Durante cinco minutos no hay conversaciones importantes, la comida se acaba y todos se levantan, después de todo eso, la sirvienta finalmente trae la comida y la coloca sobre mi plato.
– Una disculpa señorita, como usted no despertaba pensamos que no desayunaría y le dimos su parte a los perros, tuvimos que preparar de nuevo el desayuno.
Llegue durante la noche y arrastré cuatro valijas por el lodo, si hubiera perros, yo los habría visto – dígame la verdad, ¿la señora Sigfred le pidió que me sirviera después de que todos se levantaran?
– Señorita, tómelo como un consejo, no se maneje con calumnias, su vida será más cómoda de esa forma.
No puedo con esto.
A la mierda el desayuno, lo primero que tengo que hacer es hablar con el General o voy a morir de hambre entre estas paredes.
No conozco la mansión, me tomó más de veinte minutos encontrar el comedor porque pensé que estaría cerca de la cocina, si lo dejo ir ahora jamás sabré en dónde se encuentra el estudio.
Mis pasos no se escuchan porque mis pies están descalzos, después de desempacar descubrí que se olvidaron de la maleta que contiene mis zapatos, el único par disponible son los negros que usé en la boda y están mojados y llenos de tierra, descalza es más fácil correr y alcanzar al General, él subió los escalones hacia el segundo piso y se para frente a una habitación.
– General Sigfred
– ¿Qué es lo que quieres?
– Necesito hablar con usted, no le quitaré mucho tiempo, por favor.
Su gesto es de desgana, más que pedirle una conversación pareciera que lo estoy obligando a matar a alguien, su mirada pasa de mí y se centra en la habitación con la puerta abierta, desde el interior de esa habitación se filtra un aroma que me parece muy familiar.
Rosas.
– Hablaremos en mi oficina, te daré cinco minutos.
– Muchas gracias.
Lo sigo y veo la habitación que él estaba mirando, está llena de rosas, desde las ventanas donde están dos macetas con florales hasta las mesas con floreros, las cortinas son blancas con bordados en plata, las sabanas son de color rosa, hay pinturas, adornos y dos sillones alargados junto a una mesa con varios cojines, el suelo está cubierto por cajas de regalos, son tantas que solo resta un pequeño espacio para caminar.
En los estándares actuales, esa es una habitación de noche de bodas.
– Ya ha pasado un minuto.
Camino hacia la habitación adyacente.
– ¿Qué es lo que quieres?
El rostro de facciones duras, el cuerpo musculoso y la mirada fija, desde que era una niña, ame a este hombre.
¿Por qué hice algo tan estúpido?
– Te quedan tres minutos.
– Soy su esposa y firmamos un acuerdo de matrimonio.
– ¿Cuál es tu punto?
– Lo sirvientes de la casa y su madre me llaman señorita, tuve que viajar en una carreta, anoche me cerraron la puerta, nadie me ayudó con las maletas, me negaron la cena y el baño, mi habitación es inadecuada y desde la boda, esta es la primera vez que hablamos.
Se forma un silencio entre nosotros.
– Darlian.
No lo había notado, el asistente que me cerró la puerta en el rostro está de pie junto al escritorio mirando hacia abajo.
– Mi señor, siguiendo sus instrucciones anoche acompañé a la señorita en el segundo carruaje, es posible que, para los estándares de la hija del Conde, nuestro transporte sea equivalente a una carreta, en ese caso, me disculpo con usted – se inclina hacia mí.
¿Cree que soy estúpida?, puedo distinguir una carreta de un carruaje basada en el hecho de que el segundo tiene asientos y el primero huele a estiércol.
– ¿Qué pasa con las maletas?
– Envíe a la señorita Lucía a ayudarla, la llamaré enseguida.
– La habitación.
– Señor, cuando la señora supo de la boda comenzó a adecuar una de las habitaciones en el segundo piso, por desgracia los preparativos no estuvieron listos a tiempo, tuvimos que darle a la señora Sheridan una habitación provisional, una vez más, me disculpo – vuelve a inclinarse en mi dirección.
