Hope no dejaba de reír, burlona y divertida, observando el rostro de Asia cubierto de un rubor imposible
—¡Es una de sus terribles y groseras bromas! ¡¿Verdad?!
—Pos no, mira princesita, fuistes tú quien vino para recompensarme por salvarte la vida, ahora te las das de muy nice, pero dijiste que harías lo que yo quisiera.
—Incluye dinero, barbaján, no que sea tu novia o tu… —Asia hizo cara de asco, y Lex ya estaba muy furioso
—Tranquila, Asia, pues tiene razón, es que te ha salvado la vida, eso es insuperable.
—Ya oístes a la Esperancita, tienes que hacerle caso a tu carnala —dijo Lex con insistencia, pero Hope volvió a reír, y Asia estaba cada vez más furiosa
—Ya basta, a cuenta de que quieres algo así, ¿Qué pasa? ¿Qué pretendes?
—Pos… —Lex bajó la mirada, luego se calmó para poder hablar—. Mira güerita, te voy a decir la neta, mira hay una morra aquí, pos que antes era mi morrita, pero pos ya no, y si me ve contigo pos ella se va poner brava y estoy segurísimo, de que va a querer volver conmigo, ¡si no te creas que tú me importas! pos a mi no me gustan las morras sangronas como tú… comprenderás.
Hope siguió riendo, divertida de tremenda plática, mientras Asia no estaba nada feliz, respiró profundo, pensó bien, después de todo, solo se trataba de un momento, y ya se desharía de ese fulano que comenzaba a detestar con el alma
—Está bien, señor Dalmau, solo estaré aquí por una hora, así que, tomé ese tiempo como suficiente para ayudarle en su asunto, ¡Tan importante! —dijo irónica
—¡Uy, uy, uy! No pos que tierna, parece que no me debes la vida, princesita.
Asia refunfuñó y puso ojos en blanco
—Pos ta bien, nomás deja voy a cantarle a mi San Juditas y ya vengo pa´ca para armar todo el rollo.
—¿Vas a cantar? —exclamó Asia con sorna
—Pos, claro, no ves que ando de mariachi loco, pos voy a cantarle a mi San Juditas.
—¡Vaya, Vaya! ¿Cómo ves, hope? El señor Alexander Dalmau es un estuche de monerías, no solo limpia carros, es héroe antisecuestros, sino, también un cantante inesperado —dijo con burla, y Hope sonreía sabiendo lo mala que podía ser Asia cuando se lo proponía, mientras que Lex tenía las orejas rojas, y no estaba feliz de sus palabras, esa chica linda le causaba mucha inseguridad, pero ahora estaba pisando su punto más fuerte, la música que amaba
—Pos si, fíjate, como la vez, y también cantó en los camiones, vendo peinetas, soy albañil, le sé de achichincle de mecánico, sé hacer unas hamburguesas de rechupete, y sé hacer mucho más, así es, ¿Cómo te quedó el ojo, güerita? —dijo defensivo
Hope y Asia sonrieron burlonas
—No, pues, multifacético el hombre —dijo Asia
—Yo creo que el señor Lex, es bueno en todo, Asia y mucho más… —dijo Hope con doble sentido, provocando la indignación de Asia y la vergüenza de Lex, que no lo esperaba—. Disculpa a mi amiga, Lex, es que Asia es una de las mejores representantes musicales del país y el extranjero, es maestra de música, graduada en Julliard, sí alguien sabe reconocer el talento, esa es Asia Millet.
—Ah, ¿Sí? —exclamó Lex nervioso
—Sí, y seguro de que ella va a tener mucho que decir al oírte cantar —dijo Hope sonriendo de verlo ansioso
Lex se puso nervioso, y asintió con cara de niño regañado, preocupado, Asia escondió una mueca de satisfacción, al ver que el hombre se volvía un amasijo de contradicciones
—No, pos, la mera neta, yo canto, pero pos nunca he ido a yuliards o yulians —dijo con humildad
—Julliard, y no, nunca has ido, y seguro nunca irás —aseveró Asia con desprecio, Lex la miró con amargura, pero esta vez su mirada no fue un reto, sino una decepción, se escuchó como alguien llamaba al joven, diciendo que ya fuera a cantar
—Pos no, yo nunca iré, pero pos no me importa, ¿Sabes que, si me importa, princesita? —ella alzó las cejas en señal de duda—. Pos cantarle a mi San Juditas milagroso, porque cuando mi carnalita tenía seis años, se abrió la chompa y casi se nos muere, pero le rezamos a San Juditas, y él me la salvó, eso es más importante que ir a tu escuela Julliard. Y ahora pos, afina tu oído y escúchame bien, y luego ya me dices a ver como te quedo el ojo, con mi cantada.
