Catherine Spellman
Me remuevo en la cama ante el olor de lo que parece ser humo, abro los ojos de golpe despertando, me percato de que estoy sola sobre la cama y lanzo las sábanas para darme cuenta de que sigo desnuda. Retrocedo al levantarme y tomo uno de mis camisones para colocármelo rápidamente, corriendo abro la puerta de mi habitación y tropiezo torpemente.
Mi corazón late con fuerza y detengo mis pies al encontrarme al Dios de la lujuria con un mandil de corazones, guantes a juego y la cocina hecha un desastre mientras sostiene en sus manos lo que parece ser algo hecho con carbón.
Sus ojos se posan en los míos.
─¿Qué estás haciendo? ─Pregunto viendo todo el desastre.
─Haciéndote de comer, no sé si todo debe de oler así y tener este color ─dice provocándome una sonrisa por su ternura mostrándome algo muy quemado.
─Creo que, de los dos, soy una chef, déjame a mí hacerte de comer ─propongo caminando hacia él y le abrazo por la cintura atrayéndole hacia mí mientras alzo mi mentón para recibir sus ojos miel excitantes. Hades acaricia mi cabello apartándolo de mi rostro para inclinarse y besarme.
─Debería de darte esto… ─menciona apartándose y señala el mandil. Niego con la cabeza.
─Te queda perfecto, no te lo quites, serás mi motivación ─digo y besa mi frente.
─Debí de seguir los pasos de las recetas, pero, me parecieron muy confusas ─añade y dejo salir un suspiro.
─Suele suceder, una vez confundí la sal con el azúcar ─menciono encogiéndome de hombros para que no se sienta mal. Arruga su cejo mirándome con desconcierto.
─¿Quién confunde la sal con el azúcar? ─Se burla y le manoteo levemente el pecho, me sostiene la muñeca atrayéndome de nuevo a él para introducir su mano debajo de mi cabello con fuerza y presiona sus labios sobre los míos mientras me alza sobre la encimera apartando las cosas y separa mis piernas colocándose en medio. El beso es ardiente, voraz y nunca había imaginado despertar y ver a un demonio sexy cocinar para mí y luego querer follarme en la cocina. Mi corazón late con fuerza, ametrallando mi pecho sin piedad alguna. Me separo de sus labios tomando aliento y le miro acariciando sus mejillas mientras muerdo mi labio percatándome de lo que estoy sintiendo y de lo feliz que me siento en este instante. Tengo una absurda necesidad de decirle que le deseo, le quiero, le anhelo, le adoro y le amo. Pero pareceré una loca que se enamoró en solo días. ¿Acaso eso es posible?
─Yo también ─pronuncia de repente y mis ojos se abren con impresión.
─¿Tú también…qué? ─Pregunto nerviosa y mis mejillas arden. Había olvidado la conexión mágica que tenemos y que él al parecer puede escuchar mis pensamientos aparte de ver mis sueños húmedos. Ladea una sonrisa genuina─. ¿Me leíste los pensamientos? Hades, tenemos que hablar de eso, no puedes…
─No puedo leer tus pensamientos, simplemente me miraste de una manera en que nadie me ha mirado y creo que es eso que llaman “amor”. Desde que reclamaste mi vela y me volviste tuyo, no sabía qué era eso desconocido que estaba sintiendo, hasta este momento…es amor por si te lo preguntabas y también lo estoy sintiendo ─manifiesta interrumpiéndome. Pestañeo con impresión, pero lo que hace es alterar más mis latidos, acerco mis labios a los suyos y le beso.
Me alejo para mirar sus ojos.
─Antes llegué a decirle: “Te amo” a la persona equivocada, no sé si alguien como tú quiera escuchar esas dos palabras desgatadas y mal usadas, pero quisiera poder expresarte lo que siento y no sé cómo ─murmuro con un resoplido al sentirme frustrada.
─Inventemos una y podrás decírmela cuantas veces desees ─propone haciéndome sentir tan pequeñita porque me habla con suavidad, misma que eriza mi piel. No es normal tener al hijo de Lucifer haciendo estas cosas de personas enamoradas y aún así, aquí está. Me hago la pensativa golpeteando con mi índice el mentón. Se me viene a la mente una y esbozo una gran sonrisa, sujeto su rostro.
─”Te arap” ─musito desconcertándole.