Tal cosa, nadie me la dijo, ¿cómo se supone que voy a saberlo?
– Sobre los otros detalles.
– Necesitaré un momento para consultarlo con la señorita Lucía, con su permiso, señora Sheridan.
Se va dejándome sola en la habitación con el General, puedo ver su mirada acusadora, eso no es lo que pasó – anoche pedí ayuda y nadie me la dio.
No hay respuesta.
¿Por qué?
¿No dijiste que seríamos un matrimonio por contrato?, si no vas a ayudarme, ¿para qué necesito un esposo?
El asistente Cleric Darlian regresa junto a una joven de cabello castaño muy delgada, la conozco, es la sirvienta que me recibió la noche anterior.
– Lucía, informa al señor sobre lo sucedido anoche.
– Muy buenos días, señor – ella se inclina ante el General sin mirarme una sola vez o advertir mi presencia – anoche ayudé a la señora Sheridan a entrar a la mansión, cargué las cuatro maletas y la lleve a su habitación provisional, ella expresó su disgusto, le expliqué que hoy sería trasladada a su nueva habitación, también le ofrecí comida y preparar su baño, pero ella – me mira de reojo – estaba un poco molesta y – baja la mirada sintiéndose avergonzada – debí ofenderla, me disculpo por mi comportamiento.
– No debió ser fácil cargar su equipaje.
– Fue sencillo, casi no estaban mojadas por la lluvia, lo hice con gusto.
Es mentira, fui yo quien cargó mi equipaje, nadie me ayudó.
– Darlian, dale un bono a Lucía por su trabajo duro.
– No es necesario, solo cumplí con mis deberes.
– Espera – tengo que detener esto – está mintiendo, no me ayudó, le pedí comida, le pedí que me preparara un baño, también pregunté por usted, ella dijo que estaba ocupado y se fue, tuve que ir a la cocina para robar una pieza de pan.
Lucía se cubre los oídos con las manos como si hubiera escuchado algo escandaloso.
– Lucía puedes irte.
– Como diga, señor, señora Sheridan, con su permiso – se inclina y se va.
– Es mentira, por favor...
– Darlian, déjanos solos y cierra la puerta.
– Si, señor.
La puerta se cierra con un duro golpe y nos quedamos solos en la habitación una vez más, a diferencia de la primera vez, el ambiente es pesado y desgastado.
– Ser mi esposa no te da derecho a maltratar a los sirvientes, son personas trabajadoras que han estado con mi familia por años, sobre tu habitación veré que puedas mudarte en el transcurso del día.
Latido.
– ¿He sido claro?
– Lo ha sido – duele – me ha dejado en claro que, en esta casa, mi palabra está muy por debajo de la que una sirvienta – camino hasta el escritorio y golpeó la superficie de madera con rabia – su sirvienta y su asistente le han faltado el respeto a su esposa, sí no hará algo al respecto, no viviré en esta mansión un día más.
Frunce el ceño mientras me mira, cualquier pensamiento de odio que tenga en su corazón no se puede comparar con el dolor que siente en mi pecho, siento que el aire escapa de mis pulmones.
– ¿Qué es lo que quieres?
– Quiero que me reconozca como su esposa, quiero que todos los sirvientes lo sepan, si pido una taza de té espero tomarla sin que alguien haya escupido en ella, o si quiero darme una ducha quiero que sea con agua tibia y no helada, quiero tener el trato que recibiría cualquier extraño si visitara la mansión y durante la comida quiero sentarme a su lado.
Sé que estoy siendo codiciosa, pero en realidad estoy negociando, ¡Por favor!, di que por lo menos podré vivir en esta casa, sé el marido que espero que seas.
Suspira lenta y pausadamente – pensé que por lo menos serías el tipo de mujer con quien podría tener una vida tranquila, veo que me equivoque, si eso es lo que quieres, lo tendrás.
¿Qué?
– Todo lo que has pedido.
¡Tengo un horrible presentimiento!