Lex dio la vuelta y caminó hasta el altar
—¿Cómo me quedó el ojo? No se supone que lo escucharé, ¡Ay, Dios! ¡qué naco!
Hope reía divertida
—¡Qué simpáticos los pobres! Querida Asia, gracias por invitarme, hace mucho que no me divertía así.
Asia le hizo cara de fastidio, mientras observaba a los demás con desdén.
Lex caminó hacia el altar, iba enfundado en su traje de mariachi n***o, con su gran sombrero, tomó el micrófono, su padre estaba ahí tocando la guitarra, llevaban tiempo peleados, pero se dirigieron una dulce mirada, que les hizo saber que todo el dolor se había esfumado. Lex respiró profundo, miró la estatua de Jesucristo, se santiguó, luego caminó hacia la izquierda, mirando la gran estatua de San Judas Tadeo, que podría medir algunos dos metros, y estaba en un precioso pedestal, rodeada de flores, veladoras y listones festivos.
—Mi querido San Juditas Tadeo, a nombre de todos los fieles que te amamos, a los que nos has hecho el honor de ayudarnos con tu milagro, cuando no veíamos la salida, gracias a ti y a Dios padre por su gran amor, a ti, te canto —dijo a través del micrófono, con la voz suave y el gesto noble, mientras todos aplaudían
Lex hizo una señal al mariachi y comenzaron a tocar «A mi manera» en la versión de Vicente Fernández.
Asia estaba lejos de él, pero escuchaba atenta, había demasiada gente ahí, pero el canto de Lex apagó cualquier voz alrededor, ella se quedó perpleja arrugó el gesto, y luego alzó las cejas, tan sorprendida, Lex tenía una gran voz de barítono, limpia, su voz parecía estar educada, totalmente diferente a lo que había dicho él, de no estudiar música, era demasiado talentoso, Hope estaba sonriente, con una cara de impacto, ¡No se lo podían creer!
—¡Ese tipo! Asia, ¡Acaba de darnos una cachetada con guante blanco! ¡Por Dios! ¿Lo escuchas? ¡Es increíble! —exclamó Hope
Asia no dijo nada, pero su rostro era suficiente, había descubierto a una estrella.
—Asia, Asia —dijo Hope para capturar su atención, la canción había terminado y ahora el mariachi cantaba las clásicas mañanitas—. ¿Estás pensando lo mismo que yo?
Asia sabía lo que Hope iba a decir, pero no quería aceptarlo por su dignidad
—Si estás pensando en que deberíamos irnos, sí, estoy pensando lo mismo.
—Estoy pensando en que Lex Dalmau es lo que necesitas para superar a Adonis Taylor.
Asia arrugó el gesto
—¡¿Qué? ¿¡Te escuchas?! Adonis Taylor es un artista preparado, un gran cantante, con un estilo particular.
—Un estilo que le creaste tú, su voz es buena, pero, solo tiene voz, sin ti es nada, y lo sabes. Y resulta que te traicionó, que ahora no tenemos ningún artista, y si llegáramos a tener uno, tendrías que perfeccionar su voz, pero este hombre tiene la voz, tiene el talento.
—¿Me estás hablando de ese vagabundo, que viene para acá? —exclamó incrédula
—Mira, Asia, disculpe, Majestad Asia, ese hombre puede parecer un vagabundo, y sigue siendo sexy, míralo —dijo moviendo el rostro de Asia hacía él—; Es alto, tiene un buen cuerpo, mira esas piernas entalladas en esos pantalones —Asia no podía creer las palabras de Hope
—¡Cállate, va a oírte!
Hope siseó y prosiguió
—Su rostro es lindo, entre dulce y aguerrido, tiene linda piel, y tiene ese toque salvaje que a todas las mujeres nos encanta en un hombre latino, así que, por favor, deja de actuar como elitista estúpida y reconoce, que, si quieres ganar The Moon, él es tu mejor y única opción.
—¿Cómo voy a presentar a ese hombre en el festival? Recuerdas que se trata no solo de canto, sino de patrocinadores, cenas, presentaciones internacionales, que les va a decir: ¡Qué onda morritos! —Hope rio en su cara, pero luego se puso seria
—Eso es algo que debes cambiar tú.
—¿Cómo?
—No lo sé, pero tú eres Asia Millet, creadora de talentos, Bianca Solís no era sino una niña asustada, incapaz de alcanzar notas altas, pero en tus manos, ella hizo la voz tiple, y Lex Dalmau puede hacer con su voz lo que le dé la gana, no me digas que será difícil.
—Ah, claro, pero dime, ¿Y como lo convierto en un caballero? —preguntó al mirarlo mientras reía como enloquecido y hacía bromas sin cesar a todo el mundo, y Hope se encogía de hombros en señal de duda.