─¿Arap? ─Asiento con mi cabeza.
─”Amor, reinos, Asael y Perséfone” todo lo que significamos; tú y yo ─explico y sonríe.
─Es tan hermosa, tú lo eres ─dice con intensidad para besarme de nuevo con vehemencia, empuja su cuerpo más al mío para hacerme sentir su calor y grandeza. Separa sus labios de los míos y besa mi cuello descendiendo a mis pechos mismos que magrea endureciendo mis pezones que se marcan a través del camisón. Jadeo arqueando mi espalda─. Te arap, mi ninfa ─manifiesta con ronquez y cierro los ojos al sentir que se escuecen de forma emotiva. He estado más sensible de lo normal y mis emociones me juegan en contra.
─Te arap, Hades, tanto, tanto… ─gimo al sentir una de sus manos debajo de mi camisón para encontrarse con los pliegues de mi v****a humedecida a más no poder. Lo que estoy sintiendo no es normal, es un amor de otro mundo como lo es él.
─No quiero irme nunca de tu lado ─suelta imponente.
─No lo hagas, Hades, no me dejes. Promételo, que no soltarás nunca mi mano ─suplico con mis mejillas humedeciendo por mis lágrimas fugitivas.
─Nunca, Perséfone, lo prometo ─manifiesta sellando su promesa con un beso desesperado e introduce dos de sus dedos en mi coño. Cuando se trata de alguien que brota lujuria de sus poros puedes recibir un orgasmo en cualquier momento y Hades, no escatima de ello.
Gimo de forma agudizada porque presiona mi punto G, y alza mi camisón para lamer mis pezones con desquicio provocándome tanto placer mientras mis emociones se desbordan una tras otras. Él es el único capaz de hacerme sentir en el cielo siendo del infierno.
**
Luego de una excelente sesión de orgasmos, me propongo a alimentar a mi sexy demonio. Mientras que él se dispone a ayudarme a limpiar el desastre que causó en la cocina en mi ausencia. Le preparo unos macarrones con queso, puesto que la caja traía instrucciones, él come como si fuera una gloria y sonrío embelesada.
La puerta del apartamento se abre y entra Leti cubriéndose los ojos.
─¡No veo nada, no veo nada! ─Exclama caminando con apresuro.
─Estamos vestidos, sin hacer cosas indebidas ─digo y ella se detiene bajando la mano y mirándonos con los ojos entornados como si sospechara de nosotros. Hades se queda a medio masticar con sus comisuras sucias de queso cheddar cubro mi sonrisa.
─Están muy raros, ¿por qué huele a quemado? ¿Cocinaste? ─Pregunta hacia mí.
─No fui yo la que quemó esta vez la comida ─digo ofendida.
─La costumbre, disculpa ─Encoge sus hombros.
─Traje lo que me pediste ─anuncia y alza la bolsa. Chillo de emoción acercándome a ella para arrebatarle la bolsa mientras se quita el saco─. Espero puedas conseguir lo que buscas, me costó robarlos de la biblioteca. No sabía que el área de ocultismo era tan resguardada, que raritos ─añade caminando a la cocina para olisquear lo que he preparado.
─Quizás porque con estos libros pueden hacer cosas muy malas ─digo abriendo la bolsa para encontrarme con los libros de ocultismo más polémicos y prohibidos.
─¿Por qué no los destruyen y ya? ─Toma una porción de los macarrones y Hades aparta su tazón para que ella no se le acerque pareciendo un niño mimado.
─Porque al hacerlo, no saben si están rompiendo alguna ley con la magia oscura. Las personas piensan que todo está maldito, así que, prefieren solo cuidar y proteger para que no caiga en las manos equivocadas ─digo ante lo que he indagado con curiosidad a lo largo de mi vida como ratón de biblioteca.
─Espero que no desates el fin del mundo con esos libros, Cat ─dice Leti y le miro, igual que Hades. Ella arruga su cejo─. ¿Qué dije? ─Inquiere confundida.
─Nada… ─murmuro.
─¡Oh por Dios, Cat! ─Chilla porque odia que le responda de esa manera. Es abogada, detesta no saber todo.
─Recuerda lo que te dije de la Moira; al parecer estoy ligada con la destrucción de ambos reinos ─digo abriendo el primer libro que habla sobre la historia de la magia del caos y de los “hechiceros” que pudieron explorar un poco de ella.
