- No es culpa tuya, a veces las personas sólo son cabezota, mira Antonella, la felicidad viene de nosotros mismos, voy a darte un consejo, que en su momento una antigua bruja me dio.
La felicidad, es algo que nosotros mismos nos damos, mientras tu seas feliz contigo mismo, podrás llevar una vida llena de gracia.
Jamás busques que alguna persona te de la felicidad, eso no pasará.
Mi matrimonio fue arreglado Antonella, yo no amaba a mi Esposa, pero tenía que hacerlo, por el bien de mi Reino, cuando te vi la primera vez, algo me hizo protegerte, tu serás algún día la Reina, se que vas a hacer grandes cosas, tu luz llevará a mi pueblo a vivir en paz, lo sé, lo vi.
Antonella no comprendió lo que el Rey le decía, pero se sintió feliz por sus palabras, el siempre había sido amable con ella, podía ver más allá de lo que un Rey haría, ella lo agradecía.
-Vam os pequeña, hay que volver, no debes ir por ahí sola, recuerda que tu eres importante, serás algún día la Reina más poderosa, te lo dice este Rey, que jamás miente.
Ella sonrió y lo siguio dentro a la fiesta, El Rey le contaba a Antonella historias sobre su familia de hecho Antonella conocía toda la historia de la familia Real la había aprendido leyendo los libros, a su corta edad, había ya aprendido todo, o casi todo, lo que hace una Reina, ella sería de mucha ayuda llegado el momento.
Ese día Sebastián y Antonella no volvieron a cruzar palabra, el estuvo ocupado charlando con una joven princesa de otro Reino, a ella no le molesto, no sabía lo que eran los celos aún, así que se concentro en lo que sabía debía hacer verse bien, charlar, hasta que regresaron a casa.
Antonella era una buena estudiante, jamás hubo quejas de ella, por las tardes ella escapaba, iba a un sendero a caballo, amaba la soledad, ella entrenaba con una espada de madera que usaban los guardias para entrenar a Theodore cuando era más pequeño, había hecho un arco con sus manos, hizo algunas flechas algo mal hechas, pero servían para lo que se necesitaba, las había tallado con piedra para poder lanzarlas.
Antonella creció hasta llegar a su cumple años #17, era ya una Jovensita hermosa, sólo a salir al pueblo, usaba ropas de una de las doncellas, y salía a conocer las tiendas, lugares que su madre no le permitía ver, en una ocacion, vio a Sebastián en el pueblo, ella lo siguió, entró a un lugar muy extraño, al parecer un lugar de placer femenino, ell se asombro al ver mujeres desnudas, como si nada pasará, entonces escucho a Sebastián, estaba en una habitación hablando con un hombre, le decía que necesitaba algo, al menos no estaba con alguna de esas mujeres, antes de que la atraparon salió de ahí casi corriendo, cuando golpeó con un joven, era uno de cabellos obscuros, ojos negros, el se sintió apenado y la ayudo a ponerse de pie.
- Mi querida dama, es extraño verla salir de un lugar así.
Antonella se sintió muy apenada, que sería de ella si alguien la descubría, la futura esposa de Sebastian, el principe.
- No, yo es sólo que buscaba a alguien, pero no...
- Comprendo, venga, quiero disculparme por casi tirarla al suelo, le invitare un postre.
- No eso no sera...
-Venga vamos.
El joven me toma de la mano, y me lleva a un bonito establecimiento, nos sentamos en una de las mesas, yo estoy muy nerviosa, así que al notarlo el pide por ambos.
- Y entonces, se puede saber a quien buscaba.
Yo no se si decirle, decido mentirle.
-A un amigo, creí verlo entrar ahí, me preocupe, pero no era el, me asusté al ver dentro, pues, las cosas, oh, bueno...
El comienza a reír, y me molesto, no se si se burla de mi, o que sucede con el.
- Te burlas de mi.
El se asombra por la dureza de mis palabras, y sonríe.
- Valla, si que tienes carácter, hace un momento no lo parecía, no, claro que no me burló de usted señorita, sólo quería alejarla de ese lugar, habría sido su perdición que la vieran ahí, por sus ropas parece una empleada, pero su piel y su rostro me dice que es usted alguien diferente.
Mi nombre el Graison Derell, vine al pueblo a hechar vistazo, jamás me imaginé encontrar a una joven tan hermosa.
Y siento mi rostro caliente, como si tuviese fiebre.
- Bien, un placer Graison, mi nombre es Antonella, y si, eres bastante observador, mi padre es un Conde, me gusta salir, ver lugares que no puedo visitar normalmente.
- Valla, supongo que es la vida de personajes como nosotros, bien, hagamos que valga la pena, sólo estaré un día aqui, no volveré hasta dentro de mucho, así que haré que valga la pena tu día de escape.
Me asombra, yo no puedo sólo irme, en realidad no lo conozco, no puedo salir con el, si mis padres se enteran, me terminarán de desheredar.
-No lo dudes Antonella, podemos divertirnos, no soy ningun patán , te lo prometo.
Y aún que parezca descabellado, aceptó ir con el, pero no sin antes amenazarlo.
-Esta bien, pero si intentas algo, se protegerme, te mataré.
