Capítulo 13

1641 Words
UN DISPARO Y UN DESPIDO. Pov Murphy. Saber que el padre de mi esposo, fue capaz de hacer todo de lo que nos hemos enterado, es fuerte, pero todo me hace saber que mi amado Niccolò siempre ha estado enterado de la verdad. Saber que posiblemente tiene dos hermanas me deja un sabor amargo, ya que mi mami dos siempre deseó tener más hijos, pero la vida no se lo permitió. Al saber también que hemos sido parte de la mafia desde hace siglos y que mis hermanos son los encargados de todo el continente, me ha dejado pensando y recordando todo lo que he vivido en estos años: la seguridad extrema, los lujos y la opulencia. Entonces recuerdo todo lo que hemos obtenido y lo que, más que dinero, es el poder. Con solo decir nuestro nombre, ya tenemos el mundo a nuestros pies. Si bien siempre tuve mis dudas, porque si bien la fortuna de mi familia es generacional, mis padres y hermanos han trabajado duro y la riqueza familiar es exorbitante. Cuando me enteré de todo, lo único que hice fue preguntar si estamos seguros y que, si todo estaba bien, mi padre y mis hermanos me aseguraron que todo está bajo control y que tienen el mismo riesgo que corren cuando toman un caso gravísimo. Sé que ellos tienen razón, de que ya la vida es peligrosa en sí, pero no dejo de tener preocupaciones por ellos, pero lo que más me sorprendió es que mi madre también tiene un pasado oscuro. ¿Por qué verla a ella con otros ojos no se puede, es la típica mamá de comerciales? Pero dejando todo atrás, que el padre de Niccolò estuviera dispuesto a hacerme daño, eso realmente me dio miedo de verdad, cuando explotó en mi contra sin saber que habíamos hablado de tomar el negocio solo en las sombras y que mis hermanos junto con Niccolò se harán cargo de todo. Lo que aún me da temor es que el padre de mi esposo se ha enojado porque, después de volver a tener todo el control, nuevamente vuelve a perder todo hasta el puesto en la empresa. Lo que más cuestioné es que, debido a que somos cuatro mujeres, estamos más propensas a un ataque. Bueno, solo yo que no sé dar una patada en las bolas. Por lo que mi esposo me conversó es que su madre y la mía son feroces a la hora de defenderse. —HEY, ratoncita qué pasa?, porque tienes esa carita de angustia. — Me saca de mis pensamientos, Niccolò. Bueno, es que estaba pensando en que yo no sé hacer ni usar nada como para defenderme. Si en algún momento nos vamos a Italia, ¿cómo seré una mujer y esposa competentes si ni siquiera sé dar una cachetada? Él me toma entre sus brazos, pero cuando queremos dar riendas sueltas a nuestra lujuria, la nueva secretaria de mi esposo nos indica que mi nuevo escritorio ya está siendo instalado. Al salir, ambos vamos abrazados y la señora Bon nos indica que una persona nos busca y que está en la recepción. Desde lo que pasó, nadie tiene permitido el ingreso al edificio sin la verificación de seguridad y posterior autorización del piso donde se dirige. Ambos nos miramos porque, si bien Fredo ha desaparecido, MAXIN insiste que nosotros tenemos que ver en algo, pero nosotros le hemos dicho hasta el cansancio que él salió de este lugar sin dejar rastro el mismo día que ella estuvo acá, dejándola a su suerte. Cuando vemos en la sala de juntas y revisamos a través de las cámaras, nos damos cuenta de que es una de las hijas de Fredo. Veo la mirada de mi marido y sé que algo está planeando. Él se levanta y besa mi frente antes de salir, me dice. No te muevas, iré por unos documentos y después jugaremos al gato y al ratón. Mi pequeño demonio, quiero hacerte el amor en esta mesa con todos trabajando a fuera, darte tan duro. — dice metiendo la mano dentro de mi pantalón, dándose cuenta de lo mojada que me tiene. — Saca su mano y hace algo que me hace derramar mi zona íntima. Sus dedos van a su boca, los cuales succionan y chupa como si fuesen el más exquisito manjar. Miró su entrepierna y el bulto delata cuál quiere acción que se está llevando en esta sala. Antes de salir, se acomoda su erección. A los cinco minutos llega y se sienta obviamente a mi lado; a los cinco minutos la puerta se abre e ingresa Roxin. . — ¿Qué quieres? - dice sin rodeo mi amado esposo, pero antes de la chica contestar, dice algo que me deja wtf. . — Si voy a hablar, lo haré, pero sin ella. —dice la maldita sin más. Nuestro padre tiene razón, tu puta es