**Reino del inframundo**
Asael Morningstar
Mi cuerpo cae de lleno contra el suelo, me retuerzo por la caída dolorosa y toso, percatándome de que estoy en el inframundo y de que Perséfone logró no ser atraída conmigo gracias a mi pluma. Solo tuve que quemar el tallo con mi vela, protegiéndola de los posibles hechizos de trasportación. Alzo mi rostro haciendo un mohín de dolor, mis manos siguen negras y mi piel agrietada por la lava de mi sistema mientras que mis latidos golpean incesantes.
Vislumbro a Lilith golpeando sus tacones contra el suelo y me mira desde arriba con una sonrisa petulante.
─Maldita ─farfullo enfurecido.
─Gracias, cariño ─dice sardónica disfrutando de verme así, se agacha y acaricia mi cabello, le manoteo y no sé por qué me siento tan extraño, como si no tuviera mis poderes─. Mírate; enamorado de una mortal ─suelta pasando su pulgar por mi mejilla y arrastra una de mis lágrimas manchándose el dedo de azabache para acercarlo a sus labios y chuparlo.
─¿Qué…me hiciste? ─Gruño impotente.
─¿Yo? Nada, es tu cuerpo aceptando el inframundo después de estar mucho tiempo en el reino mortal ¿Qué esperabas? El inframundo es celoso ─Se burla colocándose erguida y dejo salir un jadeo intentando levantarme─. Te aconsejo que te quedes allí, Lucifer querrá verte dócil, aunque, no me importa en lo absoluto qué haga contigo ─añade caminando hacia los tronos y toma asiento en el suyo cruzando sus piernas y mira sus uñas sin importarle nada. «Hija de perra»
Poso mis palmas del suelo levantándome mientras gruño por lo que me cuesta hacerlo. Mi pecho sube y baja por mi respiración alterada y clavo mi mirada en Lilith.
─¡¿Dónde está?! ¡Que se aparezca y terminamos de una vez con esto! ─Grito enfurecido rompiendo mi garganta. Aprieto mis manos en empuñaduras sintiendo cómo mi cuerpo se tensa. Tengo que proteger a Catherine cueste lo que cueste.
Lilith se carcajea y súbitamente, el suelo retumba debajo de nosotros, aparece Lucifer en su forma enorme puesto que es hijo de un gigante. Su cuerpo está oscurecido, pero brota lava de sus manos y pies, sus ojos negros me observan y tomo una profunda bocanada de aire. Ahora mide más de tres pies de altura, eso quiere decir, que está muy molesto.
─¡Asael! ─Exclama gutural y golpea con sus puños el suelo rompiéndolo. Me mantengo firme demostrándole que no le tengo miedo, ya no─. ¡Me mentiste! ¡Era una mortal! ─Añade y resoplo.
─Sí, pero es la mortal más poderosa y le pertenezco ─digo rechinando mis dientes. Él gruñe y hace ademán de acercar su enorme mano hacia mí. Saco mis alas y alzo vuelo recuperando un poco de fuerza, vuelo lo más rápido que puedo saliendo del palacio de mi padre. Este, destruye gran parte de él para intentar atraparme, pero, entre más grande, más lento─. ¡Reclamó mi vela de nacimiento! ¡Es algo que no puedes evitar! ¡Es la magia del caos la que la eligió! ─Exclamo evitando que me agarre.
─¡Te dejaste dominar por una mortal y pones en riesgo nuestro reino! ─Gruñe muy molesto.
─¡Me enamoré! ¡Así que tendrás que matarme para que deje de sentir lo que está sintiendo mi corazón! ─Suelto esquivando su manotazo. Giro en el aire al estrellar mi espalda contra un edificio, gruño para intentar agarrar vuelo de nuevo.
─¡¿Enamorarte?! ¡Eso no existe en el inframundo! ─Gruñe y derriba una torre, los escombros caen en lluvia, muchos caen sobre mí─. ¡No reinarás! ¡No mereces el trono! ─Exclama y por más que intento escapar, él, logra sujetarme.