El suelta varias sonoras risotadas, y me molesta.
-Así que piensas matarme, se puede saber como mataría usted a un hombre como Yo?
-Conozco muchas maneras, he aprendido a defenderme, además poseo grandes poderes.
El sonríe, está claro que no lo cree.
-Bueno, eso no será necesario, pero venga vamos.
Salimos de ese lugar, y vamos a un parque que está a unos minutos, al llegar hay muchos puestos de ventas, el se acerca a uno, y observa unas hermosas pulseras hechas de cuero, toma una para el, y una para mi, la mía es pequeña, el me la coloca, y al estar tan cerca de mi, su aroma llena mis fosas nasales, huele muy bien, yo recupero mi respiración, y el parece haber notado que me puse nerviosa.
Me pide ayuda para colocar la suya y seguimos caminado.
Llegamos al puesto de pan, el pide dos de vainilla, nos sentamos en una de las bancas del parque a comerlos, luego me lleva a la zona de el puerto, hay un gran barco, y me dice que si quiero verle por dentro, yo no se si aceptar, pero me intriga será suyo?
-Esta bien, vamos, pero ya lo sabes, si tu intentas algo.
- Si ya lo sé, vas a matarme por que conoces muchas maneras, sabes Antonella me ofende que pienses que soy un violador, o asesino, tan malvado me veo.
Me da algo de gracia y sonrió.
-Te vez bien así.
Me dice Graison.
- Así, como?
- feliz, sonriente, eres muy bonita para tener ese ceño arrugado.
Yo sonrió, el es muy dulce, me agrada.
Entramos a la embarcación, el me muestra cada lugar, es un barco muy hermoso, cada detalle, y comienza a explicarme de donde es, que si familia posee varios barcos así, y más grandes, que algún día, me llevará a navegar, yo aún que se que eso no pasará no evitó soñar en ese momento.
Es agradable sólo el pensar que algo así pudiera pasar, después de un rato, le digo que es hora de irme, el pide un carruaje, y se acerca a mi, me da un beso en la mejilla.
- Te deseo que vivas feliz Antonella, espero poder verte algún día de nuevo, me agradó estar cerca de ti, eres una joven hermosa e inteligente
si algún día vuelvo, y aún no estás casada, te propondre matrimonio.
Yo sonrió al escucharlo, creo sería agradable casarse con alguien como el, es una lástima que eso no pasará, mi destino está ya firmado para pasar mi vida con Sebastián.
-Adiós Antonella.
-Adiós Graison.
Nos despedimos y el carruaje me lleva a casa, al llegar siento una gran tristeza, me la pase tan feliz con el, con Graison, que ahora siento este silencio más pesado que nunca se que no debo hacer esas cosas, pero hoy supe lo que era tener a una persona cerca y que se interesa por lo que tienes que decir.
Quizá la vida sólo fue amable al darme este momento, nadie al parecer me hecho de menos, nadie me recibió, jamás se interesan en si estoy o no, es muy triste.
A la mañana siguiente como todos los días desde hace algunos meses, voy al Castillo, ahí estudio temas relacionados con la familia Real, básicamente la única persona que me saluda con cariño es el Rey, pues a la Reina parece no gustarle que yo me casé con Sebastián, y al mismo príncipe le gusta menos, en una fiesta de te, me enteré que Seabstian estaba enamorado de una joven princesa de otro Reino, la vi el día de la fiesta, el era amable con ella, recibo algunas burlas de algunas jóvenes, pero si el no me ama, tampoco lo haré, se que sufrir, pero al final de cuentas ya lo hago, no tengo salida, si no me casará, mi padre me odiarla aún más de lo que ya lo hace, no tengo opción.
Estoy en la biblioteca, leyendo cuando escucho que alguien abre la puerta.
Y ahí está, es el príncipe.
- De saber que estabas aquí no habría venido.
- Por que?
Le hago la pregunta de manera directa, quizá este mal, no debería hacerlo, sólo debería quedarme callada, sin dar opinión de absolutamente nada, pero qui estoy, yo y mi boca, metiéndome en problemas.
-A que te refieres, por que? Que.
- Por que me odias?
Sebastián se queda asombrado por mi pregunta parece haberse quedado sin palabras, y me arrepiento enseguida de lo que le dije, pero es que en ocaciones mi c orazon se apodera de mi habla, digo cosas sin pensar.
- No, te equivocas Antonella, yo no te odio.
Me asombra su respuesta, pero entonces no comprendo por qué se comporta así.
-Y entonces por que...
El se gira y se va, sale de la habitación me deja algo extrañada, si no me odia por que me trata mal, jamás hice algo para ofenderlo, al contrario, fui amable con el, pero parecía siemore enojado con sólo verme, dentro de un año seremos esposos, por que no intentar llevarnos bien, al final de cuentas pasaremos toda una vida juntos, intentando hacer lo mejor por el Reino, por que no sólo llevarnos bien, no espero que me ame, pero si que me trate con respeto, creo que es demasiado pedir, ya debería estar acostumbrada a estos tratos sin razón, malas caras, ofensas, hasta humillaciones, el se la paso afilando a una princesa, mientras su prometida está más sola que nada, le pido al cielo que me de fuerza, esto es tan difícil