Lex había abandonado el postre, no lo había terminado, tenía la mirada perpleja en la nada, solo repitiendo en su mente las palabras que Hope le había dicho unos minutos antes
«Asía gusta de ti, ¿Por qué motivo sería tan considerada, incluso llevándote a su propia casa? Jamás haría eso por nadie, pero tú le gustas, por eso lo hace, si no me lo crees, pues pregúntale, tú no eres de los calladitos, ¿O que, Lex? ¿Le tienes miedo? ¿Es mucha mujer para ti? No lo creo, Lex Dalmau, tú puedes volver loca a Asia Millet, estoy seguro de que serían una hermosa pareja, ¡Ay, que romántico!»
Lex estaba sonrojado, cuando escuchó esas palabras, sin prever las verdaderas intenciones de Hope Castelli
—Lex, ¿Dónde está Hope? —preguntó Asia al volver del tocador, Lex la miró casi con susto, estaba titubea
