Lo que quiero eres tú

1315 Words
No he conocido a nadie que le guste hablar de sus errores, yo solo sé que a mí no me gusta demasiado sentarme frente a otra persona a contar mi historia. Emma es una verdadera profesional, porque después de casi dos horas de silencio y mi mirada de horror ha sacado tres libros, uno de romance, otro biográfico y el último es de thriller, tomo el último y comienzo a leerlo, las dos nos quedamos en silencio porque a ella parece interesarle la biografía. La siguiente media hora leemos, ella cierra su libro de forma escandalosa y acerca su silla a la mía. —Cuéntame de qué tal va. —Alguien se ha suicidado, crees que es bueno para tus pacientes. —Sí, por si estás pensándolo, ya que no hablas, cuando la gente se encierra en sus pensamientos es cuando más peligrosos son. —No... no estoy s*****a, no le haría nada al bebé y Mily, ya le he hecho demasiado, no voy a venir a matarme. —¿Y tú qué haces por Niza?—preguntó. —Trabajo, mucho, tomo caminatas y a veces hablo con Olivia. —Niza, porque no te tomas unos días. —Estoy de baja, hace tres días hoy. —Sí, pero unos tres en la playa. Me cubro el rostro y lloro, Emma se sienta a mi lado y me da un pañuelo y comienzo a hablar, no sé si son las emociones, las hormonas o que simplemente por más llena que esté la sala siento terriblemente sola. Ella me toma de la mano y me obliga a mirarla. Me recuerda que una parte de mí está encerrada en los siete y ocho a los en los que estaba cuidando a una niña siendo yo misma una niña y luego estaba Olivia siempre huyendo, mi mamá siendo una irresponsable y estoy yo... sola y cuando ha llegado Mily no lo estaba, pero, me asfixiaba su pequeña presencia y así como la mala madre que soy estoy esperando otro al que arruinar. —Porque tiene que salir mal Niza. —Porque soy yo. El problema no es Mily u Olivia, el problema soy yo. —¿Emilio? —Emilio no va a aguantarme una, en el momento en el que me caiga, va a quitarme al bebé, él no puede comprenderlo. —Eso solamente quiere decir que no le conoces. Mi sesión con Emma termina poco después, afuera no está mi hermana esperándome, quien espera es Emilio. El chofer de Olivia está aparcando y él corre para pedirme por favor que hablemos. Olivia se baja del auto y se acerca a nosotros a paso calmado, mi hermana nos saluda y se gira hacia el papá de mi hijo: —¿Cómo supiste que estaría aquí? —Mily me ayudó un poco, con la condición de no volver a elevar mi voz y disculparme, —Por su puesto —respondió mi hermana y se cruzó de brazos en espera de la disculpa. —Claro, me porté fatal, en tu casa y lo lamento mucho Olivia, de verdad, estoy muy avergonzado. Y Niza, sé que cuesta confiar en alguien que no hace las cosas como dice que va a hacerlas, sé lo difícil que es tener un hijo con una persona a quien apenas conoces, pero realmente te amo y quiero hacer esto contigo, así que por favor intentemos solucionar nuestros problemas juntos. —Se aclaró la voz y propuso: —¿Puedes empezar por ir a tomar un té o un café conmigo? Vamos a una cafetería y hablar. Acepto ir por la bebida no sin antes disculparme con mi hermana por hacerla venir necesariamente. Ella me tranquiliza y se despide con un beso en mi mejilla. No dedica más que una mirada a mi novio el cual sonríe encantado porque he aceptado. Emilio me abre la puerta del coche que huele a limpio. Me explica que unos niños de cuatro años han viajado en el auto con una mezcla extraña y la han regado por toda la alfombra, sin querer recalca, río al imaginal la cara de Emiliano tras su travesura. Le pregunto qué tal les está yendo con la custodia compartida. Su padre me confirma que ha estado bien, va con su madre, se mandan fotos y video del niño, incluso fue a su clase de natación sin que se produjera una guerra civil. Tomaos asiento en una cafetería de Davenport, la zona más verde y exclusiva de la ciudad, él pide un té matcha y yo le imito. Además, pedimos dos pasteles uno de coco con nueces y ogro de zanahoria con crema, cuando llega todo casi al mismo tiempo quedo fascinada con el sabor y la textura. —Niza, estoy muy apenado por lo de la otra noche, peo más porque sientas que no puedes estar conmigo. —Tengo mucho miedo—reconozco. —¿De mí? —pregunta asombrado y después de unos segundos en silencio de mi parte él decide añadir.—Me acosté con ella porque pensé que no querrías retomarlo. Mily y Valentina me comentaron lo feliz que estás con tu trabajo, con tu jefe, todo, que me parecía imposible, una relación a distanciarme parecía fuera de la mesa y no puedo dejar a Emiliano por muchísimas razones. —No te estoy pidiendo que dejes a tu hijo ni que me des explicaciones de tus actos Emilio, eso está detrás de nosotros. Tú dejaste en claro que terminábamos, no que estábamos en una relación a distancia, yo decidí esperar en silencio a que regresaras. Emilio me toma de la mano encima de la mesa. —¿En qué nos deja eso? —Tengo mucho miedo por el embarazo, yo... no estoy lista para ser mamá, no soy una buena mamá y quiero sentirme feliz, pero, tengo demasiado miedo. A mí me da horror. Yo no... no sé si pueda mantenerme sobria. Son demasiadas cosas, ser la madrastra de Emiliano, tu novia, mi trabajo y mi vida, yo... soy horrible cuando uso y no disimulo Emilio, no puedo, mi cuerpo se transforma, yo me convierto en las drogas y lastimo a quienes me rodean y si te abandono, si abandono a Mily de nuevo o a Mily, Emiliano y el bebé, de verdad, que no hay clínica de rehabilitación voy a matarme. Emilio me abraza con fuerza y lloro entre sus brazos, en medio de una acera por la que pasa demasiada gente y nos ve, pero, no me importa porque estoy entre sus brazos y conoce finalmente lo que puede pasar. —No puedo prometerte que va a ser perfecto o fácil, porque nadie lo sabe, pero, voy a estar ahí. Pase lo que pase y yo no creo que vaya a hacerle daño al bebé Niza. Juegas a las muñecas con mis sobrinas, siempre estás siendo amable y dulce con mi hijo, dejaste a Mily para que no tuviese la vida que tú, para que su ejemplo a seguir no fuera las drogas, y tú, no eres eso. —Emilio... —Niza, no tienes 20 años, estás desempleada, abandonada, con el fallecimiento de tu madre sobre los hombros, tu hermana furiosa y deprimida, y tú igual. Eres una mujer adulta de 35 años con un trabajo y un hombre que te ama y no te va a abandonar, ahora, si lo que quieres es abortar al bebé, entonces, dímelo y lo hacemos, también te tomaré la mano. Si no lo podemos tener todo, si el embarazo no es emocionalmente sostenible para ti. Entonces, te elijo. Nos elijo a ti, a nuestros hijos y a nuestra relación. Es mejor lo que tenemos, que ir por más. Si estás lista más adelante lo hablamos. Me encantaría leer sus opiniones, porque es una decisión demasiado fuerte, por un lado, creo que son las hormonas y por otro siento que de verdad no lo quiere.
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