I-3

1081 Words
Razumov se imaginó encerrado en una fortaleza, apesadumbrado, acosado, incluso torturado. Se vio deportado por orden administrativa, su vida rota, arruinada y privada de toda esperanza. Se vio, en el mejor de los casos, llevando una existencia miserable y sometido a vigilancia policial, en alguna remota ciudad de provincias, sin amigos que lo ayudaran en la necesidad o pudiesen siquiera dar algunos pasos para aliviar su destino, a diferencia de otros. Otros tenían padres, madres, hermanos, parientes, relaciones, amigos que removían cielo y tierra para ayudarlos; él no tenía a nadie. Hasta los funcionarios que lo sentenciarían una mañana ya habrían olvidado su existencia antes de que cayera el sol. Vio cómo su juventud se le escapaba en la miseria y el hambre, mientras su fuerza se consumía y su espíritu caía en la abyección. Se vio arrastrado, deshecho y harapiento, recorriendo las calles… Se vio muriendo solo, en un cuartucho infecto o en la sórdida cama de un hospital público. Se estremeció. Sintió luego la paz de una serenidad fría. Era preferible mantener a aquel hombre alejado de las calles hasta que se presentara una oportunidad de huir. Eso sería lo mejor. Sin embargo, sentía que la seguridad de su solitaria existencia estaba permanentemente amenazada. Lo que debía hacer esa noche podía volverse contra él en cualquier momento mientras aquel hombre siguiera con vida y mientras perduraran las mismas instituciones. En ese instante se le antojaron irracionales e indestructibles. Parecían investidas de una fuerza armónica, en terrible disonancia con la presencia de aquel individuo. Odiaba a aquel individuo. Tranquilamente, dijo: —Sí, naturalmente. Iré. Debes darme instrucciones precisas; lo demás corre de mi cuenta. —¡Ah! ¡Qué gran hombre eres! Sereno… inmutable. Un verdadero inglés. ¿De dónde te viene ese espíritu? No hay muchos como tú. ¡Oye esto, hermano! Los hombres como yo no pasan a la posteridad, pero sus almas no están perdidas. El alma de un hombre nunca está perdida. Actúa independientemente… de lo contrario ¿serían el sentido del sacrificio, del martirio, de la convicción, de la fe, tareas del alma? ¿Qué será de mi alma cuando muera como he de morir… pronto… acaso muy pronto? No perecerá. No te equivoques, Razumov. Esto no es un asesinato… es la guerra, la guerra. Mi espíritu seguirá combatiendo en algún cuerpo ruso hasta que todas las mentiras sean barridas del mundo. La civilización moderna es falsa, pero de Rusia surgirá una nueva revelación. ¡Ja! No dices nada. Eres un escéptico. Respeto tu escepticismo filosófico, Razumov, pero eso no llega al alma. Al alma rusa que vive en todos nosotros. Ella tiene un futuro. Tiene una misión, te lo aseguro, ¿por qué si no me habría yo decidido a cometer esta imprudente c********a entre toda esa gente inocente, por qué habría propagado la muerte? ¡Yo! ¡Yo!… ¡Yo que no mataría ni a una mosca! —Baja la voz —dijo Razumov con aspereza. Haldin se sentó bruscamente y, apoyando la cabeza entre los brazos, estalló en llanto. Lloró mucho rato. El crepúsculo se había adentrado en el cuarto. Inmóvil y con sombría incomprensión, Razumov escuchaba los sollozos. El otro levantó la cabeza, se puso en pie e hizo un esfuerzo por dominar su voz. —Sí. Los hombres como yo no pasan a la posteridad —repitió en tono apagado—. Pero tengo una hermana. Está con mi madre… gracias a Dios las convencí de que se marcharan al extranjero este año. No es mala chica, mi hermana. Tiene los ojos más confiados que se hayan visto jamás en esta tierra. Espero que se case bien. Tendrá hijos… varones, tal vez. Mírame. Mi padre era funcionario del Gobierno en provincias. Incluso poseía algunas tierras. Un simple siervo de Dios… un ruso auténtico, a su manera. Era el espíritu de la obediencia. Pero yo no soy como él. Dicen que me parezco al hermano mayor de mi madre, un oficial. Lo mataron en 1828. Cuando reinaba Nicolás. Ya te he dicho que esto es la guerra, la guerra… Pero, ¡Dios de Justicia! Qué ingrata labor. Razumov, en su silla, apoyó la cabeza en una mano y habló como desde el fondo de un abismo. —¿Tú crees en Dios, Haldin? —Ya estás tú aferrándote a las palabras que se le arrancan a uno. ¿Qué más da eso? ¿Qué fue lo que dijo aquel inglés?: «Hay un alma divina en todas las cosas». Al diablo con él… no lo recuerdo en este momento. Pero decía la verdad. Cuando llegue vuestro día, el día de los pensadores, no olvides lo que hay de divino en el alma rusa… y es la resignación. Respétalo entre tus inquietudes intelectuales y no permitas que tu arrogante sabiduría eche a perder ese mensaje para el mundo. Te hablo como un hombre que tiene la soga al cuello. ¿Qué imaginas que soy? ¿Un ser en rebelión? No. Sois vosotros, los pensadores, quienes vivís en eterna rebelión. Yo pertenezco a los resignados. Cuando se me presentó la necesidad de esta dura misión y comprendí que no podía eludirla… ¿qué hice yo? ¿Me alegré? ¿Me enorgullecí de mis propósitos? ¿Intenté sopesar su valor y sus consecuencias? ¡No! Me resigné. Me dije: «Se hará la voluntad de Dios». Se tendió cuan largo era en la cama de Razumov y, cubriéndose los ojos con el dorso de las manos, se quedó completamente inmóvil y en silencio. Ni siquiera se oía el sonido de su respiración. La calma mortal que reinaba en el cuarto no se vio perturbada hasta que Razumov dijo lúgubremente en la oscuridad: —Haldin. —Sí —respondió el otro al punto, completamente invisible ahora que estaba tumbado en la cama y sin mover un sólo músculo. —¿No es hora de que me ponga en camino? —Sí, hermano —se oyó decir al otro, que yacía en la oscuridad como si hablara en sueños—. Ha llegado la hora de someter el destino a la prueba. Guardó silencio y ofreció a continuación una serie de instrucciones lúcidas con la voz impersonal de un hombre en trance. Razumov se preparó sin una palabra de respuesta. Cuando salía de la habitación, la voz desde la cama dijo: —Ve con Dios, alma silenciosa. Una vez en el pasillo, con mucho sigilo, Razumov cerró la puerta con llave y se guardó ésta en el bolsillo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD