Niza
Mi hermana y yo observamos a Emilio, mi hermana rueda sus ojos hacia él antes de tocar los botones del elevador como una loca. Emilio se acerca y saluda a mi hermana, la cual es muy cordial.
—Voy a recoger a Emiliano y lo llevo a su cita con la psicóloga, para cuándo programamos la tuya.
—El lunes está bien —respondí.
Salimos todos del elevador y fui hacia el auto de mi hermana, ambas subimos al auto y Olivia le da indicaciones al chofer para llevarnos a un restaurante del que no ha parado de hablar, miro a mi hermanita y sonrío porque quiero interesarme por las mismas cosas que ella, pero, la vida siempre encuentran la forma de decirnos demostrarme cuán diferente somos.
—¿Por qué tienes chofer?
—No sé conducir y es parte de mi prenupcial.
—¿En serio? —pregunté. —¿Tienes un prenupcial que te obliga a hacer cosas? ¿Tú entre todos los seres?
Le recuerdo que le conozco desde que mi mamá la arrastraba por el pasillo para que se sentara en el comedor a hacer la tarea. Ella ríe y frunce el ceño ante el recuerdo, pero sin borrar la diversión de su rostro.
—Sí, tenemos un prenupcial ridículo. Porque ninguno de los dos va a dar el brazo a torcer en cuanto a custodias. Sebastian encontraría la manera de no firmar nunca el divorcio, entonces, seríamos miserables juntos, pero, tendríamos sexo fabuloso.
—Son seres humanos horribles. —comenté y ella rio.
Unos minutos más tarde estamos en el restaurante, se ve caro, brillante y como que estoy a punto de pasar por una de esas comidas en las que tengo que recordarle a mi hermana que soy vegetariana. No digo nada para no incomodarla, el maître nos da la bienvenida y nos lleva a la mesa que mi hermana reservó previamente.
Las dos le damos las gracias y el hombre asegura que pronto nos atenderán.
Olivia me tomó de la mano y me preguntó qué estaba pasando con Emilio. Le dije la verdad, bajé del avión y me encontré como tres revistas diferentes en las que hablaban de los repasos amorosos de Emilio y como vi a esas mujeres guapísimas, elegantes de su brazo, de allá para acá, todas con títulos impresionantes y cuerpos dignos de pasarela y yo soy... ¿Qué? Una ex drogadicta.
—Te voy a decir una cosa de la gente rica: te van a tratar como tú te trates a ti.
—¿Eso qué quiere decir, que me tengo que comportar, cómo? —pregunté.
—No soy una puta, fui una prostituta, y no permito que eso defina mi vida, porque cambié, crecí y veo otras opciones. Me gusta y estoy orgullo de presentarme como una mujer de negocios, una mamá, una esposa. —Declaró. —Tú eres mamá de una empresaria, novia de un hombre fantástico y una excelente diseñadora. Niza Sims—Dijo.
El mesero finalmente nos atiende y nos deja los menús, mi hermana le da una mirada de reprimenda y el hombre vuele a disculparse. Abro el menú y veo ese montón de comida que ni se me antoja en medio de la gigante angustia que siento.
—Es fácil decirlo para ti, tú siempre has sido la hija de un millonario. Yo soy la peor desgracia para mi familia.
Mi hermana me llama la atención y me pregunta qué me está pasando, se ve realmente preocupada y me pregunta si necesito ayuda de algún tipo, intento cambiar de tema, pero Olivia es insistente.
—Soy el producto de una violación, Olivia.
—¿De qué hablas...?
—Mamá estaba prometida con el hombre equivocado, claramente, porque todos sabían que estaba enamorada del hijo de los jefes de su padre. En fin, la prometieron con Geoffrey Sims, él la violó y tu abuela quería que me abortara, ella no obedeció, tu papá le calentó la oreja, le dio dinero para huir juntos pero no llegó a la estación de trenes, ella simplemente se fue.
—Es terrible… ¿Quién te lo ha contado?
Olivia me ve impactada, mi madre parece haber sufrido muchísimo más de lo que ninguna de las dos sabía, todo lo que llegamos a entender a lo largo de nuestras vidas fue que amó con locura a Owen y que él le correspondía el amor a pesar de que ambos estaban casados y tras los múltiples divorcios de mi madre. Él, sin embargo, no renunció a nada por ella.