controladora. Sin siquiera pensarlo, me levanto y llego a su lado, empuñó mi mano, le doy un golpe en su ojo, con esta acción ella cae hacia atrás. Yo doy unos pasos hacia atrás moviendo mi mano, ya que me dolió como un demonio. No registro cuando Niccolò estaba a mi lado tomando mi mano que ha tomado un color rojizo. —Mi ratoncita, mira tu delicada mano, vamos al doctor para que te revisen. Cuando termina de decir eso, su rostro se gira como la de las niñas de las películas de posesiones y la tía se levanta a duras penas. Antes de hacer algo, él llama a Rodrigo y él, al verme correr, mira mi mano. — Le dice a Niccolò: tienes que llevarla a que la revisen, yo me encargo de todo acá. Nos vamos y, antes de salir, ella saca un arma de no sé dónde y me apunta a mí, y Niccolò, sin pensarlo, se lanza cuando la loca dispara, todo se vuelve un alboroto. Veo que a Rodrigo le da una patada en la cara, la que la deja desmayada. Yo reviso a mi amado y veo sangre de su pecho. Me saco mi chaqueta y aprieto su herida. A los segundos mi vista empieza a fallar, llega la policía, paramédicos, los cuales insisten en que se recueste en la camilla, mientras mi marido insiste que me deben revisar a mi primero porque tengo un golpe en mi preciosa y pequeña mano. Miran preocupados a mi marido, un hombre de unos sesenta años se me acerca y me pregunta si estoy bien, ya que estoy pálida solo niego despacio, llama a uno de los enfermeros para que me revise, el cual se acerca; bueno intenta, porque un Niccolò llega, lo empuja y me toma el rostro delicadamente, preguntándome que siento, yo solo niego y caigo lentamente en sus brazos a lo lejos escucho sus gritos, amenazando a todos. Cuando despierto lentamente, me hago en un cuarto de hospital. Mi boca se sabe amarga y un dolor de cabeza me azota. Yo me quejo, veo a mi alrededor y no hay nadie, mi cabeza gira todavía. Miro hacia la ventana y me percato que es de noche, intento levantarme, pero unas ganas de vomitar me azotan y lo hago a un costado de la cama. En ese momento un niccolo ingresa y al verme sus ojos se abren. Empieza a gritar a todos los doctores y enfermeras, los cuales corren por sus gritos. . — mierda, amor que te pasa, estás bien. Yo solo niego y sin razón lloro. Él solo me abraza hasta que llega el doctor. Despacio me suelta, se acerca al doctor un hombre de unos cuarenta años. Lo toma de la camisa, lo levanta cuando está a punto de golpearlo. Llegan mi padre y mis hermanos. Ven la escena y se acercan a mí, ven el piso, hacen sus propias conclusiones. Mi padre me abraza, Abraham y Thomas se acercan, desenfundan sus armas, pero todo acaba cuando mi madre hace ingreso mirando la escena. —Suéltenlo. — Se acerca y mira al doctor, pero este, cuando quiere hablar a mi madre, lo interrumpe y le dice. . — Ahora tú cambiarás a mi princesa, a una mejor habitación le pondrás servicio personal y no lo repetiré dos veces. ¡Está claro! . — ¿Quiénes SE CREEN USTEDES, PARA MANDAR? - terminaste, dice mi madre con la poca paciencia que la caracteriza cuando le tocan a su familia. Él mira a mi madre, pero en ese justo momento hace ingreso mi tío Lázaro, hermano de mi madre, dueño y director de esta clínica, en donde siempre nos hemos atendido. —Bueno, ahora me doy cuenta de que esta es la clínica para todo el clan, tanto como nosotros y el personal, obviamente también para la gente común y corriente. — ¿Qué te pasó? Princesa, dice cariñosamente mi tío, ya que él solo tiene hijos varones, siendo yo la única mujer de la familia. YOOO…. Estaba sola y quería vomitar y no pude ponerme de pie. YYYY ensucié el piso, hablo hipando por el llanto. Mi esposo, a los segundos, está a mi lado consolándome y mirando a todos para que hagan algo. En ese momento llega personal de limpieza y nos cambian de habitación. Antes de que el doctor hable, mi tío lo mira y lo despide. Mi Niccolo quiere decir algo, pero yo quiero que solo me haga cariño. Eso a él lo hace olvidar todo. Pero después de unas horas un hambre me azota. Mamis, tengo hambre, le digo cuando estamos solas porque los chicos y mi esposo salieron a resolver algo. . — ¿Qué quieres, mi niña?—preguntan ambas mujeres haciéndome reír. Quiero tacos, comida china y sushi, y también una coca helada. Ambas me miran y solo asienten con una sonrisa de oreja a oreja
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