Forcejeo golpeando una y otra vez con mis puños su palma llena de fuego, mi cuerpo no arde puesto que está hecho con el mismo fuego del infierno, pero, su agarre es mortal.
─¡Se acabaron los juegos! ─Grita.
─¡Podrás destruirme, pero no la dejaré de amar! ─Farfullo y logro soltarme de su agarre lastimándole. En cuanto emprendo vuelo, él, sujeta mis alas y tira de ellas.
─¡No volverás a volar! No mereces tener las alas de un Dios ─Gruñe arrancándomelas de tajo. El dolor es incesante y caigo con fuerza al suelo estrellándome de lleno. Unos espasmos dolorosos me invaden y mis ojos se escuecen mientras jadeo ronco arrastrándome en el suelo.
Mis alas arrancadas yacen a un costado de mí, como si no valieran nada y vislumbro cómo mi padre vuelve a su tamaño normal y me sostiene del cuello alzándome en el aire.
─No podré devorarte porque alguien más tiene tu vela de nacimiento, pero, sí te haré vivir en el mismísimo Tártaro ─manifiesta y le esbozo una sonrisa.
─Haz lo que te de la gana conmigo…porque no podrás hacerle nada a Perséfone ─declaro muy seguro de ello. Protegeré con mi vida a mi ninfa de la primavera, así me esté ahogando en el mar de almas y ellas me estén arrastrando al fondo.
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**Reino mortal**
Catherine Spellman
Días después…
Entro al apartamento con las cosas que compré en el viejo mercado gracias a mis investigaciones, estuve intentando de todo, pero, ni los sueños húmedos me llevan con Hades y tengo mucho miedo, miedo que le haya ocurrido algo más. No he dejado de pensar en eso…
─Cat, ¿dónde estabas? ─Pregunta Leti preocupada.
─En el mercado ─digo lanzando las cosas al suelo, las yerbas, esencias, cristales y demás para armar mi altar alrededor de la vela de Hades. Me coloco en el suelo ignorando el hecho de que Leti me está observando.
─¿No te has bañado? ─Indaga.
─No tengo tiempo para eso.
─¡Cat, tienes que dormir, comer y bañarte! ¡Estás muerta en vida desde que te encontré en esa playa! ─Exclama alterada y trago con dificultad. Realmente me encuentro más delgada y débil, pero, no puedo pensar en nada más.
─Necesito verle de nuevo, necesito saber que está bien ─sollozo mirándole. Ella se abalanza hacia mí abrazándome. Acaricia mi espalda tratando de calmar las acometidas de mi llanto─. Ha sido mi culpa, si no hubiera encendido la vela, no hubiera provocado la ira de Lucifer y esa mujer…me enamoré de él y fui egoísta, porque él no pertenece a este mundo ¡Le arriesgué y ahora no está! ─Chillo moqueando.
─No tienes la culpa, Cat, él es un ser de cientos de años, ¿crees que se dejaría manipular por una mortal? Hizo lo que hizo porque te ama tanto como tú a él, y él no permitirá que te hagan daño por eso, tuvo que irse ─manifiesta y me aparto restregándome los ojos─. Tienes que parar un poco y escucharme, tengo que contarte lo que él me dijo ─dice llamando mi atención y arrugo mi entrecejo. Sorbo de mis mocos.
─¿Qué te dijo? ─Inquiero desconcertada porque ya se ha cumplido una semana. Resopla bajando sus hombros.
─Vio las intenciones de Kevin cuando se cruzaron por primera vez, y no son nada buenas ─dice y paso saliva, ella toma una bocanada de aire─. Kevin tenía la intención de casarse contigo, por tu seguro de salud…solo que, la noche anterior se colocó muy ebrio y despertó con una bailarina exótica, por eso faltó a la boda, estaba celebrando que iba a ser un viudo…millonario ─suelta y aprieto mis dientes entre sí─. Una de las condiciones para que él pudiera tomar el dinero es que murieras por alguna enfermedad y te iba a comenzar a envenenar de a poco luego de la boda, él…
─No quiero saber más ─interrumpo, porque realmente no me interesa pensar en Kevin, no hay lugar para él en mi mente, solo es de Hades. Leti asiente─. ¿Te dijo algo más de cómo puedo volver a verle? ─Indago curiosa.
