III LLEGADO ESTE PUNTO EN LA HISTORIA de Razumov, mi conciencia, la honrada conciencia de un profesor de idiomas entrado en años, encuentra la tarea progresivamente ardua. Mi cometido no es en verdad el de narrar a la manera de un relato fidedigno tan extraña crónica humana, sino el de reflejar —ahora lo percibo con claridad— las condiciones morales que imperan en gran parte de este mundo; condiciones que no resulta fácil comprender y mucho menos descubrir en los límites de una narración, en tanto se desvele una clave, una palabra que permanezca en todo momento detrás de todas las palabras con que se teje la historia, una palabra que, si bien no sea la verdad en sí misma, acaso pueda contener un grado de verdad suficiente para desvelar el trasfondo moral que ha de ser el propósito de cua