─Solo, no hagas alguna locura, Cat ─suplica dejando salir un resoplido. Ruedo los ojos.
─No lo hará, Perséfone no es destrucción ─dice Hades llamando mi atención y le doy una sonrisa.
─Ustedes están muy enamorados ¿O ya estoy alucinando? ─Pregunta Leti al mirarnos.
─No estás alucinando ─Le guiño un ojo a mi amiga.
─Escúchame bien, demonio. Estoy cansada de que hagan añicos el corazón de mi mejor amiga. Así que, si alguna vez te atreves a hacerle daño, me convertiré en una sacerdotisa y voy a exorcizar tu culo demoniaco ¿Entendiste? ─Amenaza hacia Hades.
─¿Por qué me sigue diciendo que soy un simple demonio? ─Pregunta ofendido Hades─. Prefiero sufrir en las brasas del purgatorio antes de hacerle daño a mi Perséfone ─añade llevándome a suspirar y sus ojos se clavan en los míos.
─Parece suficiente tortura, está bien por mí ─comenta Leti haciéndome reír y niego con la cabeza. Al volver mi vista a las páginas del libro, algo llama mi atención y arrugo mi entrecejo. Porque leo mi apellido “Dante Spellman, el primer hechicero en usar la magia del caos para despertar a su rey del inframundo…Cronos y acabar con el mundo, fallando en el intento y como resultado; ser maldito por la misma magia” pienso que todo es una tonta casualidad, trago con dificultad y Hades se levanta caminando hacia mí quizás al presentir algo por la conexión, el libro cae al suelo resbalándose de mis manos por la impresión y él me da la vuelta sosteniendo mi rostro.
─¿Qué sucede, Perséfone? ─Inquiere con seriedad.
─Creo que…la predicción de Clotis es real, Hades ─digo y él arruga el cejo.
─Ella es una Moira de miles de años, puede equivocarse… ─Niego con la cabeza.
─¿Quién es Cronos? ─Indago y sus ojos se abren oscureciéndose ante mi pregunta.
─¿Qué sabes de él? Maldición ─gruñe.
─Lo dice en el libro, al parecer uno de mis antepasados quiso despertarlo con la magia del caos y maldijo su linaje. Siempre me pareció raro que mi abuelo estuviera metido en la herbología, quizás practicaba algo más y falleció de forma inexplicable de la noche a la mañana ─digo con mis latidos alterados ante lo que acabo de descubrir.
─No permitiré que eso sea cierto, tú no estás maldita.
─Quien me dio tu vela, planificó todo. Solo somos los títeres atados a los hilos que ella ha movido a su antojo…Hades, si esto es cierto, yo seré la causa de…
─¡No! No pienses en eso, lo que está escrito en esos libros es ficción, nada de eso es real ─insiste impertinente.
─Yo pensé que tú no eras real ─murmuro.
─Pero, lo soy, soy muy real y te arap, te arap tanto que las venas que rodean mi corazón arden cada vez que te miro ─manifiesta mientras Leti nos observa sin palabras. Hades sostiene mi rostro y presiona su frente de la mía─. El destino te trajo a mí, teníamos que encontrarnos si o sí, eres mi otra puta mitad, y no lo supe hasta este momento ─acota y mi corazón se estruja.
Besa mis labios con ternura y Leti aclara su garganta llamando nuestra atención.
─Propongo que, si no se va a acabar el mundo, en manos de mi mejor amiga, veamos películas y comamos palomitas de maíz ¿Qué dicen? ─Dice provocándome una sonrisa, sorbo la mucosidad de mi nariz y asiento.
─También quisiera saber más sobre la historia que no conozco de tu mundo, a quién debemos temer de verdad y cómo podemos permanecer juntos más tiempo ─menciono mirando a Hades quien asiente con su cabeza.
─¡Yo elijo la película! ─Suelta Leti. Intercambio miradas con Hades, y lo noto preocupado, como si algo malo estuviera por ocurrir.
**
Horas después…
─Mi abuelo fue el primer rey del mundo, y quien intentó destruirlo, pero, mi padre lo contuvo encerrado en el tártaro antes de que lo devorara y las brujas más poderosas de ese entonces lograron detenerlo con la magia del caos, misma que puede “despertarle” puesto que se encuentra en un sueño eterno, su furia podría hacer añicos el mundo entero ─añade mientras engullo el segundo tazón de palomitas. Leti se quedó dormida luego de la mitad de la película.