─Tu anillo ─señala mi mano y miro el diamante azabache─. Tiene su sangre y él hizo un pacto con las Moiras, o algo así dijo. Lo que no sé, es qué tienes que hacer o cómo volverás a verle, supongo que lo descubrirás y estuve esperando que lo hicieras estos días transcurridos, pero…no quiero seguir viéndote así y no sé si quiero que vuelvas al inframundo, con un Lucifer furioso ─dice temerosa y muy preocupada.
Dejo salir un resoplido.
─Nada malo me ocurrirá, no si descubro cómo volver a su lado ─digo decidida.
─Prométeme que no te arriesgarás, Cat. Eres humana ─pide y asiento, sin saber qué haré y cómo descubriré el misterio del anillo.
De repente, el olor de las yerbas llega a mis fosas nasales y siento cómo el estómago se me revuelve. Ella abre los ojos ante mi gesto. Me levanto de un salto y corro al inodoro lanzándome hacia él para vomitar, sigo con las náuseas y vuelvo a vomitar. Leti sujeta mi cabello evitando que lo ensucie, termino sintiendo cómo las náuseas se calman y bajo la palanca sentándome sobre el inodoro. Ella me entrega un vaso con agua luego de enjuagarme la boca.
─¿Qué ha sido eso? ¿Comiste algo que te dio náuseas? Pero si no has comido casi nada ─Pregunta muy asustada.
─No…no lo recuerdo, han sido las yerbas que compré ─murmuro en respuesta.
Ella abre uno de los cajones y saca una caja de prueba de embarazo mostrándomela.
─No creo que sea eso, él es…
─¿Acaso no viste Crepúsculo? Puede estar creciendo un demonio dentro de ti que crece más que un bebé normal, es mejor saberlo, pero, a mí no me vas a estar chupando la sangre ─dice haciéndome reír por sus tonterías.
─Es imposible ─digo arrebatándole la prueba.
─Hazlo y veremos qué tan imposible es ─Se cruza de brazos mirándome. Mi corazón late con fuerza porque hasta este momento, pienso en esa posibilidad. No estuve al tanto de mi ciclo por todo lo que estuvo sucediendo en mi vida y pensé que sería imposible ya que, él viene de un reino diferente al mío.
Minutos después…
Camino de un lado a otro mientras que Leti me observa.
─¿Y si lo estoy? ¿Sí tendré un demonio de bebé? ─Pregunto asustada y emocionada al mismo tiempo.
─¿Eso te haría feliz? ─Indaga.
─Sí, claro, sería un bebé de Hades ─respondo sin pensarlo mucho─. Que tenga sus ojos miel ¡¿Y si sale con alas?! ─Chillo efusiva cubriéndome la boca.
Leti se carcajea.
─Primero, debemos de ver que estés en estado y que ambos estén bien ─dice tomando la prueba, estoy muy nerviosa, las manos me tiemblan y el corazón me late muy fuerza. Ella verifica y sus ojos se abren con asombro.
─¿Qué dice? ¡Dime! ─Pido ansiosa. Me la entrega y bajo la mirada vislumbrando dos rayitas─. ¿Significa que…?
─¡Serás mamá! ─Exclama levantándose de un salto.
─¡Seré mamá! ─Repito saltando con ella mientras me abraza y solloza emocionada. Trago con dificultad el nudo que se me forma y muerdo mi labio sonriendo de felicidad. Porque esto para mí; significa que hay una gran posibilidad de que pueda estar junto con Hades, formar una familia y…ser felices. Solo tengo que solucionar la forma de ir a donde él o traerle de vuelta mientras le intento salvar de su padre sin que ambos terminemos mal. Sí, solo eso.
Mis ojos se escuecen y termino llorando con Leti, de la emoción y la incertidumbre. ¿Podré tener de vuelta a mi anhelada lujuria infernal?