Asia abrió los ojos, se levantó recordándolo todo, su alarma no había sonado, o tal vez no la había escuchado, luego de estar tan agotada. Tomó su bata, y bajó de prisa por las escaleras. En el jardín, Lex ya había despertado, estaba ahí de pie, siendo amenazado por Berti, que sostenía una pala, dispuesto a usarla, Lex parecía una presa, en espera de ser alimento de fieras —¡Ladrón! Miserable ladrón, si le has hecho algo a mi Asia, ¡Te mato! —exclamó Morgana —¡Ah, jijo! No, ¡Jamás le haría daño a mi güerita! Se lo juro por esta —dijo haciendo sus dedos en la señal de la cruz y besándolos Morgana le miró, como quien miraba a un loco, y la empleada llamó de prisa a Sergio Millet, para que viniera a ayudar —¡Madre! Tranquilízate, esto tiene una explicación —dijo Asia acercándose de prisa