Capítulo 9

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  Al escuchar esto, Frederick obviamente se sorprendió, y se burló de inmediato: “¡Oh, no me vas a decir, que te has enamorado de mí, ¿Verdad?! Sheryl, dime qué es lo que quieres, no tienes que actuar delante de mí”   No había nadie en este mundo que la entendiera mejor que él, su personalidad, lo que le gustaba y disgustaba, la conocía como la palma de su mano. Por supuesto, sabía perfectamente que la persona a la que más odiaba era él. ¿Cómo era capaz de arrojarse a sus brazos sin razón? Sin embargo, él no sabía que la antigua Sheryl ya estaba muerta, y que la nueva iba a recuperar todo lo que había ignorado en el pasado.   Ella lo miró con sinceridad y le dijo esperando que él le creyera: “Frederick, no importa si me crees o no, te juro que no estoy tramando nada”   El aire se paralizó por un momento, entrecerró ligeramente los ojos y de repente resopló: “¿Es cierto eso? Entonces no me culpes por lo que está a punto de suceder”   Al segundo siguiente, antes de que pudiera reaccionar unos fuertes brazos la cargaron, la llevó a su habitación y la arrojó sobre la suave cama sin piedad. Inmediatamente, ella gritó de la sorpresa: “¡Ah!”   Todo sucedió repentinamente que ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar, sintió un cuerpo esbelto abalanzándose directamente sobre ella, y su calor los envolvió en un instante. Una voz baja y profunda le susurró en sus oídos: “Sheryl, recuerda, ¡Tú misma lo pediste!” El hombre comenzó a tocarla sin remordimientos.   Sus ardientes labios besaron su oreja y lentamente se deslizaron por todo su cuerpo. Parecía que no era un beso suave y delicado, sino un agresivo mordisco; el perfume se mezcló con su aroma masculino y se extendió en el aire. Sus movimientos fueron un poco precipitados y salvajes junto con la presencia de su actitud dominante.   En el fondo, estar con él en la intimidad todavía le ponía un poco nerviosa, pues su zona íntima aún estaba sensible. Recordó su primera vez, le dolió tanto que sintió que estaba a punto de desmoronarse. Esta vez, no mostró piedad, sus movimientos eran bruscos, como si la estuviera castigando con dureza. ¡Quería que supiera las consecuencias de sus actos!   Si bien ella no se acobardó ante él, sino que tomó la iniciativa y extendió la mano para agarrar su cuello. No le importaba nada, si esto era lo que él quería, ella soportaría el dolor. Por un momento, se quedó estupefacto ¿Estaba jugando con él? Su expresión no mostraba la más mínima resistencia. Inmediatamente recordó que la noche de su compromiso, ella lloró y se quejó de que lo odiaría para siempre si tenía que acostarse con él. Pero el día de hoy, realmente le dio la bienvenida.   ¿Qué había pasado para que ella cambiara de opinión completamente? Al pensar en esto, repentinamente perdió el interés, se levantó y volvió a abrocharse la camisa. Ella respiraba agitadamente y exhaló un suspiro de alivio desde su interior, al mismo tiempo, se decepcionó. Por supuesto, ella estaba dispuesta a entregarse a él con todo corazón, pero no de esa manera.   Después de calmarse, él pensó en lo duro que la trató. Se dirigió a ella y le dijo: “Lo siento” Luego, se puso de pie.   De inmediato, pensó en que se iba a ir y le preguntó: “¿A dónde vas?” Lo agarró apresuradamente por el dobladillo de su ropa y le suplicó: “¡No te vayas!”   Él respondió débilmente: “Voy a ducharme”   Al ver que no tenía intención de irse, dejó escapar un suspiro de alivio, cuando escuchó el sonido del agua correr. Media hora después, Frederick salió del baño, Sheryl levantó involuntariamente la mirada, y lo observó como si la hubiera hechizado.   