─¿Cronos? ─Pregunto y él asiente─. El árbol pudo haber sido la misma magia del caos, por mi presencia en el inframundo ─ato cabos.
─Es posible, solo sé que eso es lo que más teme Lucifer ─Miro la pluma que me había guardado de sus alas.
─¿Por qué debo de tenerla conmigo? ─Indago ante su petición de no alejarme de esa pluma. Él cierra mi palma con la pluma en ella y besa mis nudillos.
─Es parte de mí. Lucifer en cualquier momento se enterará de que he estado mintiendo y tú eres una mortal, es cuestión de tiempo para que enfurezca y quiera hacernos pagar, esta pluma no permitirá que te haga daño ni intente llevarte al inframundo ─dice erizando mi piel.
─Pero, Hades…
─No te preocupes por mí, puedo con mi padre ─menciona con una sonrisa genuina abrazándome para que recueste mi cabeza de su pecho.
Me quedo mirando la pluma, pensando en todo lo que me dijo y no sé si estoy viviendo los últimos momentos con él, de solo pensarlo, me duele.
**
Días después…
Los días han transcurrido a su lado y es como si viviera una infinita luna de miel, aunque resulta mejor que eso. Hacemos todo juntos, hablamos hasta altas horas de la noche, nos conocemos más de lo que alguna vez imaginé. Nuestra conexión es más intensa y se siente una parte de mí que no pienso perder.
Caminamos por las calles sujetados de la mano, como una pareja enamorada, las personas nos observan, pero es más por la belleza de Hades. Es un demonio precioso.
Las mañanas comienzan con una buena sesión de lujuria y la noche termina con otra más intensa. Nunca había explorado al máximo mi sexualidad y ahora con Hades, mis limites se han expandido de forma exquisita.
Llamé a mis padres por videollamada, presentándoles a Hades, mi madre casi le da un infarto al verlo todo tatuado, pero…dejó pasar eso al verme tan feliz, todo lo contrario, a cuando estaba con Kevin. “Extrañaba esa sonrisa, pastelito” dijo mi padre para hacerme llorar. Pactamos un viaje para ir a Nueva Orleans y que Hades conozca la casa de mis padres, el lugar donde crecí.
Nos quedamos horas en la tina, follando, aseándonos, jugueteando y dándonos mucho cariño. Pasamos a la ducha para seguir con la lujuria infernal y terminar en la cama empapados volviendo a sudar entre gemidos. Leti tuvo que comprarse unos tampones de oído para no escucharnos. Tendré que disculparme con ella.
Hades y yo decidimos salir y comer en un restaurante, consigue un auto deportivo y prefiero no preguntar cómo lo hizo porque, de todas maneras, es un demonio, está en su naturaleza ser impredecible.
Abre la puerta para mí, y abro los ojos al darme cuenta de que es en un restaurante en el muelle. Lleno de luces y viéndose tan lujoso.
─Esto es tan hermoso, Hades ─digo impresionada.
─Tuve que ver una película de las que te gustan para esta ocasión ─menciona sonriente y con orgullo.
─¿Esta ocasión? ─Pregunto confundida. Nos detenemos en la arena antes de llegar al muelle y sostiene mis manos─. ¿Hades…?
De repente, se arrodilla ante mí y mis manos comienzan a temblar de los nervios.
─Catherine Spellman, mi Perséfone, mi ninfa de la primavera...Nuestros reinos surgieron para nunca unirse, pero, ¿A quién demonios le importa? ─Suelta y me hace reír mientras que mis ojos se escuecen y mis latidos se descontrolan─. ¿Quieres crear nuestro propio reino junto a mí? ¿Quieres ser mi reina del inframundo, del infierno y del reino mortal? ─Manifiesta y cubro mi boca.
Él saca un anillo con el diamante n***o…es precioso.
─Cariño, tienes a un Dios de rodillas ─dice y asiento finalmente con mi cabeza sollozando.
─Sí, sí, por supuesto que sí, Hades ─respondo y él se levanta para envolverme con sus brazos y besar mis labios─. Te arap, Asael Morningstar ─añado conmocionada.
