Me remuevo en el sillón, había decidido tomar una corta siesta, mientras que Kilian va al trabajo. A veces estar encerrada en la casa, me cansa de tanta seguridad y siempre quiero estar con él. Pero le tengo que dar su respiro, la carga que lleva encima es demasiada. Como para que se tenga que aguantar mis rabietas de querer tenerlo encerrado conmigo. Me las tengo que apañar por mí misma, como desde un principio.
Me levanto, luego de bostezar de mil maneras. Camino hacia la cocina por un vaso de agua, pero algo dentro de mí se acciona, acelerando mi corazón. Detengo mi cuerpo en el camino en un sobresalto. Decido mirar de soslayo la imagen de Estefan, erguido, en la entrada de la puerta de la casa. Mi corazón late con fuerza. Termino de girar en mis tobillos, para quedar al frente de él.