Olivia y Mily pueden tener su final feliz, con el esposo millonario que le saca de problemas y le elige ante todo y mi hija con el papá médico que es un hombre respetable, cariñoso y el papá perfecto.
—Tu papá, dijo que Geoffrey está enfermo y que quería hacer las pases y conocerme.
— ¿Y qué vas a hacer?
—Definitivamente, no voy a ir a conocer al violador de mi madre—respondí molesta.
—Lo siento mucho, no quise decir.
—Estoy embarazada Olivia—ella me miró sorprendida y sonrió. —perdón deben ser los nervios y las hormonas —respondió mientras lloraba. Mi hermana me abrazó y me intentó consolar. Con cierta discreción el mesero nos sirvió un vaso con agua y ella me pidió que me lo tomara mientras me calmaba.
Después de que lograra dejar de llorar en un lugar público, mi hermana pidió una sopa de verduras y un pescado para el bebé, pidió un arroz con verduras y una ensalada.
—Estoy tan feliz por ti, seguro ni lo planeaste…— Dijo.
—Lo siento.
—No… Sebastian dice que no le pongamos presión y aprovechemos que son solo dos, dejarlos unas semanas con Arturo y contigo y viajar un poco, pensar en nosotros.
—Eso es muy de pareja millonaria.
—Sí —Las dos reímos. —Y ahora tendremos a tu bebé para ser tíos espantosos, tal vez te peleemos la custodia. Diré que tuviste sexo con mi esposo y el bebé es el mío.
—Nuestra vida ya es trágica, no metamos infidelidades.
—Nos trajeron un vino espumoso sin alcohol y mi hermana brindó conmigo.
Me tomó de la mano y me dijo que realmente estaba feliz por mí. Que la vieja Olivia hubiese mencionado que tenía un hombre, una carrera, tres hijos y un buen trabajo, pero, la Olivia nueva, siente que lo más importante son las últimas dos que tengo hijos a los que cuidar y amar y un trabajo que me permite darles de comer.
—El hombre cuéntame cuál es tu opinión.
—Adoooro a verónica, en serio, pero Emilio no está listo.
—¿Qué quieres decir?
—Su prioridad es él y su hijo, pero no sabe hacer espacio para ti o Mily. Cuando comencé a salir de forma amorosa con Sebastian eso fue lo que me gustó y me asustó venía por mí y por mi hija, quería todo y éramos lo más relevante.
—Él era soltero y sin hijos—recalqué.
—Lo que quiero decir es que mereces alguien que lo deje todo por ti, no que te deje a ti porque hay un todo ahí fuera.
—Entendí la primera vez Olivia Elizabeth—dije y puse un billete sobre la mesa, mi hermana suspiró y me pidió que no me fuera y que habláramos.
—No eres tú, soy yo. Necesito respirar porque tengo un bebé en el útero, una hija a la que darle una noticia y no estoy lista. No sé si quiero ser mamá después de haber abandonado a mi hija. No quiero… Estar embarazada. Y tú no puedes tener otro bebé. Sé que Emilio no me quiere, Olivia. No lo suficiente como para tener un bebé y vivir el jodido: “felices para siempre” y en la consulta me preguntaron a qué edad perdí mi virginidad, ¿qué nueve u ocho años? Fue horrible y hace unas semanas tu papá llamó a decir que soy hija de un violador, mi vida es una jodida pesadilla y estoy causando una escena en este lugar —dije —por segunda vez.
Me giro y la veo a ella, a la mamá del primer hijo de Emilio. Ella está entrando apenas al restaurante, sonriente, con el pelo y las uñas recién hechas, que recuerdan la cantidad de dinero que hace por escribir más de mil palabras al día, sus ojos se ven brillantes y más verdes, sus cejas están recién hechas y sus dientes parecen de revista por lo que es innegable que tuvo ortodoncia, camina con seguridad, como si el mundo le perteneciera, tomada de la mano de su esposo. La mujer no repara en mí solo en él, se ve feliz y si enamorada y si no supiera que está siendo demanda por custodia podría decir que su vida es perfecta.
Me mira de arriba abajo y sonríe.
Olivia dice algo en mi oído y entiendo de inmediato por qué Emilio no puede entregarse por completo a mí, porque siempre va a ser suyo, de Maya, perfecta, dulce, elegante y cuidadosa.
Escucho un zumbido en el oído y pierdo el balance, golpeo mi frente contra una mesa y finalmente vuelvo a golpearme contra el suelo.