra ni un centavo por ende no tengo ningún ahorro.
—No hablamos de plata... Uno de mis hermanos necesita un heredero lo antes posible y ustedes salir de este aprieto.
—¿Heredero?.
—Así es.
—Bien, pero el nosotros en ese aprieto no entro, es aprieto de él no mío.
—Ya esta todo listo, ahora mismo nos vamos al registro para que se casen, le das un hijo a mi hermano y chao, te puedes ir y volver a tu vida. —los miro muda, nada me sale, es como que siento que es un chiste—. ¿Inara estás entendiendo?.
—A ver. —alzo una mano acomodándome en la silla ganándome mas derecha—. ¿Me tengo que casar y acostarme con un desconocido que no tengo idea de quién es... Tengo que parir un hijo y abandonarlo como si nada?. —se miran y luego a mi—. ¿Eso es todo?.
—Si... Obviamente vas a tener tu recompensa.
—Bueno. —me paro sonriendo y alisándome la ropa, miro a mi papá negando—. ¿Tu quién te crees que soy? ¿Crees que voy a tener un hijo y dejarlo? Estas enfermo.
—Señorita. —dice el que me habló todo el tiempo.
—No voy a tener un hijo para tirarlo como un perro. —se para pareciendo un monumento de diez metros—. No me interesa tener que acostarme con quien sea pero jamás voy a dejar a mi hijo.
—Podemos llegar a un arreglo mas adelante, pero debemos cerrar el trato ahora mismo, no tenemos tiempo que perder. —todos se parar mirándome—. ¿Acepta señorita?. —siento que voy a llorar.
—¿Si no acepto qué va a pasar?.
—Sabemos que tiene un hermano que va a la secundaria. —me voy para atrás como si me hubiera tropezado sintiéndome ahogada—. Sabemos que esta solo toda la tarde hasta que usted llega de trabajar en la librería... También sabemos que usted está sola en su trabajo y seria muy feo que unos hombre ingresen y la lastimen muy feo ¿No cree?. —cada palabra me da mas asco que la anterior y miro al mudo que no aporta nada, esta de espectador en todo esto pero debe ser igual de enfermo que este tipo—. Y también puede que mañana este en el velorio de sus papás... O peor, de sus hermanas con su sobrinos.
—ESTA BIEN... Esta bien. —mis lágrimas caen de impotencia.
—Bien. —sigue con su sonrisa cínica, se gira hacia atrás y viene de inmediato un tipo—. Llama a Kisa de inmediato.
—Si señor. —a los segundos entra una chica con unas bolsas.
—Vamos al baño. —la sigo en silencio y me mira sacando ropa—. Soy Kisa, hermana de Vladimir.
—¿Quién es Vladimir?. —frunce las cejas.
—Es mi hermano... El que me mandó a llamar.
—!Ah! No, ni idea. —me da un vestido apuntando el baño.
—Cámbiate ahí así te maquillo un poco.
Me pongo un vestido blanco de una tela super suave, nunca había tocado algo por el estilo y me queda muy bien, súper cómodo y recatado, es como si lo hubieran hecho a la medida porque me queda impecable, paso las manos por la falda suspirando, ¿Esto esta pasando de verdad? ¿Cuándo salga me van a decir que es un chiste?.
Me maquilla y me peina, me miro al espejo viendo que estoy con una cara que jamás me la había visto, ella me habla de no tengo idea qué porque pienso en millones de cosas, pero sonríe sin parar.
—¿Me estas escuchando?.
—Si.
—Dimitri te va tratar muy bien.
—¿Quién es Dimitri?.
—Mi otro hermano... Con el que te vas a casar.
—Ah, no tenía idea de como se llama.
—No tengas miedo, él no es malo, te va a tratar bien vas a ver. —asiento sin decir nada—. Listo, estas hermosa... ¿Vamos?.
—Preferiría irme al desierto, ¿Se puede?.
—Mmjjj... Me estas ofendiendo, te vas a casar con mi hermano no me gustan esos comentarios. —salimos de ahí y nos vamos al registro civil, quedo de piedra cuando viene el mudo parándose al lado mío.
—Son marido y mujer. —miro a juez sorprendida donde me perdí todo mientras lo miraba, pero nadie puede juzgarme, intento recordar la cara del tipo con el que me estoy casando.
—Dame la mano. —le doy mi mano y bufa soltando todo el aire por la nariz como un toro rabioso—. La otra mujer.
—Si. —me pone el anillo y me da un beso en la mejilla.
—Vámonos. —no veo a mi papá por ningún lado.
—¿Mi papá dónde esta?.
—Ya hicimos trato, no hace falta que este acá. —los miro a todos con mucho miedo, a ninguno reconozco, son todos totalmente extraños para mi—. Camina.
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