Lex tomó con fuerza a Asia y la llevó hacia atrás, con una gran rapidez, hasta que ambos fueron a dar al suelo, y la camioneta no consiguió su cometido, Lex se paró de inmediato, por puro instinto corrió tras ella, pero fue inútil, la camioneta y su conductor se habían dado a la fuga, nadie pudo ver ni la placa, ni quien era, Lex volvió a Asia, Berti ya la había ayudado —¡Asia! ¿Estás bien? Ella asintió de prisa, pero estaba asustada, Lex la abrazó a su pecho, pero pronto se alejaron, ante la presencia de Berti, que no dijo nada, solo bajó la mirada Volvieron a casa, solo para despedirse, y llegó Rebeca, a quien contaron todo —No, pos, esa es la magia de ser hombre, y de ser una vieja con dinero, porque la neta, pos, güerita, si yo hiciera lo que tú haces, sería una puta, pero como tú