Súbitamente, unos fuegos artificiales estallan en el cielo llamando nuestra atención, impresionada observo los lindos destellos alumbrando nuestros rostros y reflejándose en nuestras pupilas. Toma mi mano y bajo la vista para ver cómo coloca el anillo en mi dedo.
─Hades, es precioso ─murmuro.
─Viene del inframundo, es una roca única para la única Perséfone ─declara y me abalanzo hacia él efusiva para llenar su rostro de besos. Sostiene mis mejillas para mirarme con deseo ardiente y tomar mis labios en los suyos.
Otro destello, pero más fuerte aparece desde la tierra, misma que la hace temblar debajo de nosotros. Él me sostiene y mis latidos enloquecen.
─¿Esto también lo planeaste? ─Pregunto desconcertada.
─No. ─Responde luego de unos segundos y observo su rostro enfurecido.
Miro a la dirección en que él lo hace y aparece una mujer, pero no cualquier mujer; es Lilith. Emergiendo del fuego con su cabello cobrizo. Hades sujeta mi mano con fuerza interponiéndose delante de mí de forma imponente ante la presencia de ella.
─Se acabó el juego, Asael. Tu padre y yo lo sabemos todo ─suelta y trago con dificultad.
─Hades… ─murmuro con miedo.
─¡No me interesa! ¡Puedes irte y darle mi recado! ─Exclama Hades furioso.
Ella se ríe petulante.
─No vine aquí como mensajera, vine a llevarte conmigo junto a tu humana ─dice mirándome.
─¡Tendrás que matarme! ¡No me iré y no dejaré que le hagas daño! ─Replica en un gruñido.
Lilith deja salir un bostezo y aparece un cetro del fuego para apuntarlo hacia nosotros.
─De todas maneras, siempre quise matarte ─dice con simpleza. Siento cómo Hades se tensa─. Pero, no lo haré, de eso se encargará Lucifer, quien seguramente de devorará como a todos sus hijos ─declara y trago con dificultad. Mis nervios están de punta.
─Vámonos ─Le pido a Hades, casi en una súplica. Pero algo me dice que no podemos irnos con facilidad, ya no. Él me mira con sus ojos miel.
─¿Tienes la pluma contigo? ─Inquiere hacia mí. Y mis ojos arden por las prontas lágrimas, sé que significa eso. Niego con la cabeza porque bien la tengo en mi bolsillo, solo que, no quiero que se vaya de mi lado.
─La tengo, pero, no dejaré que te vayas ¡No te vas a ir, no me vas a dejar! ─Exclamo y mis lágrimas brotan sin control.
Él sostiene mi rostro.
─¡Sabes qué ocurrirá cuando golpee el cetro! ─Advierte Lilith.
─Hades, no ─gruño hacia él, quien me besa y sus labios saben a una despedida amarga y dolorosa.
─Te arap, Perséfone ─dice y besa mi frente. Sostengo su mano.
─¡Prometiste que no soltaría mi mano, no la sueltes! ─Suplico cuando hace ademán de alejarse. De sus ojos brota lágrimas espesas y oscuras.
Lilith golpea el cetro y se abre la tierra, desapareciendo sin más. Unas grietas de fuego aparecen en la piel de Hades y sus manos se tornan oscuras cual carbón, como la última vez en el inframundo. Me aferro a su mano con todas mis fuerzas.
─Toma la pluma, apriétala en tu palma, te lo suplico, Perséfone ─gruñe con su voz gutural y suelta un gruñido de dolor como si el que estuviera aún aquí fuera doloroso. Tomo la pluma sacándola de mi bolsillo.
─¡No sueltes mi mano! ─Sollozo─. ¡Por favor, Hades! ─Grito con la voz rota, desgarrándome la garganta. Y de repente, su piel se rompe desde las grietas y su cuerpo se vuelve cenizas de volcán, su mano se desintegra sobre la mía y caigo al suelo con mi corazón doliendo y las lágrimas mojando mis mejillas.
─¡Hades! ─Exclamo rompiendo a llorar al sentir que desprendieron parte de mi corazón. Con el golpeteo del cetro, en un abrir y cerrar de ojos…Hades se esfumó de mi reino mortal y maldición, se siente como la inmensidad de miles de corazones rompiéndose uno tras otro. Porque enamorarse de un ser de otro mundo no es apto para corazones mortales y débiles como el mío.