Niza
Mi hija tiene un lema que nos hace pensar a todos que la vida para ella sí es de color rosa: todo tiene solución, menos la muerte, pues mucha razón tiene, pero, no siempre es tan fácil como decirlo. Después de darle la noticia de mi embarazo a Alfonso me ha permitido quedarme los próximos dos meses trabajando desde aquí, si me va a tocar unos descontroles de horario, pero, nada que no se pueda solucionar con rutinas nuevas, además me da tiempo de acompañar a Emilio un poco más con el proceso de custodia y de no sentirme del todo sola con la idea en mi cabeza de que voy a recaer.
Han organizado una fiesta de cumpleaños conjunta para Emma y Arturo, el hermano mayor de mi novio ha prestado su jardín para dar la fiesta. Su casa es una locura, por lo grande y la cantidad de niños correteando. Todos parecen muy similares, pero, no tardas en identificarlos a los unos de los otros. Emiliano corre para unirse a los chicos en un juego de basket.
Mi novio me toma de la mano y me pregunta por qué estoy tan tensa e intento no responder para no iniciar una discusión por algo sin importancia. En el pasado, Alonso ha logrado intimidarme, con la táctica soy mejor que tú y en ese plan es demasiado bueno la verdad, la cosa es que, ahora además de ser el mejor amigo defensor de mi hermana, es el hermano de mi novio, a quien tengo que sonreírle porque se acerca a saludar a su hermano.
Se abrazan con todo el amor que evidentemente sienten por el otro. Emilio parece no querer soltarle. A ellos se acercan Ellis y Valentina, la cual besa la mejilla de Emilio y le promete saludarle después y viene hacia mí con una enorme sonrisa.
—Hola, Niza, qué tal te ha ido —pregunta y me da un beso en la mejilla, luego está abrazándome con fuerza y yo le devuelvo el abrazo.
Valentina es de esas pocas personas que pueden decir que lo tienen todo, una familia amorosa, amigos, padres, un esposo que la adora y una carrera exitosa, lo tiene todo: familia, amor, dinero y paz.
Pese a ello, es de las personas más cariñosas del planeta, me tomó del brazo y me llevó al interior, de la casa, está llena de lo que parecen piezas de arte, fotos familiares y un orden impresionante para ser casa de tantos niños.
Amanda se acercó a mí y me miró interrogante.
—Hola, tía Niza.
—Hola, Amanda —dije mientras me inclinaba para quedar a su altura. —cómo has estado.
—Escuché la historia de los pandas y los ojos y quiero informarte que hay diferentes hábitats, pero, la historia es maravillosa.
—Gracias —respondo.
—¿Hay alguna posibilidad de que mis hermanos y yo seamos osos visitantes?
—¿Qué color te gustaría ser?
—Osos beige.
—Ay, Amanda, de verdad que no sabes nada de libros de colorear inventados por Niza —intervino mi hijastro.
—Sí, Amanda, —dice Joy. — ¿Por qué ese color tan feo? ¿No puedes ser un oso rosa? —la niña ríe.
—Hay dos conceptos uno realidad, y el otro, irrealidad ¡De cuál lado están ustedes! —Mía, la esposa de Logan me saluda y les pide a los niños que no comiencen con sus discusiones. Los reta a crear una historia con dibujos y los manda a pintar en la terraza que está el abuelo.
—Quieres algo de beber —pregunta mía.
—No gracias.
—Niiiiza —me saluda Arturo y le doy un abrazo con fuerza.
Le felicito por la aproximación de su cumpleaños y saco de mi bolsa un regalo que le compré. Él sonríe y me da un beso en la mejilla antes de romper el papel como un niño pequeño, ve el libro y me mira a mí.
—Eres maléfica, pero, está chungo el regalo, prometo devolvértela—sonrío y él ríe con más fuerza cuando lo abre.
—¿Qué tiene de gracioso el libro?—pregunta Ellis.
—Lo robé especialmente para ti—Dije y Arturo asintió.
—Niza y yo no siempre coincidíamos, así que nos dejábamos notas en este libro. ¿Cómo hiciste para robártelo?
—No nos dejábamos notas te dejaba la tarea. Era el libro favorito de Arturo
—Me gusta este tipo de drama.