Frente a ella contempló su perfecto cuerpo masculino, su piel era clara y saludable, se podían ver sus marcados abdominales cada vez que respiraba, y la toalla de baño ceñida a su cintura cubría sus partes íntimas. Unas pocas gotas de agua permanecieron en su abdomen inferior, haciéndolo lucir sexy y ardiente.   No importa ese pecho musculoso o esas poderosas pantorrillas, cada parte de su cuerpo era perfecto. Con sus hermosos y delicados rasgos faciales, tenía un aura que era nada menos que la del top model más reconocido en el mundo, por lo tanto no pudo evitar mirarlo con los ojos bien abiertos.   Cuando se secaba el cabello casualmente, sintió una mirada ardiente viniéndolo desde la dirección de ella. Al girar la cabeza, se encontró con los ojos de una loba lasciva, tragando saliva mientras lo miraba. ¡Maldita sea! Siendo observado de esa manera, sintió que la lujuria subía por todo su cuerpo. Pese a todo, se controló y con el rostro apagado le dijo: “Ve a darte una ducha”   Simplemente al volver a sus sentidos, se sonrojó inmediatamente y corrió al baño. Después de diez minutos, Sheryl salió y se encontró con una ráfaga de viento frío, se dio cuenta de que él ya se había puesto el camisón. Estaba sentado junto a la ventana con una copa de vino tinto en la mano, meciéndose de vez en cuando mientras lo saboreaba.   Desde la distancia, por alguna razón su fría y orgullosa figura desprendía una sensación de soledad, de pronto tuvo el impulso de correr hacia él para abrazarlo y eso lo hizo. Envolvió sus brazos alrededor de su cuerpo sintiendo su calor, recordó que siempre lo había ignorado y nunca le prestó atención, ni siquiera le daba una mirada de cortesía. Todo el tiempo supo que aparte de su grupo de amigos, él estaba solo.   Un hombre tan poderoso tenía que asumir la responsabilidad de toda la compañía y enfrentar los problemas por su cuenta. Quién sabía cuántas personas esperaban verlo hacer el ridículo, aunque siempre logró cumplir con las expectativas de la gente. La única persona que le importaba era ella, aunque sabía que lo odiaba y recurría a cualquier método para obligarlo a irse; la idea de esto hizo que ella se sintiera muy culpable que quiso morir.   Al descubrir que esa personita estaba detrás de él, dibujó una expresión seca en su rostro. Giró la cabeza para ver su cabello mojado y su rostro lleno de reproche pegado a su espalda. Frederick no pudo evitar preocuparse, le frotó el cabello mojado suavemente y dijo: “Apúrate y sécate el cabello, no vaya a ser que te resfríes”   En cambio, ella negó con la cabeza y lo miró dócilmente. Su carita estaba ligeramente roja cuando en un tono mimado le dijo: “Quiero que me lo seques, ¿De acuerdo?”   No la había visto ser gentil antes, por ende su corazón se ablandó y asintió: “Está bien, vayamos al sofá”   Dejó escapar una sonrisa infantil y se sentó obedientemente en el sofá marrón oscuro; después de un rato, sacó un secador y caminó hacia ella. Debido a su falta de experiencia, tuvo cuidado al secarle su cabello, sus delgados dedos se deslizaron por sus suaves y húmedos mechones. Tenía miedo de lastimarla, por eso trató de moverse lo más suave posible; por su parte, ella sintió la calidez de sus movimientos, cerró los ojos y disfrutó del momento.   Cuando terminó, descubrió que ella se había quedado dormida; por lo tanto, la llevó gentilmente a la cama y la arropó. Al mirar su rostro dormido, su piel era igual de tierna como la de un bebé recién nacido, sus rasgos faciales eran delicados y su apariencia dócil haría que cualquiera se enamorara de ella. De repente, dejó escapar un profundo suspiro frunciendo aún más sus cejas, descubrió que no la conociera.
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