—Uhh, qué te han regalado —dice Emma mientras revisa el libro. —¿Niza qué hablamos de los títulos?—preguntó y saqué de la bolsa su regalo.
Ella rompió el papel con mucha menos desesperación y mucha más clase, vio los libros nuevos para su colección de acoso al paciente, Emma sonrió y lo que más le gustó fueron unos mandalas que compré antiestrés, para que pueda fingir que le importa lo que el paciente dice mientras pinta.
—No finjo, me importa, pero sí que me gusta esto. Gracias —dice la mujer.
—Por qué siento que me conseguiste el libro solo porque fuiste a buscar su regalo.
—No tienes pruebas, pero... no tengas dudas —respondo y él ríe.
Ada, su novia, llega con el pastel junto a Sofía, cada una trae uno. Mily trae unas bolsas de compras y Alonso va a ayudarle mientras se queda de sus hijos que no ayudan.
Poco después nos invita al exterior, para tomar asiento en una mesa enorme, con Emma y sus hijos, en el medio y Mily y Arturo en el lado opuesto. Todos hablan, ríen y comparten al mismo tiempo. Emilio me toma la mano por debajo de la mesa y le sonrío.
Emiliano se para en su silla y se inclina hacia nosotros.
—Niza, ¿cuándo cumples cumpleaños feliz?—pregunta emocionado.
—Aún falta muchísimo.
—¿Cómo en noviembre, no?—pregunta Mily.
—Sí, el dieciséis.
—Qué te gustaría hacer —pregunta Arturo.
—Nada, no inventes.
—Los Pieth somos buenísimos celebrando cosas. —advierte Valentina quien se mete en nuestra conversación.
Les aseguro que no me gusta anda grande ni pomposo. Emilio parece no entenderlo y comienza a planear un viaje a la playa o un viaje a la montaña. Yo me rehúso a ello, su hermano Ellis lo reduce a una fiesta pequeña de casi ochenta invitados en alguna de las casas de los hermanos.
—Niza viene de una familia pequeña —corrige Ada.—Seguro le gustan las celebraciones que nunca hemos tenido.
—Queque del super y cantar —sugiere Arturo.
—Sí, a mi mamá le gustaba cocinar así que preparaba algo pequeño, pero, delicioso, mi hermana y yo buscábamos la mejor película y las tres la veíamos juntas.
Arturo comenta que sus queques si eran del supermercado y que todos comían como locos, alguna de sus tías se apiadaba y hacía una fiesta para él. Sofía se quejó porque en esas historias ella queda como una pésima mamá y su esposo le dice que lo era.
—Tú podías organizar la fiesta.
—No he dicho que sea un mejor papá, dije que tú eres una mamá del culo—Todos reímos cuando le empieza a dar golpes en la cabeza.
La cena está llena de risas y bromas, los niños juegan tanto que cuando llega el momento de partir todos están dormidos. Emilio acomoda en la silla a Emiliano y yo tomo asiento del lado del copiloto. Son las seis y media de la tarde cuando regresamos a casa y me disculpo para ir a trabajar algunos detalles en mis diseños, Emilio me pide en su lugar que le espere en el salón mientras deja a los niños. Yo tomo asiento y me quito los zapatos, veo una notificación del hospital, en la cual me recuerdan asistir a mi ultrasonido de semana 8, sonrío y busco la imagen el ultrasonido anterior. Emilio se a cerca y me pregunta:
—¿Qué es lo que pasa contigo y con Arturo?
—¿De qué estás hablando Emilio?—pregunto agotada por las discusiones que no tienen sentido y los reclamos sin justificación ni precedente.
—Estoy hablando de regalos íntimos y el viaje por el recuerdo.
—No necesito volver a explicarte la relación que mantengo con Arturo, solo voy a recalcar que yo no he mantenido relaciones sexuales en los últimos quince años con Arturo que es mucho más tiempo del que has podido pasar desde que me dejaste hasta que le metiste la polla a la mamá de tu hijo.
—Niza, las coas no fueron así.
—No me interesa, simplemente no voy a seguir con este tema porque me hace daño y al bebé. Respuesta no tengo una relación s****l con Arturo, mantengo una relación de amistad, afectuosa y paternal con el papá de mi hijo.
El timbre de casa suena y yo me pongo en pie para abrir, veo en el exterior a uno de los trabajadores sociales.